MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Se puede adaptar el sistema de justicia social de los países nórdicos en México?

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En la primera mitad del siglo XX mientras la clase trabajadora mundial estaba optando más que en otros momentos por su organización y emancipación, en México, aunque no con los mejores resultados se llevó a cabo una revolución que buscaba mejores condiciones para los trabajadores que cada vez vivían de peor manera la agudización de sus carencias económicas. En 1917 con la Revolución Mexicana lograron uno de los triunfos más significativos, que fue el reconocimiento de diversos derechos sociales y laborales para las clases trabajadoras en la nueva Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, cuando menos de palabra.

Posteriormente, en el mundo capitalista ocurrió una de las crisis más devastadoras y profundas de sobreproducción, a partir de 1926 y solo fue posible la recuperación hacia finales de 1932. En este último año el PIB en México se encontraba 24% por debajo de su punto más alto ocurrido en 1926 (según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Inegi).

“A nivel mundial, desde el crack de 1929 a 1932 la tasa de desempleo era de 33% y la producción real cayó un 30% al igual que la cantidad de dinero en circulación y uno de cada tres bancos quebraron” (Friedman y Jacobson (1963). A monetary history of the United States 1867-1960. Princeton University Press).

Esto desde luego provocó el descontento de la población, lo que propició el crecimiento de las organizaciones de trabajadores, por lo que el capital reformuló su manera de llevar a cabo la política económica en las diferentes naciones del planeta. En el caso de los países nórdicos: Dinamarca, Noruega, Suecia, Islandia y Finlandia, estos se beneficiaron económicamente del crecimiento de sus exportaciones por el aumento en la demanda de bienes, sobre todo, en el periodo de la Segunda Guerra Mundial y, posterior a esa etapa, por el auge petrolero.

El Inegi nos muestra que las tasas de crecimiento económico en México rebasaron el 6 por ciento de 1940 a 1945, y es que en dicho momento ocurría un fenómeno peculiar en los países occidentales, en donde se permitió una mayor injerencia del gobierno en la economía, lo que los llevó a instrumentar el llamado Estado de bienestar.

En Latinoamérica también se adaptó por un periodo algo similar a nuestras condiciones (cabe señalar que el actual estado de bienestar que tanto replica la 4T no es ni la sombra de su antecesor y tampoco es algo novedoso) hasta que se dejó de utilizar con la entrada del neoliberalismo, con una disminución de la inversión destinada servicios públicos para la clase trabajadora.

Hay que señalar que en el proceso de desarrollo del Estado de Bienestar ha habido un gran consenso entre las diferentes tendencias ideológicas y políticas, como indica G. Cotarelo “conservadores y liberales, socialistas y democratacristianos han hecho valiosas aportaciones a la construcción del Estado de Bienestar” (GARCÍA Cotarelo, R. (1987). Origen y desarrollo del Estado de Bienestar).

Sin embargo, en los países nórdicos con variantes sigue funcionando este Estado de Bienestar, así lo señala Carlos Pujalte (2020)en Cuadernos Diplomáticos, Estado de Bienestar en países nórdicos, del Instituto Matías Romero: “Lo que ha permitido una mejora constante de su sistema de justicia social, que garantiza los servicios de salud de calidad para toda su población, la educación básica gratuita, el empleo para todos los ciudadanos en edad de trabajar, entre otros servicios de calidad, además, los trabajadores en su mayoría se encuentran afiliados a un sindicato, los sindicatos y el Estado gozan de mucha confianza y buena aprobación por parte de la población, de esta manera muy a menudo pueden negociar aspectos como el salario, vacaciones, horarios y demás con los patrones”.

Al igual que en todos los países del mundo, la mayor parte de la carga impositiva de donde el Estado obtiene los recursos para financiar todos estos servicios, la pagan los trabajadores, quienes son los creadores de la riqueza con su esfuerzo diario, con su desgaste físico y mental a cambio de un salario que es utilizado para cubrir sus necesidades, “allí la clase trabajadora manifiesta como su identidad y orgullo el hecho de pagar impuestos y recibir a cambio servicios de calidad; cabe destacar que los impuestos se pagan de manera progresiva, es decir, las tasas impositivas son mayores para los que perciben más ingresos y menores para aquéllos con menos ganancias monetarias”. (Thunborg, González & Ramos, Op. Cit.)

 Al comienzo del presente sexenio e incluso antes, el presidente Andrés Manuel López Obrador mencionaba que quería convertir nuestro sistema de salud de manera tal que se asemejara al de Dinamarca; esto en la realidad, ocurrió de manera opuesta, ya que cada vez nos alejamos más

“Evidentemente estas naciones no están exentas de la desigualdad económica, es decir, no todos tienen los mismos ingresos, sin embargo, el objetivo de garantizar la educación es generar equidad, compensando las desigualdades por el origen social, el entorno familiar y las capacidades cognitivas de cada estudiante, además los estudiantes no están en constante competencia, sino en un ambiente de colaboración para el aprendizaje científico, con el objetivo de evitar que algún niño se quede fuera de este derecho, los municipios alejados tienen también la obligación de proporcionar el transporte al centro educativo y se brinda alimentación al alumnado”. (Céspedes, Op. Cit.).

En el campo de la seguridad social, todos los trabajadores están asegurados por cualquier riesgo o enfermedad y son atendidos de manera oportuna, existe además el seguro de desempleo y capacitaciones frecuentes para que se puedan reintegrar a trabajar pronto, en la medida de lo posible.

Al comienzo del presente sexenio e incluso antes, el presidente Andrés Manuel López Obrador mencionaba que quería convertir nuestro sistema de salud de manera tal que se asemejara al de Dinamarca; esto en la realidad, ocurrió de manera opuesta, ya que cada vez nos alejamos más, prueba de esto, fueron los resultados desastrosos de la pandemia, tampoco se ha invertido en infraestructura, ni en cubrir todos los espacios necesarios del personal médico, hay desabasto de material, de medicamentos, de recursos en general, la atención es demasiado tardada por falta de recursos humanos y materiales, por estos y otros graves problemas podemos asegurar que no hay punto de comparación entre estos sistemas de salud.

La esperanza de vida incluso en estos países es de 80 años para los hombres y 84 para las mujeres, mientras que en México es de 71 para hombres y 77 para mujeres y, además, ocupamos los primeros lugares en enfermedades cardiovasculares y sobrepeso, el sistema de pensiones recientemente se reformó y esto vino a perjudicar a los trabajadores, ya que se cambió a un sistema de aportaciones individuales.

A pesar de ser una economía impulsada por las exportaciones, lo cual compartimos con dichos países, somos una economía, en dónde el 45 por ciento de la población ocupada se encuentra en el sector formal y el otro 55 por ciento en el sector informal, este nivel es demasiado alto, desde luego esto repercute en que los servicios financieros no tengan tanta penetración, encontrándose en 38 por ciento, es decir los seguros privados no cubren a un gran sector de los trabajadores.

Este mismo fenómeno no permite la recaudación de impuestos del Estado mexicano, impidiendo la disposición de recursos para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores empleados y desempleados, no es posible destinar recursos para reactivar el mercado laboral, mediante capacitaciones, entrenamiento, educación, etcétera, no existe un seguro de desempleo, se requiere ampliar la base tributaria, es decir, que haya un gran número de trabajadores formales bien remunerados, que se garantice el empleo seguro para todo aquel que desee hacerlo y de esta manera pueda contribuir pagando impuestos de manera progresiva, para que el Estado pueda invertir en servicios de salud, educación, transporte y vivienda de calidad para la clase trabajadora, pero sobre todo gravar más a las grandes fortunas.

Este sería un modelo social exitoso en nuestro país, en donde se redistribuya de manera diferente la riqueza y exista un esquema de cooperación, que requiere la voluntad de discutir temas complejos de todos los sectores involucrados, para llevar a cabo y cumplir a cabalidad los derechos que se fundamentan en nuestra Constitución, para ello, es necesario que la clase trabajadora de nuestro país se organice, luche y de manera consciente tome las riendas y el rumbo de la vida económica y política de este país para así alcanzar y obtener lo que por derecho le corresponde, al ser la clase creadora de la riqueza nacional y de esta manera honrar las luchas y conquistas anteriores.

Queda claro que la 4T no impulsará un modelo económico distinto al neoliberal, así que urge formar una gran fuerza social que sí esté dispuesta a realizar estos cambios.

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