Joseph Goebbels, publicista de Hitler, utilizó la estrategia de repetir una mentira mil veces para que se convierta en verdad en términos de percepción. Con la personalización de la manipulación a través de los teléfonos celulares, las verdades y las mentiras, pueden ser reproducidas de inmediato, no mil veces, millones y millones de veces. De esta suerte, los usuarios de teléfonos celulares y de las redes sociales dominantes: Facebook, Instagram, Twitter, WhatsApp, entre otras, han sido bombardeados, casi literalmente, con una batería de noticias falsas que han manipulado a la opinión pública y, como era de esperarse, han logrado crear en ella la idea de que “los malos” son los rusos y los chinos y que “los buenos” son los Estados Unidos, los Ucranianos, los Británicos, los miembros de la Unión Europea y los miembros de la OTAN.
En las películas modernas, como en las de la Guerra Fría de los años ochenta, los rusos, pero ahora se agregan los chinos y los norcoreanos, son los malos. Los “buenos” son los norteamericanos. Pues bien, como dijo una periodista: de pronto mucha gente en el mundo comenzó a poner en sus perfiles “banderas de Ucrania”, para respaldar a este país de la supuesta “arbitrariedad rusa”. Lo más grave del caso es que no se han detenido a investigar el fondo del problema y ya, manipulados, prejuzgan y, lo peor, generan opinión a favor de los que más han invadido y matado gente en el mundo: los Estados Unidos, o ¿ya se nos olvidó que nos invadieron y quitaron más de la mitad de nuestro territorio? ¿Ya olvidamos las bombas atómicas lanzadas contra los japoneses? ¿No recordamos la terrible guerra contra Vietnam? ¿O la invasión contra Cuba y Panamá? ¿La que se sufrió en Irak? ¿En Afganistán? Entre muchas otras. ¡Cuidado con la manipulación!
Como dijo Silvio Rodríguez: “y comprendió que la guerra, era la paz del futuro: lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso, nos cuesta la vida”. Efectivamente, hay que quitarle la máscara al imperialismo y ver las cosas con objetividad. Rusia está luchando por la paz mundial. En el marco de la caída del socialismo, Estados Unidos y la OTAN se comprometieron a no incrementar el poderío armamentístico contra Rusia y que no crearían más bases en las fronteras con Rusia. Eso se irrespetó, pues la OTAN duplicó sus miembros y, con ello, sus bases en los alrededores de Rusia.
Hay que recordar que, desde la Segunda Guerra Mundial, que por cierto, con más de 27 millones de muertos, la URSS salvó al mundo del nazismo, pero en aquel entonces, miles de ucranianos se alistaron con el ejército de Hitler y luego, los norteamericanos impulsaron un golpe de estado al gobierno ucraniano en el 2014 en contra del gobierno de Víktor Yanukóvich pro ruso y el apoyo de Estados Unidos se valía de esta frase del hijo de George Bush: “Quienes no están con nosotros, están contra nosotros”.
Los gobiernos desde el 2014 hasta el 2019 favorecieron a los norteamericanos y en 2019, todos lo dicen, pusieron a un comediante de nombre Volodímir Zelenski, en calidad de “títere”. En su artículo llamado “Banda de drogadictos y Neonazis”, Thierry Meyssan explica las razones de fondo por las cuales el presidente actual de Estados Unidos, Joe Biden, está tan interesado en el tema de Ucrania y nos dice que: “drogadictos como Hunter Biden –hijo del actual presidente estadounidense Joe Biden– coparon el poder en Kiev y robaron al pueblo ucraniano los fondos provenientes de sus ventas de gas, se adoptó una ley racial, se erigieron monumentos que glorifican al colaborador nazi Stepan Bandera y dos batallones nazis fueron integrados a las fuerzas armadas ucranianas…” además, “ el 12 de mayo de 2014, Hunter Biden, el hijo drogadicto de Joe Biden, era incorporado al consejo de administración de Burisma Holdings”, empresa de gas natural con intereses económicos importantes en Ucrania.
Ese es el fondo, por eso atacan a Rusia y lo peor, la sancionan, pero que tengan en cuenta los norteamericanos que esas sanciones son un signo más de su descomposición, pues sancionaron a Cuba desde el principio de su Revolución y, aunque no ha concluido el proceso, ni las sanciones, Cuba sigue de pie y no se ha rendido ante su enemigo imperialista: Estados Unidos. Pues las sanciones pueden tener, como dice Inna Afinogenova, un efecto bumerang en contra de la Unión Europea y el mundo, pues se abre la puerta para que estrechen más relaciones Rusia y China y se conviertan en el contrapeso que quiere evitar el buitre norteamericano del imperialismo para mantener su hegemonía.
Enseguida puntualizamos las sanciones que le han impuesto a Rusia:
Cierre al sistema financiero occidental. La prohibición de hacer o recibir transferencias internacionales a través del sistema de pagos globales SWIFT. Esta sanción impide a Rusia cobrar sus exportaciones de gas, petróleo, minerales y trigo, y pagar sus importaciones de otros bienes.
Limitación de acceso a los bancos rusos a créditos internacionales. Esto se traduce en el encarecimiento de la deuda ya contraída y la deuda soberana rusa. Esta medida ha provocado una rápida depreciación del rublo (la moneda oficial rusa), que en una primera etapa cayó un 30 %. Con la segunda ronda de sanciones la moneda cayó un 12 % adicional.
Presión a las empresas rusas en los mercados bursátiles internacionales. Esa medida ha provocado la caída del valor en bolsa de bancos y empresas rusas. Observamos un desplome en el valor de las cotizaciones de hasta el 40 %.
Paralización de los activos del Banco de Rusia y de bancos públicos y privados. También se han impuesto sanciones contra líderes políticos y un número importante de oligarcas rusos. La acción afecta el patrimonio de la élite política y económica rusa y, por consiguiente, al apoyo interno a la acción militar.
Prohibición de movilidad a las aerolíneas rusas. Restricciones al uso del espacio aéreo de la Unión Europea por aeronaves comerciales rusas, así como a aviones privados de la cúpula política y económica de Rusia. Estas medidas estrangulan la conectividad aérea del país, fundamental en un mundo globalizado.
También sancionaron a medios de comunicación rusos para evitar que lleguen las noticias a la población e, incluso, llegaron ha cerrar en Italia, en una universidad, la cátedra dedicada a Dostoievski, por ser este grande, ruso, ¿qué le parece amable lector?
Fuera de este ridículo, los pueblos del mundo debemos ver a Rusia en su justa dimensión: los rusos ya nos salvaron de la invasión napoleónica, que describe Tolstoi en “La Guerra y la Paz”; ya nos salvaron de la invasión nazi de Hitler y, ahora, busca salvarnos del poderío hegemónico que quiere imponer Estados Unidos, ya sin máscara, que son los verdaderos herederos del nazismo de Hitler. Por ello, lejos de adoptar una posición sin información, se recomienda analizar a fondo el problema y nuestra posición consiste en que el pueblo ruso, pese a todo, es el bueno de la película y los norteamericanos, los malos. Que no nos engañen.
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