MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Revueltas de Lenin (I/II)

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El pasado 24 de abril, pude leer en un portal de noticias de internet, la nota siguiente: “Durante un evento en Ohio, Donald Trump se burló de las negociaciones que realizó con México en 2019 cuando Andrés Manuel López Obrador decidió desplegar al Ejército Mexicano sobre las fronteras sur y norte, para contener la migración que estaba generado una crisis en Estados Unidos (EE. UU.). El relato ampuloso (de Trump) deja en un lugar incómodo a López Obrador y al canciller Marcelo Ebrard, de quien dijo: “nunca he visto a nadie doblarse así.”  

Sobre la visita de Ebrard a Washington, entre el 2 y el 7 de junio de 2019, que buscaba desactivar la amenaza de aranceles a las importaciones mexicanas. Trump aseguró que amenazó a Ebrard… “Era viernes y le dije que el lunes a las 8 de la mañana habría aranceles del 25 por ciento para todas las importaciones desde México… me miró y me dijo: ¡señor: sería un honor tener 28 mil soldados en la frontera! ¡Sería un honor tener “quédate en el maldito México”!... relató Trump y dijo: “El presidente de México es un tipo muy agradable. Me cae muy bien. Es socialista, pero me gusta. Es uno de los socialistas que me gustan. No me gusta Nancy Pelosi. No me gusta Schumer. Pero me gusta el socialista que encabeza México. Y ahora (mis críticos) van a decir: ¡Es terrible!, ¡Es subversivo! ¡Le gusta el presidente de México! Pero los que no me gustan son estos horribles seres humanos que están destruyendo nuestro país”, concluyó Trump”. (Portal, La política Online)  

Días después de haber leído esa nota, tuve una plática con personas que actualmente viven en Huamantla, Tlaxcala. No es necesario consignar sus nombres, son una de esas familias que abundan y que, para vivir dignamente, a diario se esfuerzan ejerciendo trabajos honrados. Era domingo y la familia completa, papá, mamá y dos hijos, asistían a un evento deportivo que en breve se realizaría. 

Entretanto, platicamos de diversos asuntos y llegamos al tema de la política. La señora que era quien más hablaba, me dijo más o menos lo siguiente: “Las organizaciones sociales son necesarias; hasta para promover el deporte se necesitan las organizaciones. A López Obrador lo apoyamos todas las organizaciones de izquierda, nos unimos todas las organizaciones de izquierda y logramos que llegara a ser presidente; ya no pudieron hacer nada contra él, pero ahora él está desconociendo a todas las organizaciones, hasta a las que lo apoyaron…”. Esta era la voz de una Valkiria, porque ese es el nombre del equipo de basquetbol donde ella juega. Y al mismo tiempo esa voz, es la de muchos héroes anónimos que existen en México. Pero ¿qué relación tiene la voz de nuestra Valkiria mexicana, con las palabras ampulosas y ofensivas del energúmeno Donald Trump?  ¿Por qué cito estas palabras de una sencilla mujer después de transcribir las que profiriera el cretino pato Donald? La respuesta salta a la vista, porque en ambos casos se considera a López Obrador como un individuo que se encuadra dentro de lo que, en términos del argot político, se denomina la izquierda y que Trump lo llama socialista; nuestra Valkiria lo considera gente de la izquierda que sin forzar mucho la lógica, es lo mismo. Y ambos comentarios también se parecen en que son erróneos, están alejados de la realidad. 

Hace más de un año, se publicó un artículo en la página oficial del Movimiento Antorchista en Tlaxcala, donde intenté explicar que López Obrador no es de izquierda, ni es socialista, ese artículo lo titulé: “La izquierda mexicana, no es Morena”. Hoy nuevamente insistiré tratando de explicar mi afirmación porque para el pueblo, para los explotados de México y del mundo, tener claridad en torno a estos conceptos, el concepto político de izquierda y el concepto de socialismo, es de vital importancia.

Y es de vital importancia, porque de la claridad que se tenga sobre estos conceptos, dependerá el rumbo de la historia nacional y los resultados prácticos que repercutirán en la vida social del país. Entonces, afirmo una vez más, que López Obrador no es socialista y su partido político Morena no es de izquierda.  Para fundamentar mi afirmación me remitiré a dos acontecimientos que ocurrieron también durante el mes de abril. Son dos fechas históricas: el 10 de abril, se conmemora el natalicio de Vladimir Ilich Lenin y el 14 de abril el fallecimiento de José Revueltas.   

Lenin nace el 10 de abril de 1870 y muere el 21 de enero de 1924, vivió 53 años y remontando la adolescencia, desde su juventud hasta su edad madura y su muerte, vivió entregado a luchar en su natal Rusia, por instaurar el socialismo, el sistema social que sigue inevitablemente después del sistema capitalista. Fue Carlos Marx, quien después de hacer un estudio científico de la sociedad, descubrió que el motor que mueve a la historia hacia adelante es la lucha de clases, por eso sabemos que después de la comunidad primitiva, el sistema que le siguió fue el esclavismo, luego a este el feudalismo y posteriormente el capitalismo, al que le seguirá el socialismo, sistema que en algunos lugares del planeta ya se está poniendo en marcha. 

Lenin estudió a Marx, pero antes de llegar a él, estudió a los grandes pensadores que ha dado la humanidad, se sabe que, tras ser expulsado de la Universidad de Kazán, por haber participado en disturbios estudiantiles, su madre, ya que él era menor de edad, solicitó que se le permitiera cumplir su castigo de destierro en una aldea, kokuchkino, donde tenían una finca que había pertenecido al abuelo materno y afortunadamente, en dicho lugar había una biblioteca, dejada por el abuelo y que contenía un gran tesoro en obras literarias y filosóficas. 

 

El Lenin, estudiante adolescente, que había sido castigado por participar en una manifestación con la que los estudiantes honraban la memoria de Nicolás Alexandrovich Dobroliúbov quien muriendo muy joven se convirtió en icono del estudiantado pues fue uno de los intelectuales de mayor lucidez y de tendencias democráticas. El Lenin universitario, expulsado de la universidad, desterrado político, digo,  se encontró en la biblioteca del abuelo materno con un gran tesoro de conocimientos, se dice que ya era afecto a Turgénev, porque la biblioteca que le heredó su padre también estaba bien provista,  pero en la biblioteca de su reclusión encontró, entre otros, libros de un hombre adelantado a su tiempo, Nikolái Gavrílovich Chernyshevski, otra de las lumbreras intelectuales de la vieja Rusia, cuyas obras a decir del mismo Lenin, están animadas del espíritu de la lucha de clases y formaron toda una generación de revolucionarios rusos, a Chernyshevski le tomó tanto aprecio que ya más adelante a una de sus obras fundamentales le puso el título de la famosa novela: ¿Qué hacer?

Tras de mucha insistencia de su madre y de él mismo para que le levantaran el castigo, logra que se le permita presentar los exámenes de titulación en la Universidad de San Petersburgo, durante todo el tiempo que duró el castigo no descuidó su formación intelectual. Aparte de presentar los exámenes para titularse, participa activamente en los círculos donde se estudiaba marxismo, eran grupos de intelectuales progresistas que buscaban un cambio social para Rusia y paulatinamente Lenin se convierte en el líder. 

Más adelante, es él quien vislumbra la necesidad y la forma de unir a dichos círculos en toda Rusia, para formar un partido político que promueva un cambio social en todo el país, y es él quien propone que dicho partido sea un partido político de nuevo tipo, un partido de cuadros profesionales, es decir de hombres y mujeres totalmente entregados a la causa revolucionaria y altamente preparados con la teoría científica de Marx. Después de vencer muchos obstáculos, muchas veces luchando contra sus propios compañeros, logra por fin darle forma al partido leninista, es decir al partido de cuadros revolucionarios. Y con ese partido, conocido posteriormente como partido bolchevique logra la hazaña de tomar el poder político en Rusia y establecer el primer país socialista, el primer país gobernado por los trabajadores.

En el arduo camino hacia la toma del poder político, Lenin desarrolló una tenaz y enérgica lucha ideológica contra las posiciones vacilantes tanto de individuos como de organizaciones que al decir que luchaban por el socialismo caían en el servilismo y se convertían en simples comparsas de las clases poderosas; luchó sin desmayo, tanto en el campo práctico como ideológico, contra quienes se decían de izquierda y en los hechos se tomaban de la mano con los de la derecha.  

Desafortunadamente, a Lenin no le alcanzó la vida para ver culminada su obra social, pero la revolución que él dirigió dejó en claro que el instrumento que propuso para realizarla, o sea, el partido de cuadros, el partido de profesionales de la revolución es absolutamente necesario para una tarea de tales dimensiones tanto geográficas como históricas. 

Quedó claro que la lucha contra los opresores del pueblo es prácticamente una guerra y que para dirigirla es necesario un organismo centralizado, como un ejército, es decir como el partido de cuadros. En ese tránsito hacia la toma del poder político quedó de manifiesto también que al decir izquierda, estamos usando un concepto que no es del todo homogéneo, porque entre los grupos que se denominan de izquierda, existen matices, diferencias que muchas veces los llevan a la confrontación, como lo vemos en la historia de la revolución Rusa, al oponerse los mencheviques a los bolcheviques.  Y que como en el caso de los mencheviques, algunos matices de la “izquierda”, poco a poco van tomando los colores de la derecha. 

Ya desde aquí podría atreverme a invitar a mi posible lector a analizar los hechos actuales que están sucediendo en México y a preguntarse, ¿Por qué Donald Trump, dice que le gusta el socialista López Obrador? Creo que no es una simple burla, si dice que le gusta el socialista presidente de México, debe ser porque en nada afecta sus intereses de explotador y en nada afecta los intereses de los demás explotadores. Y no solamente no afecta en nada sus intereses, sino que además les ayuda a cuidar sus negocios, por eso movilizó al ejército y a la Guardia Nacional para detener la ola de migrantes que amenazaban los negocios de la clase capitalista yanqui y mexicana. Un verdadero socialista, no gobierna para las clases explotadoras, gobierna para las clases trabajadoras. Un verdadero gobernante socialista no se muestra servil, (“nunca he visto a nadie doblarse así”, dijo Trump), a los designios del imperialismo yanqui.    

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