El gran problema con los nuevos libros de texto que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador repartirá en las escuelas públicas de nivel básico, tanto para primaria como para secundaria, no es un asunto de lucha política o de ideología, sino de calidad educativa. Es decir, lo que debemos cuestionar es si la calidad educativa de nuestros hijos mejora con esos libros o no o se estanca y retrocede.
¿Qué se entiende por calidad educativa? Se debe definir el criterio claro para comparar la calidad de la educación de manera absoluta (con relación a sí misma, en periodos anteriores) y de manera relativa, comparándolo con determinado proyecto y con los resultados en otros modelos.
Entre todos estos criterios, es necesario un proyecto educativo integral que desarrolle no solo las capacidades académicas del educando, sino una formación integral que contemple no solo conocimientos teóricos y habilidades psicomotoras, sino la formación en el terreno de las artes, la cultura nacional y universal, el deporte, las habilidades y disposiciones para el trabajo y los valores correctos para desarrollar un espíritu crítico, humanista, democrático y solidario, todo lo cual en su conjunto le puede convertir en un hombre de visión universal, capaz de elevarse por encima de los problemas cotidianos, para identificar sus causas, teorizar la solución de ellos y tener el ímpetu e inteligencia para emprender esas soluciones.
Como usted podrá darse cuenta es suficientemente general para ser aceptado por las diferentes corrientes ideológicas y políticas, excepto, por aquellas que se beneficien del analfabetismo y la incapacidad, y desean ver al pueblo mexicano ignorante, impotente e incapaz y por lo tanto sumiso y dependiente de la ayuda paternal y de las migajas que le pueda arrojar la sociedad en su conjunto, sea bajo la forma de salarios miserables a cambio de jornadas de trabajo extenuantes, sea como dependencias políticas, tan degradantes como la servidumbre o la esclavitud, de la asistencia social y los programas de dádivas.
En todos estos aspectos, y a pesar de importantes logros en la educación pública sobre todo de nivel superior, México es un desastre. En la medición de la calidad académica, tenemos la referencia de la evaluación estandarizada a nivel mundial conocida como Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, mejor conocida como la prueba PISA, por sus siglas en inglés, creada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
A este desolador panorama se suman los nuevos libros, los cuales rebajan en una medida importante la calidad educativa, lo que dará como resultado a mediano y largo plazo, quién sabe cuántas generaciones de estudiantes menos capacitados para ayudar a sus familias y a la patria a salir del atraso.
México ocupó en la última prueba el lugar 107 de 137 países, y si se consideran solamente las ciencias, baja hasta el lugar 117. ¿Con esa calidad podemos construir un futuro de desarrollo independiente y nacionalista? Imposible.
Y así en todos los otros aspectos, en los cuales, además, los problemas se han agudizado y profundizado con la administración de AMLO, su política de austeridad y su visión “politizada”, desde el punto de vista de la conservación del poder a como dé lugar y sin importar los medios: recortes a la educación, falta de equipamiento, abandono de las escuelas y de la construcción de nuevas instalaciones; corrupción escandalosa y descarada que por lo mismo crece conforme avanza el tiempo; sumisión a la política de mano de obra de baja capacidad productiva, más barata, en beneficio de la política burguesa.
A este desolador panorama se suman los nuevos libros, los cuales rebajan en una medida importante la calidad educativa, lo que dará como resultado a mediano y largo plazo, quién sabe cuántas generaciones (espero que solo unas pocas) de estudiantes menos capacitados para ayudar a sus familias y a la patria a salir del atraso.
Hechos a la carrera, sin una visión abarcadora y responsable, yo diría que, hasta cómplice de los neoliberales, es decir el de estimular la participación política y la vinculación con la comunidad, que la hace de una manera ineficaz y más bien grotesca y simulada, los libros resultan un innegable y pernicioso retroceso en la calidad de la educación en México, en todos los aspectos.
Estos son los resultados de quienes se llenan la boca de hablar de los pobres, de autonombrarse la Cuarta Transformación y de asegurar que ahora sí somos felices.
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