Hay que terminar con la desigualdad social que prevalece en Quintana Roo y el en país entero, el México de los ricos y en contraste el de los pobres; esa debe ser labor prioritaria de los tres órdenes de gobierno, porque la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos mandata y garantiza igualdad y justicia social para todos, pero en la realidad vemos todo lo contrario, riqueza extrema en unos cuantos y pobreza en millones, y este año que viene, según economistas y especialistas en la materia, no se auguran mejoras, al contrario, las condiciones precarias para los pobres será igual o peor.
Aunque Quintana Roo destaca coyunturalmente en algunos aspectos de productividad económica por los grandes proyectos de infraestructura del Gobierno federal, históricamente arrastra un índice de pobreza extrema
La carencia, por décadas, ante la falta de una estrategia eficaz de acciones de gobierno que ataquen directamente las carencias de miles de quintanarroenses, ha conducido a que la brecha de desigualdad social cada vez sea mayor, en un Estado de extremos matices entre la riqueza y la pobreza.
Los dineros del erario público, los presupuestos anuales, no han sido suficientes o se han aplicado, si es que lo han hecho, de manera equívoca, pues no se palpan índices de desarrollo en las principales zonas de pobres. En esos lugares, en las colonias populares, siempre hemos visto calles rotas, con baches, carencia de servicios públicos y cuando los hay son deficientes, se observa un mal alumbrado público donde hay ausencia de vigilancia policiaca, y escasez del vital líquido para los pobladores.
En esas condiciones viven miles de quintanarroenses, a los que siempre, cotidianamente, se les escucha y se les ve pidiendo ayuda, pero que poco se hace por ellos desde las esferas del poder.
Las obras y servicios, que deben ser pagados con el presupuesto que se les asigna, por ejemplo, al Gobierno del Estado, este año se le asignó la nada despreciable suma de 47 mil 352 millones 603 mil 524 pesos y para el 2025 se dice que presupuesto incrementará un 8 por ciento más, sin embargo, muchos de ese dinero se destina para las obras faraónicas y para proteger los intereses de empresarios locales y extranjeros, mientras que en los sectores empobrecidos, en los barrios, localidades y colonias solo llegan las puras migajas. Con esas irrisorias “acciones de gobierno” muy pocas veces se impacta en esos lugares: tal parece que la consigna es que los pobres sigan siendo pobres.
En contraste, los ricos viven en espacios separados, cerrados y aislados, pero con todos los servicios, alumbrado en cada esquina e incluso a mitad de cuadra, agua para regar jardines y seguridad privada, con calles incluso de decreto, limpias y sin hoyancos. En esas condiciones son los que controlan la riqueza del país y que no conocen o ignoran las necesidades de los pobres.
Paradójicamente, aunque Quintana Roo destaca coyunturalmente en algunos aspectos de productividad económica por los grandes proyectos de infraestructura del Gobierno federal, históricamente arrastra un índice de pobreza extrema en su población, que supera la media nacional.
Es enorme la brecha de desigualdad entre ricos y pobres, porque mientras unos se hacen más ricos, la inmensa mayoría de la población tiene rezago educativo, sin acceso a servicios de salud, no tienen seguridad social, no tienen los servicios básicos y vivienda, y de una alimentación nutritivas y de calidad, un mal que el actual gobierno estatal, debería priorizar y atender a través de políticas económicas que impulse el bienestar y desarrollo de todos por igual.
Es de lamentar que las promesas sin acciones concretas del gobierno en su “Nuevo Acuerdo por el Bienestar y el Desarrollo de Quintana Roo”, no mitigan el hambre, el desempleo, este fenómeno social agudiza más y más la pobreza. Nuestros gobernantes conocen la situación de las colonias y comunidades, a estas alturas, no es ajena la indiferencia, la gente es ignorada y en la mayoría de las veces los gobernantes hacen un “reality show” a la hora de colocar una luminaria o cuando entregan a los viejitos una despensita con gorgojo, por supuesto no puede faltar el discurso mareador de “viva la 4T”, sin embargo, rehúyen a los problemas de mayor calado, como son servicios básicos y obras de infraestructura de calidad.
En estos tiempos de la 4T, el pueblo si no trabaja no come, pues viven al día, apenas para salir adelante, pero, con esto de la inflación a diferencia del año pasado es más caro comprar un kilo de arroz que una sopa de pasta, o si antes comían carne dos o tres veces a la semana, ahora todo eso se ha disipado y la gente no sabe volverá a comer carne, aunque sea frijolitos, al día siguiente.
En el “Nuevo Acuerdo por el Bienestar y el Desarrollo”, promovido el año pasado por la gobernadora Mara Lezama Espinosa destacó que dicho acuerdo “representa la voluntad de superar las carencias de un modelo económico que está agotado y debe renovarse, para lograr el desarrollo compartido y sustentable que queremos”. Sin embargo, este “nuevo acuerdo” no debe quedar en puras palabras, las autoridades tampoco han dado informe detallado sobre los recursos económicos que fueron destinados para combatir la pobreza y desigualdad y que tanto han repercutido para aminorar la brecha de desigualdad, pero es imposible ocultarla realidad.
A manera de ejemplo, de los más de 2 millones de quintanarroenses, el 28.4 por ciento lidian con la pobreza; 4 municipios (Cozumel, Solidaridad, Benito Juárez y Othón P. Blanco) son de los 25 en todo México con mayor deuda per cápita, es decir, además de su pobreza, ya sea moderada o extrema; a su vez, por sus deudas, cada uno de sus habitantes debe hasta 3 mil 864.3 pesos, de acuerdo al informe del Centro de las Finanzas Públicas del Congreso de la Unión.
Eso debe cambiar, las autoridades gubernamentales deben procurar llevar bienestar y procurar las condiciones para que la gente de colonias populares pueda tener una vida digna, emprender acciones para apoyar la creación de empleos y así la gente pueda acceder a un salario que les permita adquirir los alimentos básicos para sus familiares. Conste.
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