MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pues no se cambia a la muerte, pero sí de presidente…

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Quiero iniciar estos versos 

precisando mi intención,

hablar de la “doña huesos”

y una ruin transformación.

 

Sucede que ya pasaron

tres años de la gestión

del gobierno de los pobres,

de Andrés López Obrador, 

un señor tan lengua suelta 

que de todo prometió, 

acabar con la violencia

el saqueo y la corrupción…

“no se ocupa mucha ciencia

al gobernar un país”, 

decía en tono merolico 

pero hoy vemos que sí.

En Oaxaca los doctores

desempleados se quedaron,

exigían las condiciones

y a las calles los mandaron,

fue ahí entre las avenidas

donde la flaca los vio,

¿qué piden los de las batas?,

¿qué sucedió, doctor?

Doña blanca viera usted,

no tenemos condiciones, 

y en medio de la pandemia

no nos dan las soluciones.

 

La huesuda nada tonta, 

sabe de la contingencia, 

entre tanto desempleo, 

ella en su fiel diligencia, 

medio millón de difuntos 

lleva ya la pobre flaca,

pero más pobres los caídos 

ella misma lo relata, 

se despide de galenos 

y sigue por su camino, 

pero cerca de su vista

parece ver a unos niños.

 

¡Queremos quimioterapias!

Anuncian unas pancartas, 

Madres, padres, tíos y tías 

con descontento gritaban,  

unos más pedían vacunas

y el gobierno los ignoraba.

“Yo no vacuno a mis nietos”, 

un senil vociferaba,

parece que la salud

no es prioridad del gobierno,

comentaba la huesuda, 

mucho muerto y mucho riesgo, 

también muchos gritos de ayuda.

 

¿Y dónde está el presidente?

Se preguntaba la flaca, 

cuando lo vio de repente

que en una fondita estaba,

tenía servidos dos platos

de carnitas y un tamal

la hipertensión por el cielo

y afuera el malestar,

miles de obreros furiosos,

lastimados y agredidos, 

de la refinería de Dos Bocas

habían sido despedidos.

 

¿Los “abrazos, no balazos”

no aplicaron con ustedes?

Solo abrazan a los narcos, 

a nosotros no nos quieren.

A nosotros nos gusta la leche,

también nos gusta el café,

pero nuestro salario

ya no da para comer.

 

Y es que hasta a la huesuda 

le pegó la inflación

no le da para tortillas, 

 huevo, azúcar o frijol.

Entre quejas y su charla

Se le escapó el presidente

y ahí va la blanquita

con paciencia a 

buscarlo nuevamente.

 

Ya en la ciudad la catrina, 

se encontró con doña Claudia,

esa mujer consentida 

que se cree presidenciable,

se escuchaba muy de cerca

“no estás sola, no estás sola”

con un tono de altanero

y esa voz desagradable.

 

Se acercó doña Catrina 

al palacio nacional

sede de la matutina

zalamería presidencial.

 

Muy atenta doña huesos

se sentó en la mañanera, 

con derroche agresiones

y mentiras por doquiera,

se atacaba a periodistas,

niños golpistas y opositores

de salud nada se dijo, 

violencia, muerte o 

desapariciones.

 

La huesuda muy valiente

preguntaba a grandes rasgos,

aquí ya cambió la gente

decía el de los otros datos.

La cosa no es tan sencilla

comentó la “muchos huesos”

sufre la gente sencilla,

no les alcanzan los pesos,

las calles están de miedo,

no hay trabajo, ni educación,

los campos en el olvido

y sigue la corrupción.

“Tu perdiste privilegios”, 

le dijo el peje a la flaca,

ah, caray con que eres necio

si tu partido es de ratas,

solo engañas a la gente

no te engañes, papanatas.

“Saquen a la blanquita,

¿pues que no ven que es fifí?

Sentenció aquel mandatario

del país feliz, feliz…

 

Qué más que quisiera uno,

tener un final alegre,  

más ni la flaca, ni el vulgo 

ven bonito lo que viene.

Solo le queda al pueblo

una alternativa real, 

unirse pobre con pobre

en la lucha por un ideal.

 

La calaca se despide,

siempre va muy optimista, 

pues sabe y confía en la lucha

del Movimiento Antorchista.

Nos vemos el próximo año

exclamó muy elocuente,

pues no se cambia a la muerte,

pero sí de presidente.

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