Para nadie es desconocido que a lo largo y ancho del territorio nacional ya se vive una fiebre política rumbo a las elecciones de 2024. Las llamadas “corcholatas”, aspirantes a ganar la candidatura interna del partido en el poder, iniciaron un recorrido por todos los estados para promoverse bajo el nombre de “asambleas” toda vez que los tiempos electorales aún no se abren, todo esto bajo la aprobación del propio presidente de la República.
Dos mensajes muy importantes están dejando los aspirantes de Morena, 1) que ellos pueden hacer lo que quieran, violar las leyes cuando quieran, usar recursos públicos para sus eventos, y 2) que prometer no empobrece, aunque en sus asambleas está prohibido hacer promesas, pues aún no es tiempo de precampañas, aunque esto a las “corcholatas” no les interesa y han hecho declaraciones sobre lo que van hacer de llegar a ser, primero candidatos de su partido y después el futuro presidente o presidenta de México.
Lo curioso aquí es que lo que prometen es justamente lo que ellos, como servidores públicos no lograron hacer, es más se negaban a reconocer lo mal que va México con Obrador a la cabeza. Así, escuchamos como prometen un sistema de salud de calidad, es decir, que saben perfectamente que en este gobierno jamás llegaremos a tener uno como el de Dinamarca, como tanto lo pregonó el inquilino de Palacio Nacional; prometen tener un sistema educativo de calidad, cuando ellos mismos no apoyaron a la educación cuando estaban en sus cargos; hacer carreteras, construir viviendas, acabar con la corrupción, dar más apoyos a las familias, etcétera, etcétera, etcétera.
Lo que dicen las “corcholatas” en sus asambleas es contrario a lo que todas las mañanas López Obrador dice en sus mañaneras: para él todo va bien, es más, presume sus datos de que la pobreza se ha combatido con éxito, que han bajado los índices delictivos, que las familias mexicanas ahora ganan más…
Lo que dicen las “corcholatas” en sus asambleas es contrario a lo que todas las mañanas López Obrador dice en sus mañaneras: para él todo va bien, es más, presume sus datos de que la pobreza se ha combatido con éxito, que han bajado los índices delictivos, que las familias mexicanas ahora ganan más, en fin, que vivimos en el país de las maravillas.
Lo cierto es que los mexicanos seguimos pagando los platos rotos de las ocurrencias del presidente, son las familias mexicanas las que sufren todos los días para poder adquirir la canasta básica, los que tienen que pagar un transporte caro y deficiente como el Metro de la CDMX, son los que temen ser asaltados todos los días, los que cuando van al médico salen enojados porque no hay medicamento o los hospitales están saturados y algunos cayéndose por falta de mantenimiento, son los que tienen que migrar para buscar una vida mejor, son los que tienen que hacer producir el campo sin apoyo alguno, esos son los verdaderos datos, los datos que el presidente se niega a reconocer.
Los mexicanos debemos ser más críticos a la hora de escuchar a una de las “corcholatas” o a cualquier aspirante a ocupar la silla presidencial, debemos cuestionar cada una de las promesas y no caer en engaños como en 2018, debemos estar informados todos los días del acontecer político en el país, el pueblo necesita con urgencia dejar de ser espectador y pasar a ser parte de un movimiento capaz de cambiar las cosas, necesita organizarse, educarse políticamente y luchar por la conquista del poder político para ahora sí hacer justicia ante tantos atropellos que ha vivido.
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