En 2020 tuvo registro el surgimiento del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), organismo creado por decreto del presidente Andrés Manuel López Obrador para sustituir al Seguro Popular (que entró en funciones durante el sexenio del panista Vicente Fox), creado para, según él, brindar protección financiera a la población que carecía de seguridad social al asegurarle el acceso a los servicios de salud.
Pues bien, después de 17 años se fue el Seguro Popular y para dar paso al Insabi, con el que supuestamente se garantizaría el acceso a la salud con una atención integral y gratuita a las personas sin seguridad social. Sin embargo, este proyecto que traería a los mexicanos un sistema de salud equiparable al de Dinamarca, llegó a su fin el 25 de abril de 2023.
Esto sucede cuando no se analiza correctamente un fenómeno. Este problema no es exclusivo del gobierno morenista, pero si lo es su irresponsable y alevoso discurso para engañar al pueblo mexicano y ganar simpatía entre las masas empobrecidas, de lo contrario, habría partido de la realidad. Mientras países como Dinamarca destinan el 11 por ciento de su PIB al sector salud, nuestro país apenas y destina el 2.8 por ciento; para este año se aprobó un presupuesto de 209 mil millones de pesos, cuando los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), destinan más de 400 mil millones de pesos.
De acuerdo con Salomón Chertorivski, exsecretario de Salud, durante el tiempo que estuvo en funciones el Insabi “se dejaron de realizar más de 40 millones de consultas externas, más de 7.5 millones de consultas de alta especialidad, 1.3 millones de mastografías, 1.6 millones de papanicolaus (...) 15 millones de mexicanos declararon dejar de tener un sistema de salud, el gasto de bolsillo incrementó 40 por ciento”.
Asimismo, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el Insabi presentaba claras deficiencias y puntos de opacidad en su funcionamiento, por ejemplo, respecto a los convenios firmados con los estados que se sumaron a esta estrategia, no se aclaró la asignación de recursos, poniendo en duda la prestación gratuita de servicios de salud, medicamentos y demás insumos.
A esto se suma que el Insabi eliminó el Catálogo Universal de Servicios de Salud (Causes), que manejaba el Seguro Popular, y en el que estaban previstas las intervenciones médicas y los medicamentos a los que tenía derecho el beneficiario del Seguro Popular bajo el argumento de que “el financiamiento exclusivo para ciertas intervenciones médicas determinadas por el Seguro Popular, los establecimientos de la Secretaría de Salud con el tiempo fueron perdiendo capacidades resolutivas de numerosos padecimientos y enfermedades, ocasionando que la población sin seguridad social tuviera que pagar con dinero propio al momento de usar los servicios públicos o atenderse en el sector privado para recibir las prestaciones y los medicamentos no cubiertos por el Seguro Popular”, revela el reporte del Coneval “Evaluación estratégica de salud”, publicado en octubre pasado.
A pesar de los datos, los representantes de Morena se empeñan en eludir este fracaso y buscan argucias para justificar el fallo, por ejemplo, el secretario de Salud, Jorge Alcocer, dijo que desde finales del año pasado ya se trabajaba el proyecto de reforma a la Ley General de Salud para asegurar el nuevo esquema IMSS-Bienestar, el cual será -según sus propias palabras-, el nuevo pilar del sistema nacional de salud para garantizar atención y medicamentos gratuitos a las personas sin seguridad social y que, por tanto, terminó el ciclo del Insabi.
Lo que queda claro es que como muchas de las ocurrencias del presidente de México, el Insabi no estaba sustentado en bases sólidas, ni estaban claras sus reglas de operación, es decir, en su afán de querer suprimir todo lo que oliera a conservadurismo de los gobiernos anteriores, Andrés Manuel arrasó parejo para imponer su nueva estructura, sin embargo, su error fue no analizar qué si servía y qué no, y en caso de lo que no funcionaba, presentar, avalado por expertos en la materia, nuevos proyectos, superiores, que garantizaran los resultados esperados. Caprichos y nada más.
Tal parece que nuestro presidente no se ha dado cuenta que la realidad no funciona por decretos, (como la extinción del neoliberalismo en México). Se requiere un estudio científico de la realidad, de los problemas y cualquier fenómeno para poder, entonces sí, proponer soluciones serias que en verdad puedan tener algún éxito, de lo contrario, el único afectado con las ocurrencias diarias de políticos como los de Morena, es el pueblo pobre que día a día padece los males como la falta de organismo que le pueda garantizar su derecho a la salud.
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