MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Por los estudiantes caídos, las autoridades deben atender necesidades de los vivos 

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Hace ya 54 años, de que el Estado mostró su rostro más feroz y atroz, con su capacidad de represión, acoso, intimidación e incluso muerte a manos de aquellos, quiénes deberían garantizar a la comunidad estudiantil todos los medios suficientes para una educación de calidad.

El Movimiento del 68 sí nació de manera espontánea, nadie lo convocó; sin embargo, tuvo un alcance que no se ha vuelto a ver en México, pues se integraron no únicamente los estudiantes sino un buen porcentaje de la masa popular que creían encontrar en este movimiento, eco a sus propias demandas, en ese mar de gente que se unía por sus reivindicaciones.

Sin embargo, por esta misma característica, sus demandas eran, al mismo tiempo, espontáneas y no llegaban al núcleo de poder consignar una demanda como la unicidad de sus malestares generales y se basó, sobre todo en demandas políticas.  

Aún así, promovió la democracia mexicana obligando a abrir el campo a nuevas libertades concediendo eco a voces que parecían apagadas pero que tenían mucho qué decir.

Lo que ha dejado en claro el movimiento del 68 son dos cosas. La primera, que indudablemente el estado al verse afectado puede mostrar su peor cara y lo sigue haciendo y la segunda que es lo que más rescatamos del movimiento estudiantil de 1968, que el pueblo puede masificarse, puede unirse y puede luchar juntos y unidos contra los enemigos del pueblo.

La Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, ese 2 de octubre se vistió de sangre y ha sido esta misma sangre la que ha fecundado la tierra y emanado de esta lucha se ha obtenido la cosecha de frutos fértiles y suculentos que han llegado a la conciencia de jóvenes que el día de hoy, se reúnen en torno de un movimiento estudiantil más cohesionado y cercano a la realidad del pueblo mexicano.

A más de 50 años, el aparato estatal sigue siendo el mismo y la represión en contra de los estudiantes humildes que plantean un futuro diferente y la mejora de sus condiciones se sigue presentando. La superestructura estatal materializada ahora en la secretaría de educación pública se ha convertido en un circo en el cual sus integrantes presumen su ignorancia, falta de capacidad y escalón político.

En nuestro estado, por ejemplo, vestidos de siervos de la nación hemos visto gestores educativos atacar y reprimir a los propios estudiantes a la célula de nuevos ciudadanos que deberán entregar su fuerza y energías a erigir una nueva sociedad a costa del pago de favores políticos abanderados por una mancha guinda en sus uniformes.

Es cierto que poco ha cambiado, pero por eso, el día de hoy se vuelve más que importante y fundamental, la constitución de un movimiento estudiantil real, que atienda las necesidades reales de los estudiantes humildes y que luche encarecidamente por el cumplimiento de sus consignas, llevando cobertura estudiantil a dónde se necesite, y luchando también por educación de calidad, por aulas y pisos dignos, por mejores instalaciones y, sobre todo, por una educación crítica, científica y popular.

Por eso, el día de hoy y al margen del recuerdo de los estudiantes combativos del dos de octubre demandamos a todas las autoridades que atiendan las demandas estudiantiles reales y que representen con dignidad el cargo que ocupan, que dejen a un lado los intereses viles y siniestros de escalonar políticamente y el compadrazgo que se retribuye cuando son autoridades y que terminan por afectar a la comunidad estudiantil. 

No hacerlo significa una traición a la patria y al propio ejercicio de su representatividad y el pueblo, este mismo pueblo se los demandará, y de el sueño gritaran justicia los cuerpos inertes que agrietarán las paredes de sus oficinas y harán valer la voz estudiantil. Que valga.

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