“Las perspectivas mundiales de los mercados de trabajo se deterioraron considerablemente durante el año 2022. Estas difíciles circunstancias persisten en todo el mundo importantes déficits de trabajo decente que quebrantan la justicia social”, inicia así el informe, de reciente creación, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), titulado Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: tendencias 2023, que analiza la situación económica mundial por regiones según el comportamiento económico del año pasado y el actual.
El informe enfatiza que las precisiones antes mencionadas son el resultado de los niveles altos de informalidad y pobreza de los trabajadores después de la pandemia, aunado al estancamiento económico de algunos países como el nuestro en el cual además no se general políticas que mitiguen los efectos internos de las causas internacionales. En México, la actual crisis económica, los elevados precios, las tazas de inflación, las carencias laborales, los deficientes salarios y las nulas políticas aplicadas por nuestros gobernantes, llevan a los mexicanos a condiciones de injusticia social que los obligan a elegir entre el empleo mal remunerado, el empleo informal sin seguridad ni protección social o hundirse él y su familia en el hambre y la miseria.
El documento expresa que “se calcula que en 2022 el número de trabajadores que vivían en situación de pobreza extrema era de 214 millones, lo que corresponde al 6.4 por ciento de las personas empleadas… a falta de avances significativos que rompan el estancamiento, será imposible cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible, la erradicación de la pobreza en todas sus formas” y agrega que “como los ingresos nominales procedentes del trabajo no crecen al mismo ritmo que la inflación, la crisis del costo de la vida puede sumir a un mayor número de personas en la pobreza”. Esto es precisamente lo que vivimos en nuestro país. Si bien hemos tenido un crecimiento de empleo del uno por ciento, el porcentaje es demasiado bajo comparado con el del año anterior, que de por sí ya era bajo (2.3 por ciento), y con la elevada desigualdad y pobreza que se vive en el país que exige políticas económicas y sociales serias. En este sentido, nada hacen nuestras autoridades más que inventarse nuevas políticas y medidas que en nada aportan al bienestar de los mexicanos.
En primer lugar, el gasto social en el paquete económico 2023 no está orientado a abatir la desigualdad en México, al contrario, se inclina más a la carrera por las elecciones presidenciales que a abatir los problemas sociales más acuciantes como la salud, la educación, la seguridad, el medio ambiente, obras y servicios. Por otro lado, si bien aumentó el salario mínimo este año, los bolsillos de las familias mexicanas siguen vaciándose debido a que los 207 pesos no les alcanzan para los elevados costos de la canasta básica y menos para darle educación a sus hijos, para proveer de salud a sus familias, para pagar la prestación de servicios como la luz y el agua. Es decir que esta medida carece de efectividad o de objetivo ya que no soluciona en nada el problema que le da razón de su existencia.
En tercer lugar, están los tan mencionados y defendidos programas sociales. Hace no mucho Andrés Manuel, frente a los foros que tanto utiliza para seguir haciendo campaña a favor de su partido y denigrar a cualquiera que no esté de acuerdo con sus políticas, hizo una declaración que ha prestado foro a varios amantes de la pluma debido a las implicaciones que esta encierra.
En el contexto conocido de elogiar sus buenos actos, dijo que “ayudar a los pobres es estrategia política”, y en esta frase por demás es claro que convicción no es el motor principal de sus políticas, si no que la conveniencia ocupa este lugar. Pero además, estos apoyos no llegan a la población que realmente lo necesita, no funcionan correctamente y al frente de estos ponen a personal sin experiencia.
En fin, la situación nacional, tanto social como política y económicamente, no demuestra un trabajo arduo o somero de cuatro años por parte de las autoridades que dijeron trabajar por el pueblo en 2018. La crisis y estancamiento económico nacional y las políticas necias del gobierno tanto económicas como sociales, han llevado a más mexicanos a sufrir las consecuencias de hambre, pobreza, desempleo o empleo informal, desinformación, enfermedades e incluso a ser más dependientes de los programas sociales que ofrece el gobierno, mismos que, como queda claro en la declaración de Andrés Manuel López Obrador, le sirven como estrategia política.
Es decir, este gobierno está creando un ejército de pobres que dependan, casi exclusivamente, de lo que les ofrezca el gobierno. No es que esté trabajando por lo pobres, lo vemos en la ausencia de oportunidades, en la cantidad de vidas perdidas por las políticas de austeridad y los niveles de pobreza a nivel nacional, si no que todos y cada uno de los movimientos que hace Andrés Manuel y sus fieles seguidores, como los antes mencionados e inclusos sus modificaciones al proceso electoral, tienen un único fin: el ganar las próximas elecciones cueste lo que cueste. No dejemos que sigan manoseando el país, gobernantes improvisados como este. Que 2024 sea nuestro, que sea de los que crean la riqueza, de los trabajadores. Él ya tuvo su oportunidad, ahora le toca al pueblo.
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