MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pobreza, desigualdad, rezago, desempleo, las otras pandemias que viven los pobres de Yucatán

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La crisis sanitaria que aún azota a la humanidad entera, se transformó en una crisis económica y social que impacta, gravemente, a la población mexicana, y aceleró los males existentes en el país. Instituciones como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) prevén en México un incremento en el número de pobres de 2.5 millones, este 2022, es decir, mayor pobreza que ampliará las brechas de desigualdad y rezago en las áreas más sensibles para la población en general, pero con efectos desproporcionalmente más fuertes para los grupos vulnerables.

Previo a la pandemia de covid-19, millones de hogares mexicanos vivían en condiciones verdaderamente precarias, donde varios de los integrantes tuvieron que trabajar porque los ingresos no eran suficientes y en muchos casos, la comida, el vestido, la salud, la educación, la vivienda representaron verdaderos lujos que no se podían dar, ahora cuando la emergencia sanitaria disminuyó, los males que sufren las familias pobres se incrementaron considerablemente.

Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), indican que el porcentaje de la población que se ubicó en situación de pobreza incrementó y que el número de personas que padecen necesidades básicas, entre 2018 y 2020, pasó de 51.9 a 55.7 millones, 3.8 millones de mexicanos más. Si a estos datos agregamos la situación del desempleo, los bajos salarios, la inflación y el encarecimiento de los productos que conforman la canasta básica, encontramos que la brecha de desigualdad se disparó y el rezago económico lacera la vida de los sectores más desprotegidos.

En Yucatán, un estado donde sus gobernantes se ufanan en pregonar que en la entidad ya no habla de recuperación económica, sino de crecimiento económico, porque mientras el país crece a una tasa de 5.9 por ciento, en Yucatán estamos creciendo al 8.1; uno de cada dos yucatecos vive en condición de pobreza y al menos 263 mil 700 personas viven en pobreza extrema; situación que empeora por la inflación que no se detiene.

Las principales carencias sociales que sufren los yucatecos, según el Coneval, son la falta de seguridad social (49.9 por ciento), falta de acceso a los servicios de salud (24.7 por ciento), rezago educativo (21.8 por ciento); también, el 12 por ciento de los yucatecos no cuenta con calidad y espacios de la vivienda, el 34.6 por ciento no tiene acceso a los servicios básicos en la vivienda y el 24.6 por ciento ve limitado su acceso a la alimentación nutritiva y de calidad.

Tan solo en Mérida, la capital del estado y ciudad más poblada, que alberga al 45 por ciento del total de la población de la entidad, 241 mil 512 personas viven en situación de pobreza y 27 mil 572 personas en pobreza extrema, destacando como factor primordial en las carencias, los bajos salarios que provocan el incremento del número de personas que viven por debajo de la línea de pobreza por ingresos y que no le alcanza para cubrir al menos los productos de la canasta alimentaria.

En parte, esto se explica porque Mérida es de las ciudades más caras del país; ocupa el sexto lugar. Tan solo en el pasado mes de octubre, la inflación alcanzó el 9.67 por ciento por arriba del 8.41 registrada en el país, según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi); el problema es que el incremento en los precios se da principalmente en las mercancías alimenticias, la electricidad, la gasolina de bajo octanaje y negocios de comida entre otros. 

Por tanto, la bonanza y el mejoramiento en las condiciones de vida de los yucatecos a la que hacen alusión las autoridades contradice la realidad; ejemplos claros de pobreza y pobreza extrema se presentan en la zona sur de Mérida, en particular en las llamadas zonas de invasión que están pobladas por personas de bajos recursos quienes no cuentan con los ingresos necesarios para adquirir una vivienda segura.

Las familias que habitan estos terrenos viven en casas improvisadas, hechas con palos, lonas y láminas de cartón, expuestos a la basura, a enfermedades y a las inclemencias del tiempo, pero siguen ahí, porque no tienen opciones que les permita salir de esa situación, pues apenas y si tienen para comer, así se entienden las cifras manejadas por la organización asistencial Banco de Alimentos, ubicada en dicha zona de la capital yucateca, que de 2018 a 2020 el padrón de beneficiarios se triplicó, pasando de nueve mil 800 personas que cada quincena adquieren una despensa económica a casi 30 mil yucatecos.

Pero para enfrentar la pobreza, la desigual, el rezago, el desempleo, los bajos salarios, las otras pandemias que sufren los pobres, se necesita que estos concienticen la necesidad de poner fin a esta situación, se organicen y como un solo hombre, luchar por cambiar esta situación y no esperanzarse a que los gobernantes o sus patrones lo hagan, está más que probado que esto no ocurrirá.

En este contexto, desde Baja California hasta Yucatán, el Movimiento Antorchista, llama a los pobres del país a unirse por la construcción de un nuevo proyecto de país, capaz de dar a sus ciudadanos una vida verdaderamente humana: comida, vestido, vivienda, salud, educación, deporte y cultura y no tarjetas que condicionen su voto a la hora de elegir a sus gobernantes y que lo sumergen cada vez más en una miseria criminal.

Los yucatecos desvalidos tenemos que sumarnos a este gran torrente social que es el antorchismo nacional porque, en la lucha social -como afirmó el gran Roque Dalton, poeta salvadoreño- “también por la semilla, se llega al fruto, al árbol, al infinito bosque que el viento hará cantar”; así, la lucha y la suma de voluntades de todos los mexicanos antorchistas llevará a esta patria tan sufrida a mejores condiciones. 

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