He escuchado a algunos opinar que pareciera que Andrés Manuel López Obrador, y los principales dirigentes del partido en el poder, tal vez, realmente creen que tienen derecho y obligación para hacer uso de los métodos que sean en su propósito de imponer la que llaman “cuarta transformación”, su proyecto de nación, y que tal objetivo justifica cualquier medio, así sea antidemocrático, ilegal, inmoral o inconfesable, etc., pues todo se justifica para sortear los obstáculos que se encuentre en su camino y someter, como sea, a las fuerzas que se le oponen en tan elevado propósito.
Con todo respeto, no lo creo, estoy más bien seguro de que, en efecto, las criaturas de Morena sí son capaces de recurrir a lo que sea, sin sentir ningún escrúpulo, por sucio que sea, para imponer sus acciones de gobierno, pero con la consciencia clara de que sus objetivos poco o nada tienen que ver con un proyecto de nación progresista, diferente al que existe actualmente, ni con elevados propósitos morales y sociales que en realidad no profesan, aunque lo declaren a los cuatro vientos. Mienten, y no sienten vergüenza, siempre y cuando puedan seguir engañando a la opinión pública para hacer aparecer hasta la más condenable de sus acciones como un acto sublime de la cuarta transformación.
Los ejemplos son lastimosamente crueles e innumerables, baste mencionar los más de dos mil niños que han fallecido, y que no debieron fallecer, por falta de medicamentos para tratar el Cáncer; las más de 300 mil muertes por Covid-19 de las que, según opiniones de expertos, por lo menos las dos terceras partes no hubieran sido si el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador realmente se hubiese preocupado por el pueblo; la pandemia de Covid-19 ha provocado un exceso de 595 mil 263 muertes en México (datos hasta noviembre de 2021), lo que representa un incremento de 46.5 por ciento con respecto a los fallecimientos esperados; y un sin número de tragedias provocadas en todo el territorio nacional por la criminal “austeridad republicana”, recortes a presupuestos, extinción de programas, fondos, fideicomisos y sub ejercicios en instituciones de salud, sin importar un comino la desatención y desabasto de medicamentos para atender al pueblo, a lo largo de toda la pandemia y sigue.
Todos esos “ahorros”, recortes, extinciones y subejercicios no fueron para amarrar las manos a la corrupción, que avanza rampante de la mano de la 4T, sino para convertir ese dinero no gastado en “ingresos adicionales” para el Gobierno Federal, los cuales se destinaron a las mega obras, en las que gastó más de lo autorizado por el Congreso en el Presupuesto de egresos de la Federación (PEF) 2021. En la Refinería de Dos Bocas, por ejemplo, se gastó más de $123 mil millones más de lo programado. En los programas sociales NO se gastó ni un peso extra, al contrario, en ellos también hubo subejercicios. No, AMLO no está gastando en Educación, Salud, ni en programas sociales, ni en los más pobres. AMLO ni está ni cree estar combatiendo a la corrupción o haciendo justicia a los pobres; el Presidente y su cohorte de oportunistas saben perfecta y perversamente que no están transformando nada. Y si alguien creía que para 2022 es diferente, ya demostré en mis dos colaboraciones anteriores que es todo lo contrario, que va a ser peor y ya desde principio de año se está sintiendo. Debe hacerse a la idea, amigo lector, la cosa va a empeorar.
Esto lo menciono porque sigue siendo urgente que los mexicanos abran bien los ojos y se den cuenta que López Obrador y su 4T son un engaño. Verlo con claridad es paso necesario para corregir el camino, para hacer que la política pública mexicana realmente tome rumbo hacia adelante. Es cierto que ya se aprobó el PEF 2022, que Morena sigue teniendo mayoría en el Congreso y que no se ve ni el más pequeño atisbo de aceptación de errores, condición indispensable para corregir; podemos esperar, sin duda, que las cosas se van a poner peor. Pero comprender que los nuevos paladines de la transformación no son sino los mismos de siempre con piel de cordero nos permitirá comprender que el cambio no está en sus manos, que sus errores no son errores, sino políticas perversamente premeditadas y regresivas, solo que con careta de revolucionarías.
Hoy los personeros de la 4T, ensoberbecidos, asedian a sus oponentes, y lo hacen no como un acto revolucionario para defender la “transformación”, sino como un acto de represión y, por lo menos en los casos de las agresiones y amenazas en contra de los antorchistas de diferentes partes del país, como una persecución premeditada; es decir, saben que nuestros compañeros son inocentes pero siendo incapaces de derrotarlos en buena lid en el debate y en los resultados, los calumnian, les fabrican delitos, inventan acusaciones y usan la ley como garrote para tratar de acalambrarlos y, si no funciona, recurren a la amenaza velada y, al igual que los gobiernos más reaccionarios y violentos, a la agresión física y el crimen. No se trata, otra vez, de ningún error o malentendido, sino de una premeditada e inescrupulosa persecución hipócrita y pervertida. Así se explican, entre otras, los delitos inventados, las amenazas e intimidaciones en contra de nuestros compañeros dirigentes en los estados de Veracruz y Oaxaca, Ing. Samuel Aguirre Ochoa y Lic. Dimas Romero González, respectivamente, a quienes quisieran ver abandonando la lucha y las justas causas de los más humildes en sus estados.
Pero se equivocan, pues los antorchistas ya no nos asustamos ni con el petate ni con el muerto, conscientes de que nuestros compañeros son personas cabales cuya actividad ha sido siempre respetuosa de las leyes y que quienes los persiguen han demostrado su perversidad con saña y agresividad inauditas, lo que demuestra sus malas intenciones.
No vamos a lograr que este 2022 sea de prosperidad y felicidad, no nos engañemos, pero siempre podremos empezar a corregir, en cualquier instante, desde que nos dejen los malos políticos hacia adelante, sin importar lo maltrechos que nos hayan dejado, siempre y cuando no nos quedemos paralizados y en shock, sino siempre con el alma viva, la mira al frente y claros de que la salida siempre es hacia adelante.
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