La pandemia de SARS-CoV-2 ha motivado una descomposición en el tejido social y el desmantelamiento de múltiples creencias y hábitos de consumo, con ello, ha puesto contra la pared el acceso a la cultura, mismo que ya históricamente estaba menguado por considerar que la actividad cultural es improductiva o irrelevante.
La priorización del consumo hacia lo que se asimila como estrictamente necesario ha reforzado argumentos como: ¿quién podría necesitar de una poesía, baile, teatro o cualquier otra obra de arte?, muy a pesar de que, en contraparte, existe una necesidad imperante de expresión. Luego entonces, ¿cómo impulsar el deleite o práctica de la cultura y el arte, y para qué, frente a esta situación?
Pues bien, a lo largo de la historia humana el hombre, así como el arte son la esencia de todas las sociedades. Los hombres que son quienes construyen las grandes ciudades y logran transformar la nada en un paraíso utilizando la creación (que es arte) que lleva implícita la edificación de un lugar donde vivir plenamente. En su intento de edificación de la sociedad, siempre ha necesitado de las bellas artes. Claros ejemplos del gran desarrollo son las civilizaciones antiguas como los sumerios, egipcios, griegos, Imperio chino y el Imperio romano entre otros, mayores exponentes de todo tipo de arte al que podamos referirnos y, si hacemos un análisis somero de por qué las civilizaciones han logrado trascender en la historia, podemos ver varias vertientes: por su capacidad organizativa, sus avances tecnológicos y sus expresiones artísticas. En ese contexto entonces es importante elevar la posibilidad de que la gente no solamente tenga acceso al arte y a la cultura, sino que también tenga la posibilidad de expresarse a través de las disciplinas.
Pero, con el paso el tiempo a la par de edificar un lugar hermoso donde vivir, el hombre se fue transformando de un ser multilateral en especialista de un solo arte, es decir en un hombre unilateral y cuando antes podría usar todas sus capacidades, ahora solo se constriñe a una tarea específica en el mundo de la producción de la sociedad capitalista que es la que estamos viviendo hoy.
Ante esto, vemos que el hombre sufre una mutilación de sus capacidades, ya que se va degradando la capacidad de sentir, de vivir la vida. Sufre una mutilación de su espíritu y ahora se sumerge en el alcohol, las drogas y malos hábitos que se le presentan como atractivos ante la problemática social y aunado a eso, depresión y estrés causados por el encierro que arrastró consigo la pandemia e incluso algo más terrible aún, pensar en el suicidio.
Entonces, ante esta terrible disyuntiva, está más que comprobado que la práctica del arte, de cualquiera que sea, son uno de los remedios más contundentes para reparar los daños ocasionados, pues es una manera superior de vivir, es una vida mucho más rica y múltiple espiritualmente hablando. En mi caso, como maestro del folclor mexicano de danza y baile y como bailarín que un día fui, puedo dar constancia de ello, pues uno es libre cuando expresa lo que siente en lo más hondo del alma, el arte nos vuelve tan sensibles que es más fácil comprender la problemática social y por tanto orilla a plantear una solución.
A mi punto de vista, retomar la parte cultural va un poco de la mano con el ansiado regreso seguro a clases, ya que ahí es precisamente donde se puede con mayor facilidad impulsar el arte y la cultura. Sin embargo, a México le hace falta un gobierno que se preocupe por estas cuestiones y se trace como meta elevar a su población, educándola mediante el arte.
Vemos, en contraparte, cómo la visión del Gobierno se ha volcado en querer retomar la normalidad sin asegurar la inmunidad mediante la vacuna y se ocasiona un desastre perpetuado que se nota con los repuntes, los semáforos que no cambian de color y las olas de contagio, y en el nulo apoyo a las instituciones y recortes presupuestales absurdos en áreas como la cultura para la atención a la pandemia, que al final no se atiende bien.
El arte, el deporte, la ciencia, la tecnología, así como la organización social, son la base para crear una nación soberana, eso es lo que debería mantener ocupado al gobierno si es que se quiere librar de la pandemia y del colapso de la economía, de lo contrario la brecha entre los que están necesitados de alimento espiritual será cada vez más amplia y veremos la tragedia de nuestra sociedad convertida en normalidad.
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