Todos los días nos enteramos a través de la prensa, radio, televisión y redes sociales, cómo los principales conductores de los noticiarios de México y el mundo, furibundamente critican y condenan las acciones de algunos gobiernos como el de Miguel Díaz-Canel, de Cuba, igual que hicieron en su momento con Fidel y Raúl Castro, contra Daniel Ortega de Nicaragua y últimamente contra Nicolás Maduro, de Venezuela, a quienes califican de antidemocráticos, dictadores, represores, asesinos y una larga lista de calificativos, apoyándose en personajes como Javier Milei de Argentina, Nayib Bukele, de El Salvador y los supuestos izquierdistas, Gabriel Boric de Chile y Lula da Silva de Brasil. Y lo dicen con tanta seguridad y contundencia, que la gran mayoría de los inocentes que los ven o los escuchan, no les queda ninguna duda de que dicen la verdad.
Caen rendidos, aceptan y repiten donde tienen oportunidad, las mismas patrañas y adjetivos que escucharon: “Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, por ejemplo, es sin ninguna duda: un malvado, antidemócrata y represor”; y no hay poder humano que los convenza de lo contrario, aunque no tengan pruebas.
Nada dicen los comunicadores y dueños de los medios críticos, por ejemplo, de las más de 540 medidas restrictivas, sobre todo de tipo económico, contra Venezuela, con el claro objetivo de bloquear su desarrollo y provocar caos entre el pueblo y su gobierno.
¿Pero estos críticos comunicadores, se han preocupado siquiera por mencionar que detrás de estos fustigadores gobernantes están los intereses de los países integrantes de la Unión Europea y Estados Unidos, quienes utilizan organismos internacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA), supuestos promotores de la democracia, la paz y la seguridad de los países del mundo para sacar ventajas, con la imposición de estrategias económicas, políticas y militares para apoderarse de sus riquezas naturales? ¿No lo saben, o se hacen? Desde Ginebra, la ONU reprueba las elecciones en Venezuela y critica al Consejo Nacional Electoral de ese país por considerar que “no cumplió” las medidas básicas de “transparencia e integridad” en las elecciones presidenciales del 28 de julio. Y desde Washington la OEA hace lo propio: aprobó un proyecto de Resolución encabezado por Estados Unidos que condena el supuesto “fraude electoral” y la “represión” ilegales cometidos por Nicolás Maduro en Venezuela.
Y mientras ambos organismos a la orden de Estados Unidos y la UE, temerosos ante el posible surgimiento de una nueva sociedad, menos injusta que promueven entre otros países, China, Rusia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, autoritariamente ordenan al gobierno del presidente Nicolás Maduro “el respeto de los derechos humanos, la voluntad soberana del electorado y la verificación imparcial de los resultados, la credibilidad y legitimidad del proceso electoral” hasta que les guste a ellos, aunque para nada explican su política de represión y bloqueo a los gobiernos y el pueblo de estos países. Nada dicen los comunicadores y dueños de los medios críticos, por ejemplo, de las más de 540 medidas restrictivas, sobre todo de tipo económico, contra Venezuela, con el claro objetivo de bloquear su desarrollo y provocar caos entre el pueblo y su gobierno.
Nada dicen los indignados y enardecidos comunicadores, “defensores” de la democracia y los derechos humanos, de los más de 36 mil 500 palestinos asesinados hasta el mes de julio en la Franja de Gaza por el fascista régimen de Israel, en complicidad con el gobierno estadounidense y de la Unión Europea, de los más de 700 asesinatos cometidos en un mismo día, el 70 por ciento de ellos mujeres y niños. ¿Por qué no se indignan los periodistas, conductores de los medios de comunicación, sobre todo de televisión, y denuncian cómo, Estados Unidos, que dice defender la democracia y los derechos humanos, da luz verde para vender a Israel 50 cazas F-15X, incluye 30 misiles de alcance medio; 33 mil cartuchos para tanques; 50 mil morteros y vehículos tácticos, los mejores para matar inocentes?
Mucha razón tiene el filósofo y profesor de lingüística del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Noam Chomsky cuando señala que los poderosos estadounidenses apoyan la democracia que apoya a dictaduras según se ajusten a sus intereses; defiende la libertad de expresión, pero reprime a ciudadanos que exponen abusos del gobierno.
Condena la corrupción, pero la permite cuando la necesitan; estigmatizan los extremismos religiosos, pero los crea para ajustarlos a sus intereses; declara una guerra contra las drogas, pero se beneficia de la venta de armas; se presenta como “guardián mundial” pero crea guerras para activar su economía a partir de los dividendos que reporta su sector militar, balístico y tecnológico.
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