No hay duda de que el triunfo electoral de morena hace dos años, corresponde a la necesidad de que en nuestro país se den cambios en la estructura política y económica en provecho de millones de trabajadores que empobrecidos por los bajos salarios y por la nula atención de sus carencias de servicios que deben prestar los gobiernos, confiaron en el discurso que López Obrador propagó entre los mexicanos y en el que ofreció precisamente resolver todos los males en el que naufragan los trabajadores. Sabemos que erradicar la pobreza con todos los males que provoca, no es una empresa fácil, este anhelo ha estado presente en las diferentes épocas de la humanidad y ha sido la preocupación de grandes hombres y mujeres de extraordinaria sensibilidad e inteligencia, gracias a los cuales conocemos que la tarea de liberar al pueblo de las cadenas de la pobreza es posible, cumpliéndose, desde luego, una serie de condiciones derivadas del conocimiento de la realidad económica, política y social del sitio en que se disponga a levantar el proyecto de liberación para dar paso a la construcción de una nueva realidad en la que el pueblo viva dignamente.
Los ofrecimientos de López Obrador convencieron a millones de pobres que esperaban, algunos todavía lo esperan, que ahora si su situación de penurias terminara. Otros millones se mantuvieron dudosos, y otros millones de mexicanos, entre los que nos encontramos los antorchistas, nunca le creímos, porque el origen que le da a la vida de empobrecimiento del pueblo mexicano es equivocado y por tanto recorrer el camino que marcó para lograr erradicar la pobreza entre los mexicanos, no llegaría al objetivo trazado. Basó su proyecto, en el fin de la corrupción y en la honradez a toda prueba de él y de sus colaboradores para ejercer un gobierno ejemplar que repartiría sin intermediarios, la riqueza que antes los malos gobernantes y ricos del país le robaban al pueblo, llegó al extremo de afirmar de que en México la acumulación de la riqueza en manos de los ricos no era producto del trabajo no pagado al trabajador, a su explotación, sino de la corrupción, afirmando que la teoría del origen de la plusvalía del "Maestro Marx" aquí no aplica. Este pensamiento erróneo de origen, que adereza con discursos repetitivos, aplicado a la realidad de los problemas del país no resuelven los males de la pobreza, sino que los incrementan, con el consiguiente aumento del sufrimiento de los trabajadores.
Partiendo, como se sabe, de que el combate a la pobreza requiere grandes cantidades de recursos económicos, López obrador dijo que una buena suma se de esos recursos, los obtendría del combate a la corrupción y de la austeridad de su gobierno. En el mes de agosto de 2019 en Chignahuapan, Pue. informaba al país que su gobierno ya había ahorrado 500 mil millones de pesos, mismos que le ayudarían a cumplir todos los compromisos que había adquirido en su campaña, esta información resultó ser una de las muchas mentiras del presidente, pues esos recursos no se reflejaron en los ingresos de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP), peor aún, por esos días el titular de la Unidad de Planeación Económica de la SHCP, Alejandro Gaytán, declaró que tomarían 120 mil millones de pesos del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP) para compensar la menor recaudación que habría en el primer año del presidente López Obrador, derivada de menores ingresos petroleros y tributarios. Los números no le salieron al presidente, y por tanto, tampoco hay desarrollo y bienestar en el pueblo mexicano como asegura cada vez que habla del tema. Es del conocimiento común, que, para dignificar la vida del pueblo empobrecido, el gobierno debe contar con finanzas fuertes, resultado de una economía próspera del país, fruto a la vez, de la inversión privada y social que promueve el empleo y paga salarios decorosos. Pero esto no pasa en México, aquí no se generan empleos y se han perdido miles en estos tiempos de pandemia, la economía decrece y las arcas de la SHCP se vacían en los proyectos inviables del presidente, que agobiado por la falta de recursos ordena que se tomen del FEIP, de los Fideicomisos y de préstamos ante el Banco Mundial (BM), como sucedió recientemente. En estos dos años de gobierno de la 4T, al presidente no solamente no le cuadran los números de sus finanzas para contar con recursos económicos suficientes para aliviar los problemas de los mexicanos, también su política de seguridad no funciona, los delitos y homicidios han alcanzado niveles catastróficos, pero él dice que todo va bien y que en esta materia su gobierno a avanzado mucho. Sigue sosteniendo que gobierna para los pobres de esta patria, pero en las comunidades y colonias donde estos habitan, no se construyen viviendas que dignifiquen su vida, no se pavimentan calles, no se construyen sistemas de drenaje, tampoco se edifican escuelas, hospitales, canchas deportivas. El discurso del presidente sometido a la realidad, no pasa la prueba.
La transformación que requiere nuestro país no la veremos con el gobierno de López Obrador, su error de origen hundirá su proyecto y con él las esperanzas de quienes aún esperan resultados efectivos, lamentablemente entre mayor duración tenga este gobierno, provocará daños mayúsculos que se reflejaran en el deterioro de la vida del pueblo. Es por eso que quienes consideramos que el poder político ejercido con eficacia desde un gobierno progresista, puesto sin falsedades al servicio del pueblo, debemos desenmascarar al apóstol de la demagogia personificado en el gobierno de la 4T, para que esta época oscura no vaya más allá que las circunstancias y las leyes le dieron. Los festejos austeros y poco visibles que los militantes de morena hacen en este tiempo de su histórico triunfo electoral, corresponden a los resultados negativos de su gobierno. En efecto, en dos años de gobierno, nada que festejar.
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