MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Nuevas administraciones municipales y viejos problemas

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El pasado 15 de octubre tomaron posesión de sus cargos las nuevas administraciones municipales en Colima; y con estos eventos oficiales, aunque se oculten las verdaderas intenciones, se da formal arranque a la frenética carrera para conseguir la máxima gubernatura estatal. Es algo ya muy conocido entre el argot político general, que, de entre los nuevos personajes que desfilaron en esta pasarela de las vanidades, puede estar el siguiente gobernador o gobernadora de la entidad.

 Una revolución (o transformación) que se pretende llevar a cabo sin tomar en cuenta al pueblo, no es revolución ni es nada; como no sea un insolente engaño.    

En relación a todo esto, hay algunos comentarios que quisiera dejar aquí como aportación voluntaria a la opinión pública: Primero, veamos como quedaron ordenadas las fuerzas políticas en el estado, mismas que serán la base sobre la cual se apoyarán todos los partidos políticos y sus alianzas para la batalla que viene.

Los datos oficiales que conocemos del INEGI dicen que la población total de Colima suma 731 mil 391 habitantes, el 0.6% del total del país; de estos, es sabido que 614 mil 146, el 84%, se concentran en cuatro municipios: Colima, Villa de Álvarez, Tecomán y Manzanillo; mientras que 117 mil 245, el 16% restante, están repartidos en los otros seis municipios, aunque de ellos, 15 mil 854, el 2%, están en Minatitlán (10 mil 231) e Ixtlahuacán (5 mil 623).

Conforme al resultado electoral reciente, vemos que las principales fuerzas políticas que compitieron se repartieron los municipios más poblados; Morena gobernará Tecomán y Manzanillo, es decir, a 307 mil 336 habitantes; mientras que la alianza PRI-PAN gobernará Colima y Villa de Álvarez, o sea, a 306 mil 819 ciudadanos. Este es el campo de acción de que dispone cada fuerza política con miras a la elección gubernamental que viene. Dependerá ahora de la efectividad de las acciones de cada administración municipal, el obtener para su bando la mayor cantidad de votos posible.     

Suponiendo que el porcentaje de la población coincida con el porcentaje del futuro padrón electoral, y que cada administración municipal logre con su trabajo conquistar para su bando la mayor cantidad de votos de sus gobernados, vemos aquí entonces que la competencia puede estar muy cerrada e indefinida. La diferencia a favor, por lo tanto, puede estar en el resto de los municipios.   

En relación a esto último, tenemos que Morena y sus aliados gobernarán a Armería, Minatitlán, Ixtlahuacán, Comala y Cuauhtémoc, es decir, a 96 mil 408 habitantes más; mientras que la Alianza PRI-PAN sólo a Coquimatlán, o sea, a 20 mil 837 ciudadanos. Aquí ya se nota bien una diferencia muy grande a favor de Morena en cuanto a campo de acción.

Pero en política electoral, como en todos los fenómenos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, no se pueden juzgar conforme a su carácter estático, es decir, sin su movimiento intrínseco. De Heráclito de Éfeso aprendimos el término “Panta rei”, es decir, que todo fluye, y que el devenir está animado siempre y fatalmente por el conflicto.

En relación a los datos que ofrecí líneas arriba, yo hablo sólo de un panorama político estático, sin movimiento alguno y sin tomar en cuenta los conflictos propios del fenómeno. Esas condiciones hablan sólo del campo de acción que se les ofrecen a las fuerzas políticas que competirán, y calificar el fenómeno sólo con eso, no ofrece en realidad ninguna posibilidad de triunfo para nadie.

El resultado electoral dependerá también de otros fenómenos que inevitablemente van a influir en el devenir electoral. No olvidemos nunca la concatenación universal de los fenómenos.  Debemos también tomar en cuenta el rumbo que va a tomar la geopolítica y la política nacional, así como los fenómenos que mueven siempre e invariablemente el ánimo de los electores, que se manifiesta a través del abstencionismo electoral o renegando de preferencias electorales pasadas.

En relación a esto, y visto el panorama cuantitativo que se les ofrece a las fuerzas políticas actuales, veamos ahora el panorama social que se le ofrece al pueblo en general, y muy en especial a los futuros electores.

Leí con mucha atención los discursos con los que todas las nuevas autoridades asumieron sus cargos, y noté algo común en todos que seguramente será un oscuro presagio de lo que nos espera. Nadie dijo nada, ni por casualidad, sobre cómo se proponen enfrentar la ola violenta ni de inseguridad que padecemos por todos lados; nadie dijo nada sobre el desempleo que sufrimos, de la falta de vivienda popular, de la falta de infraestructura social, de la falta de medicinas e infraestructura hospitalaria.

Nadie dijo nada sobre la falta de infraestructura educativa que padecen nuestros hijos. Nadie dijo nada, a pesar de que estuvo ahí presente en sus discursos la Gobernadora del Estado. Este es el panorama que nos ofrece la realidad como punto de arranque.     

Y aquí termino entonces con la lección de hoy. Una revolución (o transformación) que se pretende llevar a cabo sin tomar en cuenta al pueblo, no es revolución ni es nada; como no sea un insolente engaño. Las fuerzas políticas de ahora tienen el reto inevitable de conquistar el voto del pueblo con acciones sociales efectivas. Amparados en eso, entonces, trabajemos de manera organizada para exigir de ellas el verdadero bienestar social que todos necesitamos. El voto que ellos quieren, puede ser el bienestar que nosotros necesitamos. 

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