* Los recuerdos de un pasado de violencia y miedo en Huitzilan de Serdán refuerzan el compromiso de sus habitantes con la organización que trajo paz y estabilidad al municipio
Huitzilan de Serdán, Puebla. Don José Soto Bonilla, habitante de la sección quinta de la cabecera municipal, a sus 69 años aún recuerda los sucesos ocurridos en aquellos tiempos, cuando Huitzilan vivía en una etapa de terror y sufrimiento provocado por los conflictos entre los caciques y la Unión Campesina Independiente (UCI).
La población tenía miedo de salir de sus casas, pues si salían, sabían que probablemente no regresarían vivos, ya que a los caciques y la UCI no les importaba si mataban a gente inocente, niños, adultos, mujeres, porque para ellos, el pueblo indígena de Huitzilan no valía nada.
“Nosotros sabemos todo, cómo veníamos enfrentando este problema. Es lo que decimos y es lo que sabemos porque lo vivimos. Por ahí del ochenta y cuatro, más o menos, vivíamos con miedo, de verdad; no podíamos salir, a esta hora ya te tenías que encerrar y si salías, sentías en el cuerpo un escalofrío con miedo, pues uno no sabe dónde está quién te va a matar”, expresó en su lengua materna.
“Aunque tú no tuvieras culpa, te mataban. Escuchas un disparo y era seguro que a alguien mataron”. Y entonces recuerda que llegó una luz de esperanza: la Antorcha.
“Era muy feo; no podías salir; pero gracias a Dios que se arregló, aunque muchos de nuestros hermanos perdieron la vida. Antorcha pensó en apagar el problema y apagó”.
Se pregunta: ¿Por qué vamos a dejar ahora a Antorcha? Responde: “No, no la vamos a dejar, que sepan que no la vamos a dejar. Nosotros nos damos cuenta de que vamos bien, de mi parte vamos bien; hay algunos a quienes les hace falta recordar bien lo que vivimos, porque algunos ya lo olvidaron o responden diferente, dicen que los demás también trabajarán bien, pero no saben para quién”.
Don José, quien a los 25 años de edad empezó a trabajar con Aurelio Aco en el oficio de panadero (porque Aurelio era el único señor que contaba con un horno en ese tiempo para surtir pan a la población de Huitzilan), recordó cómo eran los días en ese tiempo, pues no se podía trabajar bien, la gente vivía con miedo, esperando que alguien llegara a salvarlos de los conflictos que afectaban a los huitziltecos, ya que no sabían si al día siguiente iban a despertar.
“Antes, en esos tiempos trabajábamos, pero no siempre, no se podía trabajar todos los días. Hacía pan con don Aurelio Aco, ahí le ayudaba cuando tenía un horno, apenas lo había hecho. Después trabajé en el centro con un señor que se llamaba Eduardo Aco, me dijo que aprendiera, me pagaban cuarenta pesos al día, se vendía mucho. Cuando nos dijeron que Antorcha hizo una panadería, entonces allá fuimos a trabajar con Elías, trabajamos un buen tiempo ahí, como unos ocho años”, recuerda.
Soto Bonilla, con una expresión como si estuviera en esos días cuando vivían con miedo, nos cuenta que pedían ayuda, pues los problemas se volvían cada vez peores, pero nadie se volteó a verlos, solo la organización de Antorcha, quien a su llegada junto con un grupo de huitziltecos lograron transformar al municipio y calmar los problemas que existían.
“Si ahorita a mí me dijeran que vayamos por otro camino, no iría, porque antes, cuando en esos días vivíamos con miedo, en ese entonces no vimos a nadie, a nadie vimos; en ese entonces estábamos queriendo que alguien nos ayudara para que estuviéramos bien. Hoy en día que ya no está difícil, dicen ¡yo voy a trabajar! ¡Ahora yo quiero quedar, ahora yo sé! Pues no, esto es como cuando alguien dice que la tierra está muy fea, hay mucha hierba y espinas y hay que trabajarle. El otro que sólo vio que ya está limpio, que la siembra ya está bonita, que ya creció, entonces ya se quiere meter y ya quiere cosechar y sembrar, y quien ya limpió que ya no siembre: ¡pues no! Y así es esto, porque aquí nosotros sabemos que quien batalló mucho, quien salió a pedir los apoyos para el pueblo y las obras fue Antorcha”, aseguró.
Don José mencionó que mucha gente sabe cómo estuvieron los conflictos en Huitzilan, pero se niegan a decirlo y prefieren traicionar los ideales de la única organización que les ayudó, ya que se dejan endulzar el oído por otras personas que sólo buscan desestabilizar la paz y la tranquilidad de la que goza ahora el municipio.
No obstante, aseveró que él no traicionará, y no lo hará ya que sabe y conoce la historia de su pueblo, además de que valora la muerte de aquellos que dieron su vida para que las nuevas generaciones pudieran vivir en un municipio con tranquilidad social.
Enfatizó: “vivíamos con miedo, sí; y muchos otros también lo saben, pero les endulzan el oído y se voltean. Pero no, yo no traiciono, porque yo sé bien cómo estaba antes, y si lo hago es como si no valorara lo que hicieron los demás por nosotros. Queremos a la organización, porque no vino así nada más; tuvo que enfrentar problemas, tuvo problemas para que se pudiera arreglar el pueblo. Quieren descomponer el bienestar y luego no lo van a arreglar. Muchos de nuestros hermanos murieron y por eso nosotros así lo vemos, algunos lo ven como si los muertos ya no valieran, y no está bien, porque murieron nuestros hermanos por la paz de nuestro pueblo y por eso nosotros no traicionamos”.
Don José reconoce que hoy Huitzilan es un pueblo tranquilo y con desarrollo, pues cuenta con los servicios básicos para que la población viva en mejores condiciones.
Por ello, hizo un llamado a que nadie se aleje de la organización, ya que es quien trajo a Huitzilan de Serdán la tranquilidad. Antes, el futuro era incierto, incluso no sabían si Huitzilan existiría más adelante.
“Es necesario que nosotros recordemos esos días y no lo olvidemos para que podamos estar bien siempre, porque si lo olvidamos, después nos vamos a arrepentir y ya será tarde”, finalizó.
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