En el México actual, la bandera que tendría que asumir todo partido político o movimiento social que se considere de izquierda o en apoyo a las masas populares no es sólo la de eliminar realmente la pobreza y la miseria de la mayoría de la población al mejorar sus condiciones materiales, sino también la de proporcionarle medios para una vida elevada espiritualmente, lo cual contiene innegablemente valores morales. Esto significa que, en este caso, la moral es insoslayable de los medios materiales existentes.
?Entendemos por moral a la regulación que los individuos se dan a sí mismos, a los otros y a la comunidad a través de normas; la transgresión de éstas será responsabilidad de los mismos individuos, pues la coerción o la imposición externa es incompatible con la moral.
?A la moral ha acudido el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para remediar los grandes males del país. La problemática nacional, de acuerdo con AMLO, tiene sus orígenes en la falta de principios morales, razón por la cual el seguimiento de la “Cartilla Moral” de Alfonso Reyes sería la solución óptima a los males sociales y económicos. Esta medida ha generado la desvalorización de AMLO. Pero el menosprecio e incluso el rechazo al presidente y a su partido, proclamado de izquierda, va más allá del adoctrinamiento con mandamientos religiosos, se sostiene, entre otras cosas, en: 1) la incongruencia de su discurso y los hechos, 2) la ineficacia de sus principios y de sus programas, 3) la protección a sus colaboradores pese a que se les denuncie con pruebas, 4) la banalización de su política al hacer espectáculo en televisión.
?La reivindicación de los principios en favor de las masas populares se vuelve necesaria y urgente a la vista de la gran decepción del partido que se dice de izquierda. Se necesita, pues, una transformación real, una construcción política de la democracia, de recobrar su sentido originario, aquel que proviene de la Atenas clásica y que implica la participación de los miembros de la “polis” en los asuntos que interesan a todos, con autonomía frente al dinero y frente al poder, así, se trata de anteponer el “homo politicus” al “homo economicus”.
?Al hablar de política se consideran dos aspectos: el ideológico, que contiene los objetivos que se anhelan (como valores morales de libertad o justicia); y el práctico, que viene a ser un elemento inherente a los fines que se persiguen para que dicha política se realice y no sólo flote en el lenguaje, en este ámbito hallamos los medios, las tácticas y las estrategias para alcanzar los fines. No se puede aceptar la política sin moral, dado que se pervierte y se pierde el carácter emancipatorio; como tampoco puede aceptarse la moral sin política, pues conduce al fracaso.
?La relación justa entre moral y política es aquella en la que ambos elementos se corresponden sin perder su autonomía. En esta relación, la política está cargada de moral más allá del contenido de sus fines, al impregnar a sus sujetos de motivación para que se liberen de la pobreza; en cuanto a la moral, ésta no puede concebirse aislada de las condiciones materiales, ya que debe hallar los medios necesarios para alcanzar sus fines, es por eso que el medio moral que plantea AMLO se frustra al no encontrar las necesidades materiales satisfechas que puedan promover una elevación espiritual.
?Aún falta un partido político que establezca y relacione adecuadamente los fines y sus medios, así como los fines y la congruencia de sus militantes para alcanzarlos; sobre todo al considerar los efectos políticos que tiene la moral, ya que las prácticas incongruentes o desleales minan la confianza de los ciudadanos en los principios políticos para trabajar en la instauración de una democracia verdadera.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario