El nepotismo, señala la Real Academia Española de la Lengua, es la "Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos", es decir, que favorezcan a sus parientes con cargos públicos, concesiones económicas (licitaciones), prebendas, etc., sin tomar en cuenta los méritos o conocimientos para dichos cargos. En la antigua Roma, Pompeyo cedió a su yerno Metelo Escipión dos tropas o milicias sin importar que Escipión no poseyera habilidades en el arte militar. En la edad media, varios Papas de la Iglesia Católica nombraron a cardenales, obispos y sacerdotes de familiares suyos para perpetuar su hegemonía. Napoleón Bonaparte hizo gobernador a su hermano José en España (1808-1813) y otorgó un sinnúmero de cargos públicos a sus parientes en todo su imperio. El nepotismo es, pues, una práctica tan antigua como la existencia misma de los grupos dominantes para llegar, consolidar, conservar y perpetuarse en el poder público.
Pero en los sistemas democráticos, como el caso de México, estas prácticas son criticadas, rechazadas y "sancionadas con todo el peso de la ley penal" y con justa razón ya que le cuestan al erario millones de pesos. Ahora bien, no hay duda que los diferentes gobiernos "prianistas", como le llaman los defensores de la Cuarta Transformación (4T), incurrieron en estas prácticas. Colocaron a sus familiares en los puestos más importantes de la Administración Pública Federal, otorgaron concesiones a parientes que se enriquecieron a su costa, etc. Este hecho constituyó uno de los pilares de la crítica "demoledora" de los aspirantes al poder en las elecciones pasadas. Sin embargo, al llegar al poder, los líderes de la 4T retomaron no sólo a los viejos lobos de mar sino los viejos vicios que tanto habían criticado. Colocaron en los diferentes puestos de elección popular y de la administración pública a familiares, amigos, esposas, esposos, concubinas, sobrinos y todos los parientes de los diferentes niveles de consanguineidad.
Pero no fue todo, comenzaron con el otorgamiento de concesiones y adjudicaciones directas de las diferentes obras públicas del Gobierno de México a familiares y amigos empresarios del mismo gabinete presidencial. Dos casos podrían ilustrarnos: 1) se trata de los contratos de adjudicación directa que el Gobierno federal hizo al hijo del titular de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) Manuel Bartlett. Hoy 5 de mayo publica el diario Reforma "La empresa Cyber Robotics Solutions, de León Manuel Bartlett álvarez, acumula contratos por 162.7 millones de pesos en la actual Administración Federal, de acuerdo con contratos disponibles en Compranet". 2) el caso de dos empresarios que participan en la licitación en Campeche para la construcción del segundo tramo del Tren Maya. Se trata, dice una publicación del periódico Animal Político de fecha 16 de abril, "de las empresas Promotora y Desarrolladora Mexicana S.A. de C.V. (Prodemex) y Prodemex Construcciones S.A. de C.V., ambas propiedad de Olegario Vázquez Aldir, y La Peninsular Compañía Constructora S.A. de C.V., de Carlos Hank González", ambos personajes, miembros del Consejo Asesor Empresarial del presidente de la república. En suma, la prensa nos informa que las adjudicaciones directas en lo que va del sexenio ha alcanzado el 74% de los contratos del gobierno de la 4T.
Estos hechos recuerdan aquel pasaje de Marx en su obra "Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850", refiriéndose al saqueo que hizo la monarquía de julio de las arcas del gobierno beneficiando a la burguesía financiera, "Se recordará el escándalo que se produjo en la Cámara de los Diputados cuando se descubrió accidentalmente que todos los miembros de la mayoría, incluyendo una parte de los ministros, se hallaban interesados como accionistas en las mismas obras de construcción de ferrocarriles que luego, como legisladores, hacían ejecutar a costa del Estado." El negocio redondo de los políticos de la 4T no se diferencia mucho a la política francesa de aquella época ni de los "prianistas" a los que tanto criticaron.
Por otro lado, tampoco es un secreto que desde que comenzó la administración del gobierno actual se viene utilizando una ley ad hoc a los intereses de la 4T. Cuando se trata de perseguir a los luchadores sociales, todo el peso de la ley, cuando se trata de perseguir a los que incurren en nepotismo, como el caso Bartlett, se responde a la prensa "fifi" diciendo "El Reforma nos confunde...No somos iguales...Nosotros llegamos aquí para desterrar la corrupción". Pero los hechos hablan más que las palabras. Cuando en tiempos del covid-19, Salinas Pliego mantiene abiertos sus negocios ahí no hay problema; pero cuando los comerciantes salen a vender sus productos para obtener un ingreso que les permita sostener la cuarentena o cuando los antorchistas salen a exigir un plan alimentario para la población humilde del país que carece de un ingreso fijo y que tampoco recibe ninguna ayuda del gobierno, ahí sí a desalojarlos y a aplicarles todo el peso de la ley. Retorna el viejo lema porfirista "para los amigos justicia y gracia, mientras que para los enemigos, la ley a secas".
Vemos, pues, que la 4T ha caído en lo que tanto criticó. Pero esto no es una casualidad ni mucho menos. Se trata de mantener el poder político a costa de lo que sea, incluyendo la violación de sus propios preceptos morales que le dieron origen, que promovieron en campaña y que tanto se alardean en las mañaneras. No cabe duda que con el arribo al poder por la 4T y de ciertos grupos económicos en este sexenio seguirán con las mismas prácticas históricas de nepotismo, corrupción y manipulación de la ley. Y en verdad, no porque en su sangre corra la inmoralidad sino porque radica en la naturaleza misma del modelo económico neoliberal vigente, causa fundamental de todos los males sociales de México y el mundo. Los pobres no piden cargos públicos, ni licitaciones, ni contratos, ni concesiones, lo único que piden es un plan nacional alimentario para no morirse de hambre en esta pandemia y tener una vida digna para el futuro. ¡Eso es todo lo que pide el pueblo señores de la 4T!
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