En 2006, al calor de su campaña política, Andrés Manuel López Obrador pronunció su peligrosa frase de “al diablo con las instituciones”, después de que justamente el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ratificó el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa como presidente de México, y él se quedara con un palmo de narices haciendo berrinche como es su costumbre hasta ahora.
Y digo que peligrosa frase porque hoy, en nuestros días, con López Obrador en el Gobierno federal, estamos presenciando cómo está utilizando toda la maquinaria del gobierno para aplastar, sobre todo, a las instituciones que le incomodan, que siente que sus titulares no le rinden obediencia a ciegas, no son afines a la 4T o les tiene un añejo rencor, como al Instituto Nacional Electoral (INE) y, recientemente, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Más que desaparecerlas, AMLO, descaradamente, pretende apoderarse de las instituciones clave para ponerlas a su servicio, por ello empieza con ataques llenos de odio pronunciados desde su púlpito mañanero, como lo hizo por mucho tiempo con el INE, para después calmar su ira cuando Lorenzo Córdova, quien en todo momento y a pesar de los ataques defendió la autonomía del organismo electoral, terminó su periodo, y en su lugar, la Cámara de Diputados designó por sorteo a Guadalupe Taddei como presidenta del INE, quien luego se diera a conocer como escándalo nacional, que tiene varios vínculos familiares con miembros de Morena.
Con la misma intención, hoy en día, sus ataques los apunta hacia la SCJN, con Norma Piña en la presidencia. Recordemos que desde su nombramiento, en enero de 2023, López Obrador ha acusado a Piña, de “avalar la corrupción y el conflicto de intereses”, dentro del máximo tribunal constitucional del país. Y esto lo reitera cuantas veces se le viene a la mente en sus mañaneras: “es un grupo heredado de los otros gobiernos”, “un cambio radical sería que quien gane la presidencia también tenga mayoría calificada en el Congreso para que puedan aprobar reformas constitucionales, como elegir a los integrantes de la Corte”, “Norma Piña dio manga ancha a los jueces al decir que son autónomos”.
Norma Piña fue nombrada presidenta de la SCJN, con la esperanza de ser un garante de imparcialidad, algo que, a sabiendas de muchos, no era respetado por el exministro presidente, Arturo Saldívar, quien es muy cercano a AMLO.
Piña, al llegar a la SCJN, mostró que ella jugaría un papel imparcial, al señalar que “una judicatura independiente es pilar de nuestra democracia” y llamó a las autoridades de gobierno a respetar a la SCJN con el objetivo de garantizar el derecho de justicia y democracia ante las injerencias políticas”, en el evento de aniversario 106 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Muchos interpretaron este discurso como una indirecta al presidente de la república, quien se ha caracterizado por no respetar la ley ni a los jueces, ni ministros del órgano superior.
AMLO quería a la ministra Jazmín Esquivel como presidenta de la SCJN, quien no pudo cumplir sus deseos por el escándalo en el que se vio envuelta al destaparse que la jueza del máximo tribunal de México obtuvo, en 2009, el grado de doctora en Derecho por la Universidad Anáhuac, con un trabajo de titulación en el que plagió 209 de 456 páginas de otros 12 autores, y por el plagio de su tesis de licenciatura, del año 1987, en la UNAM a otro estudiante.
Piña ha sido cuestionada por su confrontación con el presidente y ella ha contestado que su trabajo debe ser garante de la Constitución más allá de quien ocupe la silla presidencial, pero el discurso de odio no cesa por parte de López Obrador hacia la SCJN y ha sido replicado por gobernadores, legisladores y dirigentes de su partido, y ya está rebasando límites porque está derivando en el rompimiento del orden constitucional.
“Tan solo en el primer trimestre de 2023, AMLO hizo al menos 30 señalamientos en contra del Poder Judicial, la Corte y en contra de la ministra presidenta, Norma Piña”, “Esta intensidad de ataques trae consecuencias, por ejemplo incentivar a otros actores a organizar manifestaciones en donde se dan amenazas incluso contra la vida de la presidenta”. (El Economista, 28 de mayo de 2023).
López Obrador está rabioso con la SCJN por la suspensión que concedió el Juez Primero de Distrito, con sede en Mérida, sobre los tramos 3, 4, 5 norte y 6 del Tren Maya, y pese a esto el mandatario aseguró que no van a detener las obras del proyecto.
Esta suspensión definitiva, ordena que se frene la tala o desmonte de terrenos forestales, protege a la selva y sus servicios ambientales.
El presidente ha calificado a la Corte de “podrida” y ha amagado con reformarla para que sus ministros sean elegidos por elección popular, luego de que los ministros echaron abajo la primera parte del Plan B electoral, impulsado por el mandatario y la mayoría morenista en el Congreso.
Y bajo esta serie de procedimientos autónomos y de cumplimiento con la ley, AMLO considera una afrenta de la SCJN que no está rindiéndole obediencia a ciegas como toda la torva de focas a aplaudidoras de su partido.
Es urgente que todos los mexicanos manifestemos nuestro repudio ante toda esta ola de ataques, debemos frenar a López Obrador, que pretende adueñarse de toda institución y ponerla a su servicio, si no lo hacemos seremos cómplices de lo deseos de López de convertir su gobierno en una dictadura.
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