La mentira del control de la pandemia. Hace una semana que el Gobierno federal anunció el fin de las conferencias de prensa vespertinas que Hugo López-Gatell protagonizó durante muchos meses, con el objetivo, según se presumía, de informar sobre el control de la pandemia de covid-19. Durante todo ese tiempo de manejo desastroso de la enfermedad, este funcionario incumplió reiteradamente los pronósticos sobre el fin de la pandemia y el número de enfermos y muertos que provocaría, al grado que con datos en la mano se puede decir que México está entre los países que peor manejaron la emergencia sanitaria; al mismo tiempo, el subsecretario de Salud justificó todos los dislates cometidos por el presidente cuando se refería a la pandemia, que fueron el hazmerreír mundial y provocaron que millones de mexicanos tampoco se tomaran en serio la amenaza de enfermarse y el alto riesgo de morir si se contagiaban, hasta que ya fueron inocultables los miles de muertos y los millones de enfermos. En cualquier otro país, López-Gatell debió ser despedido e incluso sometido a una investigación judicial; aquí, le organizaron un grotesco show para despedirlo con flores y pastel como si se tratara de un prócer vencedor de una batalla y no de un hombre que falló en una encomienda, lo que le costó la vida a medio millón de mexicanos, por lo menos. El mismo López-Gatell, como el que sabe que goza de impunidad legal y lógica, se encargó de curarse en salud al decir que la pandemia no había terminado… ¿y entonces?, ¿por qué dar por concluido el mecanismo estelar para advertir a la opinión pública de los peligros que la acechan? La respuesta es muy sencilla, nunca fue un mecanismo verdadero para controlar la pandemia mediante el anuncio de acciones preventivas y remediales verdaderamente científicas, sino para adormecer y engañar abiertamente sobre las verdaderas dimensiones y expectativas de control de la tragedia sanitaria y evitar que se convirtiera en el detonador para una derrota electoral. Una vez pasadas las elecciones, les resultaba un lastre tener que rendir cuentas y enfrentar la crítica de millones de mexicanos. Pero lo cierto es que no evitaron la muerte de cientos de miles de mexicanos ni cumplieron sus metas de vacunación para evitar otras tantas defunciones: el día de la despedida pastelera de Gatell, apenas un 11% de la población de México estaba vacunada con esquema completo de dos dosis… y ocho días después, la Ciudad de México vuelve al Semáforo amarillo debido al incremento de casos de covid-19. Morena mintió, la pandemia no estaba ni está controlada.
La mentira del regreso a clases. El gobierno morenista anunció con bombo y platillo el regreso a clases al día siguiente de la elección. Los análisis que alertaban sobre la imprudencia de hacerlo fueron ignorados o tachados de conservadores y enemigos del progreso; las protestas estudiantiles encabezadas por la FNERRR no recibieron más que la indiferencia de los mandamases de Palacio Nacional; las alertas y angustias de los padres de familia fueron hechas a un lado. Todo en aras de simular control de la pandemia y generar simpatía electoral. Ocho días después del imprudente reinicio presencial de clases, se anuncia la suspensión de las clases debido al rebrote de casos de covid-19, incluidos varios estudiantes, en la capital del país. Morena mintió, no había condiciones para regresar a clases.
La tragedia y la corrupción en el Metro. Meses antes de la elección se desplomó un tramo de la Línea 12 del Metro matando a 26 personas. El manejo electoral de la tragedia ha sido de lo más vil que ha hecho la actual clase política. Pospusieron cualquier dictamen hasta después de las elecciones, aunque abundaban los señalamientos a los defectos de construcción y a la falta de mantenimiento de los que son responsables figuras principales del morenismo nacional que han gobernado la Ciudad de México desde hace 25 años. Ahora, pretenden salvar el pellejo de alguno de los candidatos a la presidencia de la República; los enfrentamientos entre morenistas anuncian una carnicería política para eliminarse unos a otros echándose la culpa de la tragedia, pero no hay campo para pensar en un ejercicio de verdad y de justicia, y menos en la reparación a fondo de ese medio de transporte, para que no arriesgue la vida de millones. Veremos nuevas maniobras y mentiras.
A pesar de esas mentiras y otras igualmente graves y dañinas para el país, aún hubo millones de votos para el mal gobierno de Morena. ¿A qué se debe esto? Por lo que se ve y han dicho sin ningún rubor el presidente y sus “estrategas”, como Mario Delgado y otros igualmente cínicos, Morena le apuesta casi todo su éxito y sus niveles de aceptación a seguir entregando dinero en pequeñas cantidades para seguir comprando voluntades. Mientras la inmensa mayoría de los mexicanos permanezcan en la pobreza, calculan los morenistas, seguirán votando por Morena, aunque el empleo, la seguridad, los servicios públicos y todo lo que hace menos dura la vida, brillen por su ausencia. ¿Hasta cuándo toleraremos eso y permitiremos que a cambio de algunos pesos se destruya el país donde vivimos y vivirán nuestros hijos? ¿Cuántas mentiras y cuántas víctimas más tendrán que cobrar esta nube negra y mortal que cruza por el gobierno del país? Millones de mexicanos que nos hemos dado cuenta cabal del peligro que amenaza a México teniendo a Morena en el gobierno, debemos mantener la unidad y oponernos con todas nuestras fuerzas a la mentira sistemática y a la degradación que provoca la compra de voluntades; debemos volvernos mayoría absoluta. Los antorchistas no seremos los que faltemos a nuestra obligación de defender nuestro derecho a un futuro justo y de progreso para todos.
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