La pandemia a causa del coronavirus SARS-CoV-2 ha profundizado en la vida nacional que se ha convertido en el tema cotidiano y ha oscurecido otros temas de trascendencia en el país. Uno de ellos está afectando a la niñez y juventud mexicana, específicamente a 25 millones 680 mil 370 estudiantes de educación básica, a 4 millones 187 mil 528 alumnos en media superior y 2 millones 981 mil 313 educandos en media superior (datos de la Secretaría de Educación Pública, SEP).
Se difundió la idea de que el mortal virus no afectaba a la niñez y adolescencia o lo hacía en menor proporción, situación que es mentira (se reportan hasta diciembre del año pasado 33,000 casos de enfermedad a causa de la covid-19 y 364 muertes de entre 0 y 17 años de edad), lo que ocasionó que el Gobierno federal, estatal y municipal fueran indolentes en su atención y llegaron afectarla hasta presupuestalmente, ya que en plena pandemia, se anunciaron nuevos recortes presupuestales que afectarán los derechos a la salud de los niños y adolescentes en al menos seis programas. Ejemplo de ello está el Programa de apoyo para el bienestar de niños de madres trabajadoras que tuvo un recorte presupuestal de casi el 50% en el ejercicio fiscal 2019, de igual manera lo tuvieron los Servicios de atención a la niñez y adolescencia en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) del 2021, así mismo, no hay asignación de presupuesto a la coordinación de la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia (ENAPI), corrió la misma suerte el Programa de Salud Materna y Reproductiva, lo que significa un retroceso en los derechos de las mujeres, que incluye también el embarazo adolescente, se afectó también el presupuesto al Fondo de Aportaciones Múltiples en su componente de Asistencia Social que podría afectar los servicios que se otorgan a través del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF) como desayunos escolares (Red por los Derechos de la Infancia en México REDIM).
Aunado a esto los funcionarios morenistas no se han preocupado por aclarar cuántos menores han quedado en la orfandad debido a la covid-19, lo que se sumaría a aquellos que han perdido a sus padres por los 166,900 homicidios del 2015 al 2019, sin olvidar los problemas de obesidad, violencia sexual, violencia armada, desigualdad económica, rezago educativo, deserción escolar, etc.
Datos de la SEP difundidos el mes pasado señalan que la deserción en el ciclo escolar 2019-2020 para el nivel básico alcanzó 10% de la matrícula, lo que significa que, dos millones 525 mil 330 alumnos de preescolar, primaria y secundaria abandonaron sus estudios en plena contingencia sanitaria. Se estima además que, 800 mil alumnos ya no transitaron de la secundaria al bachillerato. Además, 305 mil 89 universitarios, equivalentes a 8% de la matrícula en ese nivel educativo, también lo hicieron.
El gobierno encabezado por el licenciado Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en coordinación con la SEP, habilitaron el Programa "Aprende en Casa&rdquo, para mitigar el cierre de escuelas, sin embargo, de acuerdo a los datos que arrojó el Censo de Población y Vivienda 2020, indican que solamente 52% de los hogares cuentan con internet y el 37.6% tiene una computadora o tableta, por tanto, es imposible para el resto de población que niños y jóvenes continúen con su educación a distancia. La decisión de usar la radio y televisión ante esta emergencia se entiende bien en los primeros meses, pero no puede usarse como medida permanente para todo el ciclo escolar 2020-2021, ya que de acuerdo con los datos proporcionados por el Programa de Desarrollo Eléctrico Nacional de la Secretaría de Energía, aproximadamente 2 millones de habitantes en México, sobre todo en las comunidades rurales, no cuentan con el servicio básico de electricidad, por lo que, no pueden acceder al modelo de educación en línea ni a través de la televisión ni la radio, con lo cual, se está cortando el acceso a su educación.
Esta problemática no encuentra su explicación en el estricto ambiente escolar: tiene que ver con el contexto social y económico. Los altos índices de abandono escolar de niños y jóvenes no sólo es cosa de ellos; significa que está abandonado el sistema educativo y las políticas aplicadas por los responsables de este rubro. El gasto educativo es muy bajo, por lo que, la mayoría de las escuelas públicas se encuentran en malas condiciones, que más bien anima a no querer estar ahí ni a estudiar en ellas.
La educación no puede sustraerse al hecho de que uno de cada cinco mexicanos sufra hambre, que no existan viviendas suficientes y dignas, a los menguados servicios de salud, todo esto en combinación surte efectos desfavorables en la capacidad de aprendizaje de los estudiantes. La desnutrición afecta el rendimiento de millones de niños y jóvenes, el consumo de comida chatarra y refrescos afecta la capacidad de aprendizaje. Muchos jóvenes y niños tienen que trabajar para ayudar a su familia y no pueden acudir a la escuela o cumplir con sus actividades escolares por lo que, terminan abandonando sus estudios. Es necesario crear una economía que genere riqueza pero que también la distribuya con equidad, de esta manera se crearán las condiciones para incrementar el desempeño educativo de la juventud y de los profesores, se podrá financiar la educación y de contar con mejor infraestructura en las escuelas, apoyo con becas, albergues y comedores para los estudiantes donde se cuide su alimentación y salud. Una sociedad sumida en la pobreza estará más preocupada en comer que en estudiar y AMLO con su política equivocada está haciendo que el país se sumerja más en la pobreza, aunque él pregone día a día lo contrario.
Fuentes: www.inegi.org.mx eleconomista.com.mx política.expansion.mx www.jornada.com.mx buzos.com.mx
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