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Apicultura yucateca: tradición y crisis

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México es, mundialmente, el tercer país exportador de miel. Por su gran calidad y sabor único se exporta en miles de toneladas a Alemania, Reino Unido y Estados Unidos. Por su parte, Yucatán ocupa el primer sitio de producción a nivel nacional con 11 mil 589 toneladas y un valor de producción de 444 millones de pesos (mdp), según el Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) en 2019.

La península de Yucatán tiene distintos tipos de vegetación tropical que, junto con su clima húmedo y abundantes lluvias, permiten el desarrollo de la apicultura. En nuestro Estado, la realizan pequeños productores que viven del campo y la venta de miel les representa un ingreso considerable en cierta época del año. 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en Yucatán existe un registro aproximado de 13 mil apicultores y más de 350 mil colmenas. El 90 por ciento son pequeños productores, maya hablantes, en su mayoría personas de la tercera edad que poseen menos de 50 panales.

Esta actividad es un conocimiento heredado por los indígenas mayas durante generaciones, sin embargo, las técnicas utilizadas para la producción son muy rústicas, pues hay muy poca inversión en equipo y capacitación técnica, además se utiliza la mano de obra de la familia o en cooperativas reducidas. 

Al carecer de equipamiento, el ciclo de producción de la miel depende de la temporada de lluvia. El principal periodo de cosecha ocurre durante la temporada seca, de febrero a junio. En esta época florece gran parte de las especies nectaríferas, así las abejas no sólo producen su alimento, sino que acumulan excedentes para el periodo de escasez. Es la miel que los productores pueden cosechar sin riesgo de dañar la población. 

Al inicio del periodo de lluvias, aunque la floración está en su máximo punto, no permite a las abejas trabajar con eficiencia debido al alto grado de humedad, provocando que la miel cosechada sea húmeda. Algunos apicultores la guardan para la temporada de escasez o la venden a precios bajos, pues el mercado de exportación no la acepta en estas condiciones.

La época de crisis llega de agosto a noviembre, pues en el largo periodo de lluvias hay pocas especies que florecen y no es posible cosechar, además los productores tienen que proporcionar alimento extra a sus abejas para mantener a su población.

A pesar de las exportaciones y la gran cantidad de venta de miel, los productores no son los principales beneficiados. Mantener los apiarios bajo condiciones normales no es sencillo, necesitan cuidados especiales para asegurar su población y toma entre 2 o 3 años para que se estabilice y sea posible cosechar miel en cantidades suficientes para venderla en el mercado: se debe comprar medicamento para que no se enfermen, azúcar para alimentarlas en los periodos de crisis y, además, sortear los efectos de la deforestación y contaminación del hombre que afecta la floración y el clima. Esto eleva los costos de su producción, pero se vende a precios bajísimos. 

En el municipio de Peto, el precio de la miel se encuentra entre los 30 y 35 pesos el litro; mientras que en otras zonas del oriente del estado se cotiza hasta en 52 pesos. Sin embargo, se reporta que los centros de acopio se han vuelto más estrictos y sólo compran miel de alta calidad, que requiere, por lo tanto, mayor inversión. Actualmente, en comparación con la temporada pasada, la captación de miel ha bajado en un 50 por ciento.

Desde 2020, las condiciones para los apicultores se volvieron especialmente difíciles: la pandemia de la covid-19 cerró los mercados internacionales y hasta locales, además las tormentas “Amanda” y “Cristóbal” provocaron graves pérdidas calculadas en 30 mdp, afectando al 80 por ciento de los productores.

Los incentivos a los productores que han otorgado el Gobierno federal y estatal no han sido suficientes para paliar esta crisis: los apoyos a apicultores del programa “Producción para el Bienestar” (que consiste en seis mil 200 pesos anuales) excluye a los campesinos agricultores que tengan el mismo beneficio en otro sector, en otras palabras: o pides apoyo para tu milpa o para tus abejas. Estos programas, o desconocen las características de la apicultura en Yucatán o demuestran una falta de interés genuino por impulsar la producción en el campo.

Es necesario que los productores se organicen y exijan a los distintos niveles de Gobierno soluciones a sus demandas y en especial el apoyo al campo, es momento de que los trabajadores de esa riqueza que tanto se habla a nivel a mundial, se vean beneficiados en la medida de su trabajo. 

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