En un hecho sin precedentes en la historia de México, el presidente de la Cámara de Diputados, el morenista Sergio Gutiérrez Luna, denunció ante la Fiscalía General de la República (FGR) a seis consejeros electorales, el presidente del INE Lorenzo Córdova, Ciro Murayama, Dania Ravel, Jaime Rivera, José Roberto Ruiz y Beatriz Claudia Zavala por el delito de coalición de servidores públicos por decidir en una votación, posponer temporalmente la organización de la consulta de revocación de mandato, debido a la falta de presupuesto.
La FGR puede pedir a la Cámara de Diputados el desafuero de los consejeros electorales, a fin de que se les someta a proceso por violación del artículo 216 del Código Penal Federal, por supuestos delitos de abuso de autoridad, coalición de servidores públicos y otros, en agravio del servicio público por incumplir los principios de legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia, y recibir castigo hasta con 7 años de prisión.
La actitud del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador y su partido es una burla a los mexicanos, a quienes considera de plano muy ingenuos. En primer lugar, la ley establece que el presidente de la república es electo por un período de seis años, pero López Obrador, necio, propuso un (invento) innecesario ejercicio de revocación. ¿Con qué objetivo? Seguir en campaña, su especialidad, para continuar al frente del gobierno o imponer a uno de sus candidatos.
Una vez aprobado su caprichoso ejercicio de revocación de mandato, que requiere un gasto cercano a los 5 mil millones de pesos, ordenó a la mayoría morenista recortar el presupuesto solicitado por el Instituto Nacional Electoral (INE), organismo autónomo encargado de organizar los procesos electorales, con los que tiene costear todos los gastos, incluida la revisión para ratificar o desechar las más de 6 millones de firmas entregadas por Morena y sus partidos satélites, para hacer legal el ejercicio.
Mientras la ley establece que deben instalarse 162 mil casillas, que requiere un gasto de más de 3,800 millones de pesos como se hace en una elección federal normal, el INE, con los recursos que tiene sólo alcanzarán para instalar poco más de 40 mil mesas receptoras a lo largo y ancho del país, con lo que queda claro que AMLO quiere una consulta y no un verdadero ejercicio de revocación.
Esta es la segunda vez que se recortan recursos al organismo electoral. En agosto pasado en que se realizó la consulta para saber si los ciudadanos deseaban “enjuiciar” a los expresidentes de la república por corrupción, con un costo de 500 millones de pesos por los ahorros del INE, sólo se instalaron una tercera parte de las casillas. Mientras la Constitución establecía un mínimo del 40% de participación para que la consulta fuera válida, es decir, alrededor de 37 millones de votos, sólo alcanzaron un vergonzoso 7%.
Para justificar sus locuras, AMLO vuelve al discurso demagógico y adormecedor: en la conferencia mañanera en que festejó el sometimiento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se ordena al INE continuar su proceso de revocación, insistió en la necesidad de la revocación de mandato. Dijo que es un método de la democracia participativa para que el pueblo decida sobre sus gobernantes y que nadie se sienta absoluto. Sin mencionar el argumento económico del INE para aplazar la consulta, López Obrador consideró que la ciudadanía podría efectuar el ejercicio o se podrían buscar otros mecanismos, como la realización de encuestas.
"A ver, 10 encuestadoras de las de más antigüedad y credibilidad y hacemos una cooperación para pagarles, y en una de esas lo hacen gratis y, a ver qué dicen a la pregunta, a la misma pregunta: ¿quieres que continúe el presidente o que renuncie?, ¿sí o no?, ¿que continúe o que no continúe?, y ya, y aquí en la mañanera damos a conocer los resultados", propuso. ¡Qué chingón!
La política demagógica de López Obrador nos recuerda cuando en el gobierno de Veracruz, Javier Duarte, se aplicaban a los pacientes, ampolletas de agua destilada en lugar de insulina, estos se iban contentos por la atención, pero a seguirse muriendo, ni más ni menos.
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