MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Más inflación, menos crecimiento

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La inflación continúa subiendo y cada vez se hace más claro que este problema no se resolverá pronto. De una inflación de 2.15% en abril de 2020 pasamos a 7.72% en la primera quincena de abril de 2022. “Estamos en la víspera de una nueva era inflacionaria” dijo Agustín Carstens, exgobernador del Banco de México (Banxico) y actual gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés), conocido como el “banco de los bancos centrales”. Los gobernadores de los bancos centrales son bastante cautelosos con sus declaraciones porque el público, al incorporar esta información, puede modificar sus decisiones y esos cambios pueden afectar positiva o negativamente a la economía. Las expectativas que los agentes económicos con más peso en la economía se forman sobre la inflación futura influye decisivamente en el desarrollo efectivo de ésta, pues si prevén que la inflación está aumentando y de forma rápida, se adelantarán y querrán comprar hoy para no comprar más caro mañana, o vender más caro hoy previniendo que los insumos estarán más caros mañana, con lo que terminan acelerando más la inflación hoy. Por esta razón las declaraciones de Agustín Carstens son importantes, porque a pesar de la cautela a la que está obligado advierte que la inflación es general, de alcance mundial, y un fenómeno de largo plazo. 

Esta nueva era inflacionaria, además de que afectará directamente la capacidad de compra de los salarios, también anticipa menos crecimiento económico, lo cual significa menos empleo y menos ingresos. La inflación en sí misma no será la única causa de lo anterior, sino la forma en que se combate la inflación en México y en el mundo: elevando las tasas de interés. Al hacerlo, se encarece el crédito, hay menos préstamos, menos compras, baja la inversión y disminuye el producto. En otras palabras, el remedio al aumento de la inflación es la contracción de la economía. Quizá los países económicamente más fuertes puedan asumir este costo, pero para las economías subdesarrolladas, con importantes restricciones al crecimiento, como México, esto significa matar al paciente para curar al enfermo. No obstante, la directriz es la misma para países ricos y pobres: “hacer política económica para crear empleos o aumentar la producción ya no será posible porque controlar la inflación debe ser la prioridad”, así de claro e impasible lo dijo Agustín Carstens.

La inflación y el poco crecimiento económico no son cosa de proyecciones, en México ya estamos enfrentando desde hace rato estos problemas. En nuestro país, cuatro de cada diez mexicanos no pueden adquirir la canasta básica con los ingresos laborales de su hogar. Ahora, ese insuficiente ingreso laboral enfrenta, por un lado, una inflación que no cede y, por el otro, un remedio a esa inflación que amenaza la fuente misma de ese ingreso, los puestos de trabajo. Pero al cúmulo de penas económicas que carga el trabajador debe sumarse el grito que ya inicia a resonar en contra de la “peligrosa” inflación salarial. Y aquí tenemos que recordar que junto al salario van los beneficios de los empleadores, que el aumento del primero implica la reducción del segundo, y que, si los aumentos de los salarios se trasladan a los precios, esto es, en la mayoría de los casos, con la intención de elevar los beneficios. Las ganancias elevadas tienen consecuencias perniciosas sobre la inflación, aunque nada se diga al respecto.  

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