MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Manzanillo requiere un gobierno sensible y atento a sus necesidades

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He escuchado mucho decir como el consuelo de todos, que Manzanillo es un Puerto en donde hay trabajo por todos lados, que el que no trabaja es porque no quiere. Y coincido en que, gracias a la actividad portuaria, la diversidad de actividades laborales es amplia; sin embargo, creo que lo que realmente importa conocer, es cómo le va a la gente con esos trabajos, que en su mayoría son informales. ¿Qué suerte les toca vivir en la informalidad laboral?

Leí en una nota de hoy, 18 de febrero, del periódico digital expansión.com.mx, donde se refería, que la pandemia nos dejó un aumentó en el número de personas que ganan más de 1 y hasta 2 salarios mínimos, cifra que pasó de 17,436,060 personas a 19,940,225; que representó un incremento de 2 millones 504,165 más. También se dijo así, que hubo una disminución considerable del 65% de los que ganan más de 5 salarios mínimos, pasando de 2 millones 011 mil 911 a 129,963.8 personas. Aunado a eso, hubo un aumento de las horas de trabajo, y a su vez, un aumento del número de personas que carecen de acceso a instituciones de salud.

En estos datos que refiero, se puede reflejar la informalidad laboral que ya mencioné, pues, aunque es cierto que sí hay trabajo, está claro que no es el tipo de empleo que requieren los ciudadanos, porque, aunque se esfuercen demasiado no generan el capital suficiente para satisfacer las necesidades básicas.

Este problema se puede apreciar a nivel local. Aquí en nuestro Puerto, el número uno de México, por cierto, sucede lo mismo; miles de personas laboran en la informalidad, privándose de todas las prestaciones y servicios que la formalidad garantiza. Por ejemplo, vendiendo algún producto, como tacos, tamales, duritos, ropa usada, zapatos, joyería, tortillas o bolillo, etc. O prestando algún servicio, por ejemplo, de jardinería, de limpieza de casas, lavado de coches a domicilio, etc. Aunque, cada vez les resulta más difícil hacerlo, pues ahora están siendo amenazados todos los puestos de la calle, con retirarlos de esos espacios o cobrarles impuestos por sus “ventas”. Y hay casos que verdaderamente son insostenibles, que quiero compartir de manera respetuosa.

Doña Mago es habitante del fraccionamiento Terraplena, fue despedida de la empresa en que laboraba, porque tuvo un accidente que la dejó imposibilitada para realizar sus actividades, por lo que la dieron de baja definitiva, y le dieron su finiquito. Con el pequeño monto que le dieron como liquidación laboral, decidió emprender un pequeño negocio en su casa de venta de abarrotes, pues, al no moverse con la facilidad de antes, ahora debe permanecer en su casa para estar segura. Apenas había montado su negocio, sin ninguna venta siquiera, cuando del ayuntamiento le visitaron para decirle que no podía vender nada ahí, que estaba cometiendo un delito por no pedir el permiso correspondiente a las instancias gubernamentales. Aunado a eso, le llegó el recibo del agua con una cantidad exorbitante de 34 mil pesos, que, obviamente no podrá pagar. Al buscar una explicación, y un descuento, con las autoridades, ya que el contrato es nuevo y no ha habido consumo de agua alguno, ambas le fueron negadas y solo le propusieron cubrir ese monto dividido en pagos prorrateados. Y para completar su tragedia, también le llegó el recibo del predial, con un monto a pagar de $7,503.18, que es sorprendentemente elevado. ¿Cómo le hará doña Mago para atender su problema de salud, sin servicio médico?, ¿cómo le hará para pagar esos impuestos tan caros, sin un empleo formal que le garantice la atención médica, las prestaciones y un salario seguro?

Pero el que les comparto no es un caso aislado, sino un problema común en Manzanillo. Principalmente en esa colonia que cito, donde los impuestos de agua y predial son excesivos, no en correspondencia con lo que cuesta llevar allá esos servicios, sino en correspondencia con lo que los habitantes perciben en ingresos. Considero éste un problema grave, y falta sensibilidad gubernamental para atenderlo; pues lo más fácil de explicar, es que “eso cuesta la vida ya” y “eso cuesta llevar el agua en tuberías hasta allá”, etc.; pero se desatiende el carácter social del problema, se deja de lado que para eso existe el gobierno y su estructura, para proveer lo necesario al ciudadano para que viva una vida digna. Pero eso no está sucediendo.  Es verdad que estamos en crisis por pandemia, pero este problema de la colonia Terraplena ya existía desde antes, y no se atendió, y ahora es más grave.

En días pasados un grupo de habitantes de la colonia que menciono, se me acercó a solicitando orientación y acompañamiento, por lo que decidí junto con mis compañeros, buscar a la presidenta de todos los manzanillenses, para exponerle este y otros problemas que aquejan nuestra sociedad; sin embargo, después de tres visitas al ayuntamiento, no hemos recibido respuestas favorables. Hemos recibido buen trato, eso sí, pero eso no es lo que se requiere. Urge que la autoridad máxima de esta ciudad porteña, conozca la gravedad del problema que existe en esa colonia, y en otras tantas de la ciudad, y que se busquen estrategias en apoyo de miles de manzanillenses en situación de pobreza. Iremos nuevamente en busca de esa necesaria cercanía y de la sensibilidad gubernamental; porque es verdad, primero, ¡deben ser los pobres!

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