El pasado 21 de abril el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, dio por iniciada la tercera fase de la pandemia en México, se prevé que en esta etapa la tasa de crecimiento con casos de personas contagiadas por el coronavirus será exponencial, en ella, según proyecciones expuestas por López-Gatell, podrían alcanzarse hasta 5 000 casos nuevos de contagios diarios. Es claro que en esta nueva fase la contención de la pandemia se logrará no sólo con las medidas sanitarias implementadas en la población sino que ahora será la eficacia del sistema de salud pública el factor estratégico que determinará el impacto del coronavirus en la salud y vida de todos los mexicanos.
El problema es que el sector salud antes de enfrentar la pandemia ya manifestaba problemas graves por recorte de presupuesto, despido de personal, falta de insumos y medicamentos, consecuencia de la austeridad impuesta por la política personal de López Obrador. Por ejemplo, Germán Martínez Cázares al presentar su carta de renuncia en mayo de 2019 como Director del Instituto Mexicano del Seguro Social al Consejo Técnico del mismo, denunciaba que el excesivo ahorro de recursos por parte de la Secretaria de Hacienda hacia inoperante al IMSS para otorgar los servicios de salud a sus derechohabientes. Refería en su carta: "...muchos trabajadores siguen sin certeza laboral, otros sin contrato, algunas vacantes aumentan, el rezago en infraestructura es brutal, -en 2019 prácticamente está en 0 por ciento el avance de obras y el pago a proveedores-, los contratos y convenios de servicios se rezagan, y algunos están por vencerse sin horizontes de legalidad y eficiencia, las compras de equipamiento paradas, las reclamaciones y litigios aumentan; y si bien el abasto de medicamentos está garantizado, es precario y en algunos lugares pende de un hilo." Agrego que la problemática no es exclusiva del IMSS, sino de todo el sistema de salud y la situación no ha mejorado en nada ni aun con la implementación del Insabi.
Los trabajadores del sistema de salud han manifestado con protestas públicas las deficiencias que enfrentan en sus centros de trabajo para ofrecer los servicios de salud a los mexicanos; ante la pandemia ha sido reiterada su denuncia ante el gobierno federal la falta de equipamiento y material necesario para garantizar su salud en la atención de contagios por coronavirus. Por otra parte, el presidente de la República ha salido a decir en sus "mañaneras" que no hay tal desabasto, que nuestro sistema de salud está preparado para enfrentar la fase crítica de la pandemia; AMLO argumenta que las voces que denuncian el problema de desabasto de material quirúrgico y manifiestan su apoyo a las protestas de los médicos están al servicio de los conservadores.
El 24 de abril la Secretaria de Salud nos reportó que había 12 872 casos confirmados, 7 889 sospechosos y 1 221 defunciones. Junto con éste reporte el director general de Epidemiología José Luis Alomía, señaló que hay 1 934 casos confirmados de SARS-CoV-2 en el personal del sector salud, 15.02 por ciento del total de contagiados. Entonces, ¿tienen razón las protestas del personal médico? ¿es un problema de abastecimiento a médicos o se trata de un revanchismo político? Sigamos. Juan Antonio Ferrer Aguilar, director general del Insabi está solicitando $9 337 millones de pesos a la Secretaria de Hacienda y Crédito Público para adquirir equipo que le permita a sus hospitales enfrentar la pandemia, entre los que se encuentran, 4 260 ventiladores adulto-pediátrico, 3 041 monitores de signos vitales avanzados, 1 818 camas de terapia intensiva, 56 equipos de rayos X portátiles y 187 equipos de ultrasonido point of care. ¿Está preparado el sector para enfrentar la crisis de salud que enfrentamos los mexicanos?
Es claro que el personal médico está desamparado para enfrentar la fase crítica de la pandemia, que el Gobierno Federal no les está otorgando los insumos necesarios para garantizar su salud. La infraestructura y los aparatos técnicos para atender y restablecer la salud de los mexicanos contagiados son totalmente insuficientes y lo saben las autoridades sanitarias. Queda claro también, que el señor presidente de la república evade su responsabilidad ante la crisis de salud pública que sufrimos los mexicanos, que se ha empecinado en dirigir los recursos públicos a proyectos faraónicos como son la Refinería de "Dos Bocas", el "Tren Maya" y el Aeropuerto de "Santa Lucia", y que busca hacerse pasar por "victima" de los detractores a su gobierno o conservadores para distraer la atención de la opinión pública y no ponga atención en exigir que se atiendan los problemas sociales y económicos agudizados por la pandemia y de que se garanticen todos los recursos necesarios para un cumplimiento eficaz del sector salud.
Los médicos, doctoras, enfermeras, enfermeros, camilleros y demás profesionales de la salud que enfrentan al covid-19, no son responsables ni agentes de contagio para la población, por el contrario, son víctimas del virus y de un Gobierno, que por acción u omisión, los obliga a callar, que los amenaza con despedirlos si denuncian, que los condena al contagio y a la muerte, que los expone a la condena pública y con ello a las agresiones verbales y físicas. Los mexicanos debemos entender que estamos en las manos de los trabajadores de la salud, que está en ellos nuestra capacidad social para enfrentar la pandemia; condenarlos, agredirlos o abandonarlos es condenarnos todos los mexicanos a que nuestros decesos pasen de cientos a miles o de miles a millones.
El Movimiento Antorchista Nacional ya ha manifestado su solidaridad a la labor y lucha de los médicos y enfermeras, pero es necesario que la solidaridad sea mayor, hasta el punto en que el Gobierno Federal atienda sin restricción alguna las demandas del sector salud. Hagámoslo todos los mexicanos conscientes de la gravedad de la situación y ¡hagámoslo ya!, con el incremento exponencial de los contagios mañana puede ser demasiado tarde. Demandamos salud y respeto para todos los trabajadores del sector salud, increíble pero necesario.
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