Aristóteles definía la paciencia como una virtud de aquellos que saben tolerar las adversidades sin lamentarse, encontramos su origen en la palabra del latín “pati” que significa sufrir. De acuerdo con la RAE, la paciencia es la capacidad del ser humano para saber esperar cuando algo se desea.
Si decimos que, de 2022 a la fecha, los antorchistas de nuestras colonias hemos sido pacientes, quiere decir que deseamos algo y que hemos sabido tolerar las adversidades. Pero ¿Qué es ese algo que deseamos?, Cuáles son las adversidades toleradas que nos hacen sufrir sus consecuencias sin lamentos? ¿Es correcto no lamentarse por esas adversidades?
Empezaré por las adversidades. Iniciamos 2022 con la incertidumbre de cómo sería la nueva forma de gobierno en Ixtapaluca, saldrían del poder aquellos monstruos para darle la bienvenida a la transformación. Una transformación para nada justificable, pues el mal de Ixtapaluca antes y durante el periodo que de 2013 a 20221 ya se había realizado. Ixtapaluca se encontraba entre los municipios con menos incidencia delictiva del Estado de México, fue reconocido con importantes menciones en cuanto a infraestructura y desarrollo social en todos los aspectos. Podemos ir contando los polivalentes, la obra escolar, las albercas, la ciudad deportiva, además del desarrollo material de importantes comunidades marginadas, ése fue el terror que llegó a erradicar el cambio.
Veamos pues, la transformación nos ha colocado como el segundo de los 125 municipios del Estado de México en materia de delincuencia; su propuesta de avance en las pavimentaciones de las calles es a través del programa uno a uno sin tomar en cuenta los fondos como el FIS o el FEFOM que deberían servir para obras de impacto sin que representen un gasto adicional para los colonos que siguen viviendo entre el polvo y el lodo sin importarle a las autoridades.
El agua potable no llega 12 horas como presume el organismo de ODAPAS, en algunas comunidades llega tres veces por semana una hora y media y en el peor de los casos una sola vez por semana, cuando el líquido vital es indispensable para la vida diaria.
Escasea el servicio de recolección de basura creando focos de infección en los domicilios y calles cuando se recibía sin falta, las calles se notan cada vez más obscuras ya que no pueden resolver una simpe reparación de luminarias y ya no hablemos de los baches.
La red principal de agua potable necesita renovarse ya que hace años el monstruo lo introdujo con los colonos a pala y pico, su antigüedad y desgaste natural ha comenzado a generar múltiples fugas en toda la zona, mismas que no son atendidas cuando se solicitan y en algunas zonas han generado socavones que ponen en riesgo la seguridad de los colonos.
Aunado a esto, tenemos que lidiar con lo que la luz del cambio nos ha brindado a nivel nacional, que cada vez alcance menos el gasto, que el sistema de salud deficiente siga sin parecerse al de Dinamarca y que los apoyos sociales se utilicen para hacer clientela política.
Cualquier persona que con un poco de inteligencia pueda observar que éstas sí son las verdaderas acciones de un monstruo, pues dentro del pan viene la navaja, que tienen que ver con un cambio, pero no con lo prometido, es un cambio únicamente a beneficio de unos cuantos y donde las grandes mayorías, como siempre, quedan desprotegidas.
Ahora veamos qué es ese algo que queremos los antorchistas y que hasta hoy hemos sabido esperar. En primer lugar queremos sentirnos seguros, salir con nuestras familias sin temor a ser asaltados, ir a dejar a nuestros hijos a la escuela con la seguridad que vamos a regresar a casa.
Queremos calles dignas, con todos sus servicios, limpias, bien alumbradas, queremos obras de impacto social que realmente beneficien a la mayoría, mayores oportunidades de trabajo, dejar de tronarnos los dedos para completar el gasto y sobre todo queremos dejar de ser los que principalmente soportamos la carga fiscal del país. Es decir a nosotros nos toca abonar gran parte de lo que se recauda en impuestos, cuando nuestro salario no es el mismo que el de los demás, pero el impuesto sí.
Ahora bien, teniendo metas tan grandes y generosas con toda la sociedad, ¿es correcto seguir tolerando todas las adversidades enunciadas, sin lamento?
Me parece que no, si queremos que las cosas cambien, debemos hacer que esto suceda, en el fondo de nuestros ideales hay mucho trabajo de por medio, trabajo organizado. La paciencia, los tiempos de calma, nos sirven para acumular energía, nos sirven para darnos cuenta si éste o aquel proyecto, nos están beneficiando y ha llegado el momento de decir basta, pues los resultados de nuestro actual gobierno municipal y federal son visibles y son malos pues no hay beneficio para todos.
La realidad nos ha enseñado que no basta con esperar a que los cambios se den por sí solos. Es necesario ponerse a la altura de las circunstancias, organizarnos y emprender nuestra lucha por conseguir el futuro anhelado, de la mano con Antorcha, estén seguros que cada una de nuestras acciones nos dará como resultado un cambio en la calidad de vida de todos nosotros.
Así lo hemos hecho siempre y éste es el camino, no dejar de insistir hasta que resolvamos el problema de fondo, insistir hasta que cambiemos el sistema de obscuridad y se nos abra la puerta de la felicidad –donde el hombre trabaje y viva sin llorar.- (ACM). Mientras esto pasa luchemos por nuestro presente, luchemos por lo que por derecho nos corresponde. Compañeros antorchistas éste próximo primero de febrero alcemos la voz, hagamos escuchar nuestras necesidades, vayamos juntos a entregar nuestras peticiones y demostremos que cuando la paciencia termina es motor de cambio. ¡Súmate!
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