MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Los pueblos originarios de Sinaloa continúan en el abandono

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En Sinaloa hay municipios que concentran población originaria de la etnia Mayo-Yoreme, Tarahumara, como son los municipios de El Fuerte, Sinaloa de Leyva, Choix y Ahome, en total ahí habitan 35 mil 539 personas mayores de tres años de edad que hablan alguna lengua indígena (Inegi).

Estos mexicanos siempre han esperado que los diferentes niveles de Gobierno les hagan justicia, los saquen de la marginación, de la pobreza, de las enfermedades y falta de servicios.

A través de los años hemos visto que sus carencias sólo han servido para que políticos de los diferentes partidos del sistema hagan campañas medrando políticamente con sus necesidades, y con la certeza de que, llegado el caso, nunca las harán realidad, pues sólo sirven para arrancarles el voto.

El INPI nunca tuvo el presupuesto suficiente para sacar adelante las comunidades indígenas; pura propaganda desde las mañaneras de que “vamos bien”. Nada más alejado de la realidad.

Como muchos mexicanos, los habitantes de estas etnias confiaron en que tanto el gobierno del presidente de república, Andrés Manuel López Obrador, como Rubén Rocha Moya les mejorarían su nivel de vida.

El primero de los nombrados, está a meses de terminar su sexenio y muy poco hizo para cambiar la grave situación en que viven nuestros compatriotas más marginados y pobres.

El Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) nunca tuvo el presupuesto suficiente para mejorar todos los aspectos de infraestructura social necesaria para sacar adelante las comunidades indígenas; pura propaganda desde las mañaneras de que “vamos bien”, y que todo es felicidad en México. Nada más alejado de la realidad.

Pueblos enteros carecen de agua potable, drenaje sanitario, caminos en buen estado, electricidad, vivienda digna, empleo y buen servicio médico.

¿Ejemplos? En El Fuerte, La Palma, Cahuinahua, La Misión Vieja y Nueva, Tesila, Boca de Arroyo, Jahuara Primero y Segundo. 

El INPI sólo ha servido para darle algunos empleos a la burocracia y ningún beneficio sustancial a los pueblos mencionados para sacarlos de su rezago histórico. ¿Y el Gobierno del Estado? Igual. 

Creó una Comisión para la Atención de las Comunidades Indígenas, dependiente de Secretaría de Bienestar, pero se ha reducido a llevar despensas (y no a todos), cobijas, ferias del Bienestar y párele de contar. La inversión para la infraestructura social es muy escasa porque ahí no están los grandes negocios de los Coppel, los Vizcarra, los Ley, o no tienen la dicha de tener un gobernador oriundo de esos lugares, que vuelque los recursos tal y como lo hicieron los últimos gobernadores, como si las ciudades de Los Mochis, Mazatlán y últimamente Badiraguato fueran todo Sinaloa.

Se destinan millonarias cantidades a centros de convenciones, carnavales, etcétera, pero donde viven los sinaloenses más pobres, prácticamente nada. Ni qué decir de los gobiernos municipales, como el de Gildardo Leyva Ortega, que sólo se dedica a contemplar los problemas y a esconderse de sus gobernados cada que lo van a buscar para que resuelva una necesidad comunitaria.

Como se puede ver, no está en la agenda prioritaria de los gobiernos el tema de las comunidades y población originaria. Ante esta situación, los afectados tendrán que levantar la voz si quieren salir adelante; los gobiernos por su propia voluntad nunca lo van hacer.

Invito a mis compañeros antorchistas de las etnias a prepararse para que en un breve tiempo llevemos a cabo una protesta y exigencia masiva para que se atiendan sus necesidades de infraestructura, y salgan del abandono en que siempre los han tenido.

Como primera etapa de esta lucha, denunciemos por todos los medios, el abandono de los distintos niveles de gobierno, y en segundo lugar, corramos la voz de la necesidad de protestar masivamente, hasta ser escuchados por el gobierno de Rocha Moya y presidentes municipales, y haya solución a necesidades ancestrales, todo el tiempo ignoradas.

Hay que sumar y sumar voluntades; la lucha organizada dará frutos, pues como dijo un viejo defensor de la clase trabajadora del siglo XIX: “No hay nada que perder más que nuestras cadenas”.

Adelante con la lucha; hasta triunfar, sigamos el ejemplo de Felipe Bachomo, líder indígena que no se arredró ante los poderosos de su tiempo para exigir los derechos de las etnias.

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