MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Los monopolios y la ideología woke

image

Transcurre ya la tercera década del siglo XXI: en el orden económico global prevalecen los monopolios y esto no se debe a una simple relación causal entre la economía y el paso de los años. 

Al mismo tiempo, vemos, a lo largo del planeta, las gestaciones de una serie de movimientos sociales que denuncian al sistema y aclaman justicia para las mayorías dada la desigualdad que ocasiona el modelo neoliberal. Llama especial atención el surgimiento de la ideología woke en Estados Unidos (EE. UU.), la cual ha desarrollado, a través de los años, una influencia cultural relevante no solo en el país de origen, sino que su preponderancia ha traspasado fronteras e influido en gran medida la conducta de grandes empresas y gobernabilidad de estados nacionales. 

Al igual que en sus orígenes históricos, la xenofobia y segregación racial prevalecen en el ideario colectivo de la sociedad estadounidense, -véase el caso más reciente de un atentado de odio en la ciudad de Buffalo, donde un joven norteamericano acribilló a 10 personas con motivo de su origen étnico- en esta coyuntura, sectores de la sociedad norteamericana reavivaron su activismo para denunciar el racismo en el año 2013 a través de la fundación del movimiento Black Lives Matter (BLM). 

Un año más tarde, en 2014, el asesinato del joven afroamericano Michael Brown a manos del policía Darren Wilson desató la indignación social sin distinción alguna, incluyéndose a las protestas y denuncias blancos, negros, latinos y asiáticos por igual.

Tras los hechos, el periodista Matthew Yglesias de la revista Vox señaló en la misma, el surgimiento del movimiento woke, paralelo al BLM. (El término Woke alude a la oración: “Stay woke”, “Mantente despierto”, por su traducción al español.) 

Siendo el movimiento woke un conglomerado abstracto e inclusivo, en este espacio me atrevo a señalar que su conformación está constituida por movimientos que adquieren en su ideario y actividad una serie de objetivos particulares que, no obstante, se asemejan entre sí dado el parentesco de sus demandas y peticiones. Ejemplificando de manera general y sintética se encuentra el BLM, LGBTQ+ y gremios feministas, cuyos ejes centrales de lucha encuentran un común denominador como; la no discriminación, la exigencia de nula impunidad hacia responsables por crímenes de odio, así como la exigencia para que sus derechos elementales de carácter social, laboral e individual sean respetados. Sin embargo, más allá de la semejanza entre sus exigencias, estos movimientos identifican al sistema capitalista de producción y el establishment como causas y responsables fundamentales de la desigualdad, pobreza, violencia e injusticia. 

Sin duda alguna el movimiento woke ha tenido relevancia internacional dada su unidad ideológica y de acción, teniendo mayor repercusión en el carácter cultural de la lucha social. 

Manifestación de ello es la terminología que se ha popularizado y empleado particularmente en redes sociales como Twitter y Facebook y en la jerga de un sector especifico de la sociedad como la juventud universitaria. El mismo nombre del movimiento es una alusión a un estado de alerta ante los crímenes del acontecer diario: “stay woke”, mencionado anteriormente. “Check your privilige”, cuya traducción directa al español es: “checa tu privilegio”; en México ha habido una adaptación del concepto con la expresión “desde tu privilegio” o “hablas desde tu privilegio”, haciendo comúnmente una alusión a las facilidades que conlleva pertenecer a una clase socialmente acomodada como la burguesía; reconociendo así a una sociedad dividida en clases. “White guilt” o “culpa blanca” es utilizada con mayor frecuencia en los EE. UU. para denunciar el carácter xenofóbico de la sociedad norteamericana. 

En nuestro país, el modismo que más se asemeja a “white guilt” es “whitexican”, denunciando por igual las conductas discriminatorias que mexicanos de tez blanca (generalmente pertenecientes a la burguesía) adoptan hacia sus semejantes de tez morena. Usualmente se utiliza para estigmatizar. Aunque existen más, menciono solo tres a modo de ejemplo.

Es preciso indicar que la asimilación de la ideología woke en la conciencia juvenil se debe en gran medida a la metodología de lucha emprendida por los movimientos anteriormente señalados; destacan las campañas de denuncia en redes sociales, principalmente en Twitter. Entre sus características más distinguidas, esta red social destaca por la velocidad con la cual fluyen las noticias, posicionando las más sobresalientes en un apartado especial denominado “Trending Topic” o “Tendencias”.

Así, Twitter ha sido utilizado como catalizador e instrumento político para demandar o criticar determinadas posiciones. Al respecto, el columnista de The New York Times, David Brooks, señala que; “(…) A estos activistas se les da mejor producir eslóganes y gestos simbólicos (hincar la rodilla como protesta) que presentar medidas de mejora concretas. Y que el espacio donde mejor se mueven es en el de los símbolos culturales (el lenguaje, las estatuas, los nombres)”. (Aceprensa, 17 de julio 2020) Aunado a la denuncia en redes sociales, habría de agregarse las manifestaciones multitudinarias que se realizan de acorde a fechas conmemorativas como la Marcha del Orgullo, el 8M o en casos extraordinarios: la serie de protestas realizadas a raíz del asesinato de George Floyd en 2020. 

Para las grandes corporaciones estadounidenses esto no ha pasado desapercibido, no obstante, pese a las denuncias y la crítica continua; las políticas laborales del sector empresarial no se han doblegado en lo más mínimo para otorgar garantías a los obreros o reorientar su producción a las necesidades humanas y climáticas, contrariamente, han adaptado sus políticas de imagen para cooptar a este sector progresista, convirtiéndolo así en potenciales consumidores. “En 2018, Ross Douthat del New York Times introdujo la frase «capital woke». Esencialmente, Douthat sugirió que el capitalismo woke funciona sustituyendo el valor económico por el valor simbólico. Bajo el capitalismo woke, las corporaciones ofrecen a los trabajadores placebos retóricos en lugar de concesiones económicas más costosas, como salarios más altos y mejores beneficios.

Otros han sugerido que las corporaciones se han convertido en woke sólo para no ser canceladas por las turbas de Twitter y otros activistas, que el wokeness es una buena «herramienta de marca». (…) Al igual que los individuos no woke son cancelados de la vida cívica, también las empresas no woke son canceladas de la economía, dejando el botín a los woke. Las cancelaciones de empresas no son simplemente el resultado de las consecuencias políticas. Se están institucionalizando y llevando a cabo a través del mercado de valores. 

El Índice Medioambiental, Social y de Gobernanza (ESG) es una puntuación de crédito social al estilo chino para calificar a las empresas. Los planificadores woke utilizan el índice ESG para recompensar al grupo interno y expulsar del mercado a los actores no woke. La inversión woke aleja la propiedad y el control de la producción de los incumplidores. El Índice ESG sirve como billete de admisión para entrar en los cárteles de los woke”. (MisesInstitute, Michael Rectenwald, 10 de febrero 2022). 

Por su parte las máximas autoridades políticas de los Estados Unidos y Canadá, Joe Biden y Justin Trudeau, respectivamente, conscientes de la coyuntura también han adaptado sus discursos y políticas públicas con una actitud condescendiente pero estéril o nula en el ámbito práctico. “Varios candidatos de las primarias demócratas, como Elizabeth Warren, Kamala Haris o Beto O’Rourke, han reclamado algún tipo de reparación a los descendientes de esclavos.

Estados Unidos ha vuelto a marcar tendencia y varios países se han apuntado a la ola woke, pese a tener un contexto histórico distinto. En junio, el primer ministro de Canadá Justin Trudeau incoó un mea culpa por el “racismo sistémico” que empapa “todas las instituciones” del país. Y, como exige el guion, cargó con los pecados de todos: “Como primer ministro, me resulta difícil reconocer que mi gobierno, que trata de ser progresista y abierto y de defender a las minorías, es culpable de discriminación sistémica”. Tras ser criticado días después por su pomposa gestualidad, su gobierno anunció un plan para combatir el racismo.” (Aceprensa, 17 de julio 2020).

Desde luego, el movimiento woke y sus repercusiones en el ámbito político, cultural y económico ameritan un análisis más exhaustivo en cada uno de estos ámbitos. Empero, desde la óptica marxista -y de manera general- es posible señalar los aciertos y desaciertos que este movimiento progresista realiza. Analistas y críticos (propios de la izquierda y derecha) coinciden en la desorientación a corto, mediano y largo plazo en su plan de lucha integral, insuficiente y estéril si verdaderamente se quiere revolucionar el orden establecido, como consecuencia el movimiento quedará rezagado al simbolismo. El movimiento woke relega la lucha de clases por la lucha de sexos, razas y orientación sexual, permitiendo a los monopolios desarrollarse y extraviar la identidad común de estos sectores sociales que es, precisamente, su identidad de clase.  

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más