MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

CRÓNICA | Arturo Marín perdura entre el pueblo

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Has muerto. Irremediablemente has muerto.  

Parada está tu voz, tu sangre en tierra.  

Has muerto, no lo olvido.  

Era el año 2021, un año que quisiéramos borrar de nuestros recuerdos, sobre todo los malos. La pandemia de covid-19 apenas empezaba a bajar sus altos índices de contagio; una enfermedad que poco preocupó al entonces presidente morenista Andrés Manuel López Obrador, pues sólo se limitó a “detener” la enfermedad con estampitas y amuletos, como si eso hubiera sido de gran ayuda para los miles de mexicanos que murieron.  

Ese año fue muy movido para su servidora, porque llegaba a una entidad totalmente desconocida para mí, sólo con la convicción de dar la lucha en otra trinchera, pero con mis hermanos de lucha que, sin conocerlos, no me iban a hacer sentir sola, porque Antorcha también hay en Yucatán.  

Arturo Marín no fue un hombre como muchos, pues dedicó sus últimos ocho años de labor organizativa entre los yucatecos más desvalidos; se enfocó en acciones de bienestar material y espiritual que cambiaron el rostro a colonias populares y comunidades pobres.

Poco conocía de la gran labor que hacía cada uno, y conforme fue pasando el tiempo fui conociéndolos y aprendiendo un poco de ellos. Entonces, en una de tantas reuniones conocí al compañero Arturo Marín Arroyo, hombre alto, lleno de vida y con veinticuatro años en las filas del antorchismo, donde empezó desde muy joven.

Me quedo con las experiencias que vivió a lado de sus hermanos yucatecos, pues no lo pude conocer a profundidad. Desgraciadamente, el tiempo y la covid-19, que acechaba nuestra vida, lo impidieron, ya que tras semanas de mi llegada ocurrió el fatal suceso.  

En el poco tiempo que lo traté, fue uno de esos compañeros que te hacen sentir como en casa, a pesar de ya estar ahí, gracias a los compañeros que me rodeaban. Fue amable en el trato, y siempre hizo que estuviera integrada en un lugar que apenas estaba conociendo.  

Sin duda, a los compañeros que convivieron con él más tiempo y al pueblo que encabezó, les dejó un profundo dolor y vacío, porque nuestro compañero Arturo fue de los imprescindibles.  

Compañero Arturo, a ti que dedicaste 24 años de vida a organizar obreros y campesinos; primero en Puebla, tu estado natal, luego en Chiapas y finalmente en Yucatán, hoy te recordamos.

Tus compañeros te recuerdan como un hombre sencillo y destacado luchador social antorchista, víctima de la pandemia de covid-19, debido a la ineptitud del Gobierno de la 4T para controlarla. La administración morenista nunca priorizó la salud de sus ciudadanos y más bien se ocupó por implementar distractores de todo tipo, mientras el país se vino abajo y junto con él la vida de millones de mexicanos.  

Arturo Marín no fue un hombre como muchos, pues dedicó sus últimos ocho años de labor organizativa entre los yucatecos más desvalidos; se enfocó en acciones de bienestar material y espiritual que cambiaron el rostro a colonias populares y comunidades pobres con acciones de vivienda, electrificaciones, pavimentaciones de calles, aguas potables, escuelas, albergues estudiantiles, casas de cultura, entre otras.

Por eso su accionar debe servir de ejemplo y empuje para quienes nos quedamos realizando la tarea, porque no hay mejor forma de recordarlo que lograr que el antorchismo en la entidad se multiplique y aumente muchas veces su calidad para estar a la altura del reto que la realidad nos pone enfrente: organizar y educar a la mayor cantidad de yucatecos pobres.  

Desafortunadamente, no viví esas incansables luchas para que los funcionarios cumplieran su palabra; a los yucatecos manifestándose encabezados por nuestro compañero Arturo, pero lo que sí puedo ver son esas obras materializadas y, de su lucha, se quedó también materializada en fotos que hoy, quien las ve, se puede trasladar a ese día cuando el pueblo triunfó y fue encabezado por Arturo.  

Tres largos años sin tu presencia, sin tu sabiduría; tres años desde que el pueblo perdió a una persona sencilla que luchó junto con él hasta el último día. 

Hombre serio, pero con buenos sentimientos y doliente por los males que aquejan al pueblo, perdurarás mientras haya un antorchista, pues continuamos tu lucha quienes nos quedamos. Te fuiste físicamente, pero tus ideales perduran y siempre vivirás en nuestro recuerdo y en lo que aportaste.  

Como muestra de unidad, organización, fraternidad y lucha, el antorchismo yucateco conmemorará tu tercer aniversario luctuoso el próximo 20 de octubre, para que, donde sea que estés, te des cuenta de que seguimos unidos y organizados y que tus ideales siguen vivos, aunque tú ya no estés físicamente.

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