"La debilidad había ido a refugiarse, como siempre,
en la fe en el milagro: creía vencer al enemigo con solo
descartarlo mágicamente con la fantasía, y perdía toda
la comprensión del presente ante la glorificación pasiva
del futuro que le esperaba y de las hazañas que guardaba
in peto, pero que aún no consideraba oportuno revelar".
-CM
Dice el refrán popular que no hay mal que por bien no venga. La pandemia del coronavirus y sus consecuencias económicas, sanitarias, políticas y sociales están poniendo a prueba a los gobiernos de todo el mundo, exhibiendo en el lapso de cuatro meses el fracaso de las sociedades capitalistas y las ventajas de los países donde se rigen por las doctrinas socialistas: China y Cuba, para ejemplificar con los extremos en términos de riqueza y desarrollo, han contenido la pandemia y resuelto los tres problemas principales que se manifiestan en la crisis de la epidemia: el problema económico, el problema sanitario y el problema de la inseguridad.
En ambos países, las medidas indicadas para contener la covid-19 fueron seguidas al pie de la letra: en el terreno de la salud, se instalaron filtros sanitarios para impedir hasta donde es posible la propagación del virus; se aplicaron las pruebas médicas, tantas y cuantas fueron necesarias, para ubicar posibles focos de contagio y establecer cercos sanitarios; se dotó con equipo sanitario de primera, al personal médico destinado a la atención de los infectados; y, en un alarde de creatividad, disposición, energía y recursos, el gobierno socialista de China construyó dos hospitales en tiempo record: 15 días. Todos los recursos del país fueron puestos a la disposición del pueblo para combatir a fondo, con seriedad y de manera oportuna, la pandemia viral. En el terreno económico, hubo retroceso en el crecimiento, pero la población no quedó desamparada. Con los reflectores a todo lo que dan puestos en ambos países, los medios de comunicación más reaccionarios no pudieron documentar ni desabasto de alimentos ni hambruna social. La cuarentena que ha sido respetada escrupulosamente por los pueblos de ambas naciones se ha llevado a cabo con el apoyo de sus gobiernos para mitigar las necesidades de alimentos y productos de primera necesidad. No hay hambre ni en China ni en Cuba (y ésta última, a pesar del criminal bloqueo del imperialismo yanqui). Y en el terreno de la seguridad social, la población vive tranquila, sin los problemas derivados del crimen organizado y no organizado. El mundo está asombrado de lo bien que los gobiernos chino y cubano han resuelto los problemas ocasionados por la pandemia del covid-19. Y todavía más: brigadas de médicos chinos y cubanos han llegado en auxilio de países azotados por la pandemia, para ayudar a contener y erradicar el coronavirus. Las muestras de solidaridad con el mundo por parte de China y de Cuba son un ejemplo en la historia universal desde Adán hasta nuestros días.
Veamos, aunque sea someramente lo que sucede en los países capitalistas que representan los extremos del desarrollo: Estados Unidos y Ecuador. Del segundo, diremos brevemente que está a la vista la total incapacidad del gobierno para enfrentar la pandemia. El presidente Lenín Moreno ni siquiera se molesta en dar la cara para enfrentar la pandemia: la bancarrota del sistema sanitario ha llevado al país a niveles espeluznantes en muertos e infectados. Las imágenes transmitidas por las cadenas noticiosas con cadáveres regados por todos lados, en las calles, en las casas, en los mercados, etc., provocan escalofrío y terror en el mundo entero. De la inseguridad y de su economía mejor no hablaremos. Todo Ecuador es un desastre. El presidente Lenín Moreno se ha ganado a pulso su destitución fulminante. Veamos ahora la situación del país que es ejemplo a nivel planetario en desarrollo económico, científico y militar: los Estados Unidos de América. En el terreno sanitario, la falta de seriedad del presidente Donald Trump a la hora de caracterizar la epidemia y tomar las medidas necesarias para frenarla, tienen convertido a los EE. UU., en el epicentro mundial del covid-19, con 1,094,640 infectados, 64,324 decesos, con más de 30 millones de desempleados, y con un sistema de salud a punto del colapso. Simplemente no pueden contener la pandemia. Y, encima, tienen la presión de las industrias militar y automotriz para reabrir la producción de componentes, que seguramente van a incrementar el número de contagiados y de muertos. La prioridad del gobierno de Trump son las empresas capitalistas; la salud del pueblo norteamericano le tienen sin cuidado. En este país, a pesar de ser la economía número uno, no tienen la disposición para movilizar todos sus recursos materiales y humanos para atacar y frenar la pandemia. La deshumanización de la clase que gobierna en EE.UU., es aterradora. La pandemia los está derrotando en toda la línea.
A la luz de estos ejemplos, analicemos rápidamente, la situación en México: el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se comportó en el inicio de la pandemia de una manera irresponsable, frívola y contradictoria: mientras que a nivel mundial se recomendaba la instalación de filtros en los aeropuertos para atajar la importación de pasajeros contagiados y en algunos países inclusive cerraban aeropuertos, en México el ingreso de pasajeros provenientes del extranjero se hacía sin ningún control. Cuando el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell recomendaba implementar la sana distancia, López Obrador llamaba a la población (y predicaba con el ejemplo) a besarse y abrazarse; cuando su vocero recomendó el "quédate en casa" el presidente AMLO utilizó su prestigio para pedirle a la población que no se quedara en casa; cuando la OMS recomendaba hacer pruebas y más pruebas para localizar a los contagiados, López Obrador las declaraba inútiles e innecesarias, etc. ¿Y el apoyo con equipo adecuado a los médicos y personal de los hospitales? Como dijo el gobernador Barbosa Huerta, del partido de Morena-4T de Puebla: esa es una leyenda urbana.
La respuesta del gobierno de la 4T a la pandemia ha sido un conjunto de chabacanerías que le ponen los pelos de punta al más pintado. Y a la sombra del gobierno de AMLO, las empresas de su partido están haciendo los negocios del año: inflan desconsideradamente el precio de los ventiladores hasta en cuatro veces su valor, inventan contratos con empresas chinas, compran equipos sanitarios que no sirven, etc. Y los resultados están a la vista: 20,739 infectados que multiplicados por 8 nos da la cifra de 165,912 gentes con covid-19 (programa centinela) y mil 972 muertos, cifra reconocida por ellos. En el terreno de la economía, hay un desastre. Y el presidente López Obrador se comporta como si viviera en otra realidad: para él la pandemia no existe. A pesar de que por diversos medios el pueblo ha demandado apoyo con un programa alimentario para atender el hambre que se está extendiendo por todos los confines de la República, el presidente sigue concentrando su atención en sus programas clientelares de repartición de dinero, y en la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, del Tren Maya y de la Refinería de Dos Bocas. AMLO vive en otra dimensión y su deshumanización salta a la vista: se niega rotundamente a canalizar apoyo para que la gente atienda sus necesidades de alimentación. ¿Y cómo está la situación en el terreno de la seguridad? México vive una criminalidad epidémica. Según cifras oficiales, el mes de abril de este año fue el más violento con un promedio de 83 asesinatos diarios. Y estos muertos son responsabilidad también del gobierno de la 4T. Pronto, a los muertos del covid-19 y del crimen en todas sus manifestaciones, habremos de agregarle los muertos por inanición.
Tal vez sólo el presidente de Brasil Jair Bolsonaro puede equiparse con AMLO en cuanto a irresponsabilidad y falta de humanidad a la hora de enfrentar la pandemia.
¿Cuál es el bien dentro de todos estos males? Que bastó la manifestación de un problema como la pandemia del covid-19, para que en dos meses quedara demostrado el agotamiento del sistema económico de libre mercado y la necesidad de un cambio de sistema económico mundial. Y en el terreno doméstico, en dos meses se hizo polvo la 4T, Morena, AMLO y sus proyectos irreales de república amorosa.
Queda pendiente la gran tarea nacional: unir, organizar, educar y enfilar a la lucha al pueblo pobre de México, para que derrote no sólo la pandemia del coronavirus sino para que resuelva de raíz la miseria en la que viven más de 80 millones de mexicanos. La vanguardia de los pobres está lista: el Movimiento Antorchista Nacional.
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