MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las graciosas incongruencias de los que gobiernan en México

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El lunes pasado, sucedieron en mi día dos sucesos que vale la pena compartir para la reflexión, pues estoy segura de que no soy a la única ni seré la última persona a la que le acontezcan. 

Aquí les cuento.  Muy temprano el lunes, después de llevar a mis hijos a sus respectivas escuelas, me dirigí hacia la capital a realizar mis tareas cotidianas. Saliendo del puente del barrio 5, para ir en dirección a Colima; a la vista advertí un tubo de pvc color naranja que estaba ahí para anunciar un tremendo pozo, pero no alcancé a ver uno que no estaba marcado. 

Cuando reaccioné, ya estaba escuchando salir el aire de la llanta, que se tronó inmediatamente al caer en ese otro bache profundo. Lo primero que hice fue, cuidar no causar un accidente, pues en ese tramo transitan a alta velocidad los vehículos. Me orillé para revisar y efectivamente la llanta estaba tronada, en perdida total, inevitablemente me angustié, por el costo de la reparación del daño, o sea comprar una llanta nueva, posteriormente por cambiarla en ese momento y después porque se me haría tarde para el cumplimiento de mis actividades.  Voltee para todos lados para ver si veía alguna patrulla, después recordé que eso sería más difícil que solicitar ayuda con otro conductor. 

Creí conveniente grabar un video en vivo, para alertar a la ciudadanía del tremendo pozo, y también para solicitar a las autoridades la reparación de dicho tramo carretero. Un amable hombre se detuvo al verme en aprietos e inmediatamente me brindó apoyo. Después fui a revisar que todo estuviera bien con la llanta y aunque no es recomendable viajar con la refacción, no me quedó de otra, pues mi presupuesto en ese momento era insuficiente para una llanta nueva.  

El otro suceso me ocurrió llegando a la ciudad, entrando por Villa de Álvarez, me detuvo un policía vial, en un puesto de vigilancia donde había más de 15 personas uniformadas. Creí que se trataba de una revisión de rutina, pero me sorprendieron al decirme que me grabaron a exceso de velocidad en el tramo anterior. Dude totalmente, por incrédula. Pero enseguida me imprimió un tiquet en donde aparecían dos fotos de mi coche, una de todo el vehículo y otra más de cerca para ubicar el número de placas. Mi delito, ir a 80 km por hora, 20km más de lo permitido. 

El servidor público, me explicó que esto era para proteger la integridad de los ciudadanos, y que me haría una infracción.  No pude evitar expresarle al policía mi gran asombro al conocer un sistema eficaz para detener a los conductores, y la indignación que sentí al no concebir cómo es que entonces no atrapan a ningún homicida, porque huyó con rumbo desconocido. Y como el me dio pauta de desahogarme, al preguntarme si tenía alguna opinión, pues no me quedé con las ganas de compartirle el suceso anterior de la ponchadura de la llanta, agregando que, si de verdad quieren cuidarnos, hagan dos cosas urgentes: uno, arreglen las carreteras y   dos, que usen ese sofisticado sistema para atrapar a los maleantes.

Pues así mi lunes. Y les juro, que me levante temprano, y eso de que “al que madruga dios le ayuda”, no me aplicó, también les juro que estaba de super buen humor, o sea eso de las “buenas vibras” tampoco me aplicó.  La realidad fue lo que me aplicó, pagar las consecuencias de la falta de eficiencia de nuestros gobernantes para resolver los problemas. 

El problema de los daños a las carreteras, al menos en manzanillo, es muy grave. Diariamente este, ocasiona accidentes, y en muchos de los casos con consecuencias de heridos y muertos. ¿Pero porque nuestros gobernantes no actúan con mayor rapidez en la solución de este problema?  Si se supone que de los impuestos que pagamos (que no son pocos ni opcionales), deben presupuestarse el mantenimiento de todos los caminos y carreteras. Que sea municipal o federal, no es una cuestión que deba preocuparnos a los que transitamos, sino a las autoridades, solo para ver quien resuelve. Pero parece que unos se escudan con los otros, como si no fueran gobierno al servicio del pueblo, sino equipos de trabajo distintos con propósitos distintos. ¿Cuántas víctimas más habrá de este horrible problema? ¿qué esperaran las autoridades para actuar? 

Deseo que no le pase a nadie, pero comprobé que los deseos poco importan, pues es la realidad la que al final se impone, y así como vamos, creo que seguirán acumulándose más víctimas de los baches. No nos queda más que andar con mucha precaución. 

Y respecto al tema de las cámaras de vigilancia, parece una burla a la sociedad, una graciosa incongruencia, que se use un sistema tan sofisticado para conocer qué ciudadanos circulan a alta velocidad, y multarlos con el afán de protegerlos; y no se use para localizar a los homicidas que a diario cometen sus fechorías, acaso, ¿estos sujetos no circulan por las mismas calles que nosotros?

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