MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La vida en el campo y el olvido del gobierno

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“La victoria total, en la etapa siguiente de la revolución,

y la conquista del poder por un gobierno obrero, 

sólo serán posibles si las grandes masas populares 

han sido previamente informadas y organizadas”.

V. I. Lenin

Don Margarito Sánchez, originario de San José del Rincón, cuarto hijo varón de una familia de 7 hermanos, cuenta que su padre perdió la vida por causa de la injusta situación social: murió en manos de los caciques de un pequeño pueblo cuando arrebataban a las familias humildes sus pequeñas parcelas. Dos hectáreas era lo único que tenía su padre, de ellas obtenía una parte para autoconsumo y otra para venta; con el dinero que obtenía compraba otros alimentos, vestido y calzado para su familia. 

Cuando su padre murió, don Margarito apenas tenía 12 años. Por la falta de oportunidades en la tierra donde nacieron, tres de sus hermanos emigraron a los Estados Unidos, pero uno de ellos perdió la vida en el viaje. 

Casos como este hay muchos en nuestro país: la gente abandona sus tierras en busca de mejores condiciones de vida para sus familias, pero pocos alcanzan una vida como la que piensan alcanzar cuando se desarraigan. 

A los dos años de fallecido su padre, Don Margarito también quedó huérfano de madre y, por tanto, se vio obligado a hacerse cargo de tres pequeños hermanos. Con tan solo 15 años de edad y con la responsabilidad de mantener a tres pequeños, su única fuente de ingresos era la labor en el campo; pero, con una férrea voluntad y mucho trabajo, sacó adelante a su familia. 

“Recuerdo que a mis 37 años asistí a una plática con un grupo de vecinos; éramos alrededor de 25 personas, nos juntamos a leer, pero yo no entendía el propósito del por qué lo hacíamos. Uno de los primeros regalos que ahí me dieron fue un libro que hablaba de la explotación que los ricos hacían a los pobres y se me vino a la mente la historia de mi papá. Eso me llamó mucho la atención y quise saber más. Cada 15 días iba a esas pláticas; había gente muy preparada que compartía su conocimiento con nosotros y nos invitaban a formar grupos para luchar y pedir al gobierno que nos apoyara con escuelas, caminos, muchas cosas que a nosotros nos hacían falta. 

“En una de las gestiones que realizamos tuve la oportunidad de recibir fertilizante para mi siembra, eso me ánimo para seguirlos; asistíamos a marchas, plantones, eventos donde nos daban pláticas e iba muchísima gente. Fue ahí cuando entendí lo que hacían realmente los mentados antorchistas.

“Desde entonces asistí a todos los llamados de Antorcha y empecé a hablarle a la gente de la organización para que se sumaran a nuestro grupo, y así año con año logramos fertilizante, pavimentaciones, electrificaciones, apoyos a la vivienda y logramos una preparatoria en la comunidad de Yondecé el Grande y aunque mis fuerzas se están acabando siempre le platico a la gente joven todo lo que logramos unidos. 

“Desafortunadamente, continúa don Margarito, desde hace tres años el gobierno de Andrés Manuel López Obrador desapareció todo tipo de apoyos. Por eso, ahora sufrimos más escasez. Siempre imagino lo que pudiéramos lograr si todos los mexicanos miráramos la vida como la vemos los antorchistas; una sociedad distinta es posible y el claro ejemplo es Tecomatlán, un municipio que atrasado al que desarrolló el trabajo antorchista. ¡Imagínese hacer de México un Tecomatlán!, ¡Yo solo espero poder ver ese momento!, que los antorchistas hagamos de México un país próspero para todos”. 

Con estas palabras Don Margarito invitó a la ciudadanía a organizarse para formar un frente común y continuar con ese proyecto que llevó grandes beneficios a su comunidad y del que se enamoró. Es triste que desde el 2019 los agricultores no cuenten con apoyos para continuar con el desarrollo del campo. Con la llegada del gobierno federal de la 4T, a los pobres se les han dejado en el olvido. 

La historia de Don Margarito es la misma que viven millones de campesinos que buscan mejorar la vida de sus familias: desde hace muchos años, millones de ellos emigran a las ciudades para emplearse en fábricas donde cada quincena obtienen un salario pequeño. Los pocos campesinos que se quedan en sus tierras apenas pueden cultivar, en promedio, una tonelada por hectárea, lo que apenas les alcanza para el autoconsumo; antes, con el apoyo de fertilizante obtenían más toneladas por hectárea. 

Abrazar la causa de los pobres, así como lo han hecho los más de 30 mil agricultores que están afiliados al Movimiento Antorchista en el Estado de México, es justo y necesario para juntos construir un nuevo régimen político, económico y social.

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