MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La vida de nuestros hijos, suficiente razón para no hacerle caso al presidente

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El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, volvió a engañar con alevosía a los mexicanos. Dijo que respetaría la voluntad de los padres de familia campechanos en la propuesta que él, y por ende toda la cohorte que sigue sus caprichos a pie juntillas, quienes hacen las maromas más imposibles por quedar bien con él, viene martillando desde antes de la segunda ola de contagios en la pandemia de la covid-19, de regresar a clases presenciales.

Dijo a ese propósito que realizaría una “encuesta” y, con base en ella, se decidiría si se inicia o no y en qué momento. Desde antes de la célebre encuesta yo me atreví a pronosticar que el presidente y sus achichincles harían lo que fuera para que el resultado diera un “sí”, sin importar la verdadera voluntad de los padres de familia campechanos, y matar dos pájaros de una pedrada: hacer pasar con falsa autenticación, de cachirul, su propuesta, y quedar él como un demócrata probado al someterse a la voluntad del pueblo. Debo admitir que acerté solo a medias.

El presidente decidió pasarse por el arco del triunfo eso de “demócrata probado” y la voluntad del pueblo, y, sin disimular, decide simplemente orquestar el regreso a clases a pesar de esta. Sería porque sus alquimistas no supieron manipular la encuesta o porque sencillamente no les importó, la misma dio como resultados que más del 60 por ciento de los padres campechanos votaron por el no al regreso a clases presenciales. Pero al presidente no le importa ese resultado. Al parecer, se le ha subido mucho lo que le dicen sus lambiscones de que es un líder inédito, mesías y casi Jesucristo, de manera que ya no le importó la voluntad de los mortales, ni siquiera de a mentis, ni siquiera para disimular y taparle el ojo al macho. Las clases van, porque así lo ha indicado el supremo líder.

Han salido al rescate supuestas asociaciones de padres de familia que se manifiestan de acuerdo con algunas hasta claman y exigen regreso a clases presenciales. Demasiado tarde, en Campeche, donde se va a iniciar el experimento de regresar a las aulas, los padres dijeron fuerte y claro no. Pero, no importa, lo importante es que se haga lo que dice el presidente.

Así, este jueves la Secretaría de Educación Pública (SEP) comunicó que el regreso a las aulas en los estados con semáforo epidemiológico en color verde, como Campeche desde hace un mes, será “gradual y voluntario”, es decir, las madres y padres de familia están en “libertad de decidir” si llevan o no a sus hijas e hijos a las escuelas y advierte que será responsabilidad de ellos, sea una u otra y sean los efectos que de ello se desprendan. Es decir, por ejemplo, si un padre decide no enviar a su hijo y pierde el año escolar será culpa del padre; o bien si decide sí mandarlo y el niño se contagia del virus o contagia a otros y es causa de casos fatales, también será responsabilidad del padre.

Esto es, pues, otro engaño malévolo. Eso no es libertad de decidir, la decisión la debe tomar el Estado e implementarla con base en la situación real como una medida general, como política de Estado y con toda la fuerza del mismo. De entrada, el mal manejo de la pandemia se debe a la irracionalidad y soberbia de López Obrador, y son la verdadera causa de que no estemos en condiciones de abrir la movilidad nuevamente ni las mismas escuelas. Baste recordar las palabras de él hace casi un año, el 27 de abril de 2020, cuando salió en red nacional a decir a todos los mexicanos que “ya domamos a la pandemia”; en ese entonces había 15,529 mexicanos contagiados del Coronavirus SARS-CoV-2, y 1,434 decesos. Desde entonces solo se han presentado 2,256,535 nuevos casos y han muerto 205,586 mexicanos más. Vistas a un año sus declaraciones y medidas, la única duda es si es solamente inepto o lo hizo con premeditación.

La duda no es ociosa, ya se ha visto clara la diferencia entre quienes decidieron combatir a la pandemia pensando en la salud y la vida de sus pueblos, y quienes decidieron defender los intereses de las grandes empresas, apostando a una genocida “inmunidad de rebaño” y apertura de la movilidad para no afectar a la economía, es decir, a las grandes empresas y sus ganancias.

López Obrador, Morena y la rimbombante 4T, decidieron el segundo camino, pertenecen al club delos gobiernos que decidieron abandonar a su suerte a sus pueblos y dejar que se mueran los que se tengan que morir. Por eso estamos en la cima de contagios, muertes, mortandad, muertes de personal de salud, exceso de morbilidad, etc. y en la sima en aplicación de pruebas, de vacunas, de medidas de contención y de apoyo a las familias y a las pequeñas empresas. No, aunque diga lo contrario, el de López Obrador no es un gobierno del pueblo ni de primero los pobres; es más bien un engaño sádico y vil a la confianza del pueblo que realmente creyó en sus rollos falsos de combate a la corrupción y justicia social.

Es cierto, las clases en línea son otro fracaso, pero era previsible y se les advirtió que lo sería, pero tampoco hicieron caso. Los estudiantes le han exigido que cumpla su “promesa de campaña” de otorgar a todos los mexicanos Internet universal y gratuito, con eso las clases en línea por lo menos no hubieran sido causa del incremento en la deserción escolar. Pero nada, tampoco eso tuvo alguna vez verdadera intención de cumplirlo. Hoy los estudiantes (yo estoy de acuerdo con ellos y creo que todos los mexicanos honestos también), le piden que no inicie clases presenciales sin antes haber vacunado a todos los estudiantes y personal docente, aplicar pruebas antes de ingresar a las aulas y garantizar atención médica de calidad, eficiente y suficiente para cualquier circunstancia sanitaria. El presidente parece ofuscado o alienado y no responde a las peticiones, como si no las formulara nadie.

Hoy nadie comprende su premura de iniciar clases ya, y en Campeche se comenzará a partir del 19 de abril (¡ni siquiera quiso esperarse al siguiente ciclo escolar!), pero no es tan difícil adivinarlo. Lo único que lo explicaría, es que quiera hacerlo antes de las votaciones del 6 de junio. Pero, ¿y eso en que nos beneficia a los mexicanos?, ¿es parte de nuestro interés general que las clases inicien antes de las votaciones?

Le pido respetuosamente al probable lector, que píense si, en verdad, puede ser más importante el deseo del presidente de conservar el poder para su partido Morena en estas elecciones que la vida de nuestros hijos... tal vez para él, pero para los ciudadanos mexicanos, la vida de nuestros hijos, debería ser suficiente razón para no hacerle caso al presidente.

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