“La Tigrada” 2023, que se llevó a cabo sin ningún contratiempo, entre danzas, música, mezcal y tigres, es un ritual para el pedimiento de agua que data de la época prehispánica y se ofrece a Tláloc; se trata de la última petición de lluvias del año en el municipio de Chilapa de Álvarez, que forma parte de la región Centro del estado de Guerrero.
Los colores amarillo y negro tapizaron las calles de la cabecera municipal de Chilapa para demandar lluvias, fertilidad y buenas cosechas; este tradicional ritual, en el que, en este 2023 participaron contingentes de danzas y personas vestidas de tigres y jaguares de aproximadamente 20 municipios, se realiza también para agradecer a la madre Tierra y a la virgen de la Asunción los favores recibidos.
Los habitantes de Chilapa salen a las calles vestidos de tigre, cubriéndose el rostro con máscaras de madera elaboradas por artesanos de las comunidades, decoradas con espejos, colmillos semejantes a los del perro o jabalí. En la zona, el jaguar es un animal asociado con la lluvia, la valentía, los terremotos y la fertilidad.
En su recorrido, los habitantes de Chilapa y de municipios cercanos, arrastran cadenas de metal, emulando con el estruendo de la lluvia; anteriormente esta festividad se realizaba en el centro de la ciudad, en las tierras de cultivo, donde los tigres corrían de un lado a otro para alejar los malos espíritus que pudieran impedir una buena temporada de siembra o cosecha. Actualmente, los tigres son desafiados en las principales calles por los asistentes e inicia la persecución.
El felino hace comer a su presa un chile verde, por lo que los asistentes deben ser lo suficientemente veloces para no ser atrapados. Según la leyenda en esta región, el sonido estruendoso de los chirriones (cadenas de metal) se asocia al enojo de Tláloc, dirigido a los hombres vestidos de tigre que lo engañaron para robar su maíz.
Los habitantes de Chilapa salen a las calles vestidos de tigre, cubriéndose el rostro con máscaras de madera elaboradas por artesanos de las comunidades, decoradas con espejos, colmillos semejantes a los del perro o jabalí
Asimismo, los cerros encarnados en dioses fueron considerados como los dueños del agua, los vientos y las semillas capaces de controlar los fenómenos climatológicos e incidir en el régimen pluvial y la temporada de sequía, además de determinar si habría penuria de alimentos o prosperidad.
Para los pueblos nahuas de Guerrero, el océlotl o jaguar enlaza lo que sucede entre la naturaleza, lo humano y lo divino, asimismo se vincula la figura humana con los procesos cotidianos, por ejemplo, con la actividad agrícola.
De esta manera, entre cadenas, cantos, danzas y mezcal, concluye la tradicional Tigrada en el centro de la ciudad, al anochecer, en el que participan niños, jóvenes, hombres, mujeres y adultos mayores de Chilapa y sus comunidades, uniéndose también al contingente, pobladores de municipios cercanos que engrandecen esta importante festividad.
La forma en que se vincula el sujeto con las potencias sagradas de la naturaleza está conectada con el jaguar, por tanto, es común que el hombre se equipare al jaguar y que el jaguar se humanice, logrando hombres-jaguares y jaguares-hombres, también están los dioses adquiriendo figuras y transformándose en jaguares-cósmicos. La Tigrada de Chilapa, es una tradición de la época prehispánica que se difunde entre las nuevas generaciones y se fortalece cada año.
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