Cuando el Gobierno federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, anunció que desaparecería varios programas sociales porque, según él, estaban infestados de corrupción; uno de esos tantos, fue el Fondo de Desastres Naturales, conocido como FONDEN, que era un instrumento financiero que tenía la finalidad apoyar a los estados, así como a dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, en la atención y recuperación de los efectos que produzca un fenómeno natural.
“Atender los efectos de desastres naturales, imprevisibles, cuya magnitud supere la capacidad financiera de respuesta de las dependencias y entidades paraestatales, así como de las entidades federativas”. Así, cada vez que sucedía un fenómeno natural de dimensiones catastróficas, los estados tenían cabalidad de contar con el respaldo económico que ayudaría a atender las afectaciones. Millones de mexicanos, de una u otra forma, fueron beneficiados con el FONDEN, después de un desastre.
Algunos de los conceptos que atendía en FONDEN eran los siguientes: “Geológicos: Sismo, erupción volcánica, alud, maremoto, deslave. Hidrometeorológicos: Sequía atípica e impredecible, ciclón (en sus diferentes manifestaciones: depresión tropical, tormenta tropical y huracán), lluvia torrencial, nevada y granizada, inundación atípica, tornado. Incendio forestal”. Todo el país está proclive a distintos desastres, por eso existía un presupuesto destinado para estas emergencias, para eventos extraordinarios que no estaban contemplados en los gastos de los estados, por eso la participación del Gobierno federal era decisiva para remediar el desastre natural.
Desde hace ya dos semanas, diferentes municipios de la Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua, son devorados por el fuego. Miles de hectáreas de pinos están son consumidas por los incendios que se han suscitado.
Son tres los municipios afectados por los incendios: Bocoyna, Guerrero, y Urique. Lo preocupante, además de la pérdida de millones de pinos, y de que el fuego erosione la tierra, es la nula acción de los gobiernos. Aquí es donde entra la importancia de programas que existían aún con sus defectos, tal es el caso del FONDEN.
Ahora no existe un presupuesto destinado a estos desastres, de modo que, ante la falta de una acción eficaz del gobierno, aun con todos sus recursos económicos, materiales y humanos; los pobladores de esos municipios, ejidatarios y vecinos, se han organizado para ir a apagar el fuego, valiéndose solo de rastrillos, palas y azadones, sin equipo especial para estos casos, salvo un pañuelo en la boca y unos guantes, eso y la protección del de arriba es lo que los acompaña. Es de destacar la colaboración de los pobladores que envían agua, suero, y comida a los valientes que están sofocando el infierno desbordado.
Frente a este siniestro, la pregunta obligada es ¿Y el Gobierno federal qué ha hecho? Si los miembros de la SEDENA también llegan con su pala y rastrillo. Este no es un tema nuevo, los incendios suceden cada año. Estos incendios tienen ya dos semanas. ¿No ha llegado a oídos de AMLO? ¿O no quiere atender a los tarahumaras? No se tratará de alguna de sus obras suntuosas, porque ahí sí destina más recursos, los que fueran.
Todos los afectados directos por estos incendios y todos los mexicanos que de alguna manera hemos sido afectados por las políticas erróneas de la 4T, debemos entender que su forma de gobierno lo que ha provocado es más sufrimientos, y estos ha provocado lamentos desgarradores que no han sido escuchados.
No nos engañemos. En gran medida, la dificultad para atender los incendios es culpa de la 4T. Ahora resulta que los menonitas están más preocupados que el propio Gobierno federal. Pues la comunidad menonita acaba de enviar 4 avionetas que rociarán agua o retardador de fuego para ayudar a los exhaustos voluntarios que están arriesgando sus vidas.
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