MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La Revolución Mexicana de 1910 pendiente

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Siempre habrá algo que decir y habrá que decirlo aunque parezca repetitivo, pero la Revolución de 1910 se quedó trunca para los campesinos y obreros de México. Hoy en día, en tiempos de la 4T escuchamos toda una perorata en contra del sistema dictatorial de Porfirio Díaz Mori y de todos los predecesores, algunos alabados y otros denostados, pero todo el tiempo creyéndose los salvadores de la patria. Lo triste es que se lo creen y muchos caen embaucados; demasiado diría yo, a falta de una conciencia de clase, porque el sistema así lo quiere, porque así lo necesita, para seguir explotando a la clase trabajadora y seguir manteniéndose en el poder.

Durante la época del Gobierno de Porfirio Díaz hubo desarrollo económico; México progresó económicamente para algunos cuantos, pero muchos más se quedaron al margen. Las élites ganaron no sólo riqueza sino también influencia, pero la mayoría de la población tuvo que aceptar la nueva situación, trabajando duro para poder sobrevivir.

La llegada de nuevas haciendas y empresas a zonas rurales provocó que los campesinos y mineros mestizos se convirtieran en peones y que algunos pueblos indígenas se convirtieran en aparceros. Los hacendados y las compañías europeas y americanas contrataron capataces encargados de vigilar el trabajo en sus instalaciones. El Gobierno de Díaz creó una Policía rural conocida como “La acordada” y desplegó tropas federales para mantener el orden por todo el país. 

La modernización del país produjo un crecimiento de injusticia y desigualdad social: aquí nace el gran descontento de campesinos y obreros y se inicia la Revolución mexicana, en buena medida encabezada por la naciente burguesía en nuestro país. Como consecuencia natural del proceso, la Revolución no la gana la clase humilde; en este caso la clase campesina sometida al hacendado que era la mayoría en su momento, ya que en México apenas se estaban creando las condiciones para el desarrollo de la clase obrera.

La clase humilde y trabajadora del momento encabezada principalmente por caudillos como Emiliano Zapata, en el sur de México, y Francisco Villa (Doroteo Arango) en el norte, junto con campesinos y obreros, fueron los precursores de la Revolución. Estos se dejaron guiar por los ricos del momento, en este caso Francisco I Madero, pactando un acuerdo, que consistía básicamente en el reparto de las tierras, acuerdo que no se respetó una vez derrocado el régimen dictatorial anterior y ganado el poder del país.

La modernización del país produjo un crecimiento de injusticia y desigualdad social: aquí nace el gran descontento de campesinos y obreros y se inicia la Revolución mexicana.

En esta etapa, para colmo de males, es eliminado Francisco I Madero por el Porfiriato recién desbancado. Ya inconforme la clase humilde y trabajadora por los acuerdos incumplidos, mantienen la lucha revolucionaria alcanzando a ganar por la vía militar y llegar hasta sentarse en la máxima silla del poder, la silla presidencial.

Desafortunadamente, llegaron sin saber qué hacer con el poder ya en la mano: faltó educación, faltó una ideología con base científica, preparación en la política nacional e internacional para poder enfrentar y afrontar los retos de gobernar un país en beneficio de los desposeídos del momento. Y es aquí donde la clase mexicana burguesa naciente, con Venustiano Carranza a la cabeza, aprovecha y se hace del poder quedando ahora en manos de la burguesía el mando del país, una vez derrocado el sistema feudal que era traba mayor para el desarrollo del capitalismo mexicano.

La Revolución se dio y produjo un cambio de modo de producción, del sistema feudal al modo de producción capitalista ávido de mano de obra que estaba sometida literalmente a las haciendas feudales. Sí, hubo este cambio revolucionario; ahí está la historia bien contada.

Sin embargo, la clase que se quedó con el poder fue la clase burguesa; como quien dice, sólo cambió el patrón de campesinos y obreros, ahora ya no los señores hacendados, ahora los capitalistas con diferencias engañosas para la clase trabajadora, aduciendo que eran libres de trabajar con quien mejor les pareciera, y así es, nada más que trabajan bajo un modo de producción y este sistema se diseñó para producir riqueza, no para repartirla, lo que conduce a que la clase humilde siga padeciendo las miserias nacidas del mal reparto de la riqueza producida, creada por la clase trabajadora del campo y de la ciudad.

La lección o parte de la lección que nos deja la Revolución de 1910 es que se necesita de una vanguardia educada y organizada y un pueblo firme y decidido por mejores condiciones de vida, con una ideología humanista con bases científicas, tarea sobre todo del frente vanguardista, que tiene la obligación y el compromiso de procurar un mundo justo y equitativo dentro de un modelo distinto al que nos rige actualmente, un modo de producción que produzca y distribuya la riqueza según sean las necesidades de cada ser humano sin excepción. 

El proyecto de un cambio profundo ocupa de educación, organización y politización; de una idea colectiva por un mundo verdaderamente humanista con bases terrenales. Se necesita tomar el poder político de la nación para tal proeza. Antorcha puede y sabe cómo hacerlo: hagámoslo por el bien de todos. 

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