MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La reducción de la jornada de trabajo y la clase obrera

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“La jornada de trabajo es el tiempo durante el cual el trabajador está a disposición del patrón para prestar su trabajo”: así la define el artículo 58 de la Ley Federal del trabajo vigente.  

México es uno de los países con las jornadas laborales más extensas entre las 37 naciones pertenecientes a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Datos proporcionados por este organismo dicen que durante el año 2019 el promedio de horas trabajadas por personas de los países miembros fue de mil 714 horas y destaca que México fue el país que más horas trabajó en ese año, con un promedio de 2 mil 148 horas por persona, mientras que Alemania fue el país que menos horas trabajó, con un promedio de mil 356 horas por persona. 

Aquí cabe la pregunta: ¿Qué relación existe entre el número de horas trabajadas y la productividad? La investigación referida dice que existe una relación inversa, es decir, que los países que trabajan menos horas suelen tener una mayor productividad por hora trabajada y nos da el dato: en Alemania la productividad por hora trabajada es de 67.5 dólares, mientras que en México, que es el país que más trabaja, es de 20.5 dólares.

Una de las principales causas de muertes por accidentes de trabajo se debe al exceso de horas trabajadas. El IMSS ya contempla cuatro tipos de trastornos incapacitantes: estrés crónico, depresión, ansiedad y trastorno del sueño o vigilia.

Y abunda: los cinco países miembros de la OCDE con la productividad más alta tienen jornadas laborales cercanas a las 35 horas semanales; entre ellos está Alemania con 34.3 horas, Rusia con 39.1 horas, Francia con 28.5 horas. En América Latina, el tiempo de trabajo semanal es aproximadamente de 41 horas y sólo en Colombia y México es de 48 horas.

Trabajar más puede tener consecuencias negativas para la salud física y mental de los trabajadores, para su vida familiar y social. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) identificaron que las jornadas de trabajo de larga duración provocan afectaciones a la salud que impactan de manera negativa en la productividad de las personas y, por consiguiente, de las empresas que les contratan.

Una de las principales causas de muertes por accidentes de trabajo se debe al exceso de horas trabajadas. El IMSS ya contempla cuatro tipos de trastornos incapacitantes: estrés crónico, depresión, ansiedad y trastorno del sueño o vigilia.

¿Conviene la reducción de la jornada laboral?  ¿A quién beneficiaría? De acuerdo con la experiencia de los países que ya la han implementado, está claro que sí conviene porque los trabajadores aumentan sus capacidades físicas, mentales y emocionales para producir mientras tengan el tiempo suficiente para descansar y para ocuparse de actividades recreativas, y eso beneficiaría a todos porque, como queda dicho y demostrado, con jornadas más cortas se ha logrado incrementar la productividad.

Los organismos empresariales de México han adoptado la posición contraria: alegan que no es posible reducir la jornada de trabajo porque impactaría negativamente en la economía del país y lo más que aceptan es que se implemente de manera gradual, pidiendo un plazo hasta de cinco años para llegar a la jornada de 40 horas.

La experiencia mundial demuestra que trabajar más no significa necesariamente trabajar mejor, sino que depende de otros factores como la educación, la innovación, la inversión, la infraestructura, la organización del trabajo, las condiciones laborales, el bienestar general del trabajador, entre otros, por lo que la posición empresarial no se sostiene.

Se necesita adoptar la medida como parte de una estrategia integral que incluya medidas económicas, sociales y políticas pensadas para desarrollar al país con verdadera equidad y justicia social, para lo cual se necesita la intervención decidida de Gobierno y empresarios.

Aunque el tema se ha puesto a discusión en los órganos facultados legalmente para reducir la jornada laboral en nuestro país, nuestros legisladores —carentes de toda independencia que deberían tener como verdaderos legisladores respecto al ejecutivo, siendo  mayoritariamente morenistas y aliados; amordazados por el presidente de la república, que obedece a los intereses de los patrones— ni siquiera discutieron en el pleno, durante el primer periodo ordinario de sesiones, la iniciativa de reforma al artículo 123 de la Ley Federal del Trabajo para disminuir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales.

El 1 de febrero iniciará el segundo periodo ordinario de sesiones y no hay señales de que se vaya a aprobar la reforma, pero pesan más ante los poderes Ejecutivo y Legislativo (que en realidad obedecen a una sola voluntad) las objeciones interpuestas por los organismos empresariales que el bienestar de la clase obrera mexicana. Eso es lo que se demuestra en los hechos aunque en el discurso se diga machaconamente que velan por los intereses del pueblo.

Corresponde a los trabajadores del país la tarea de forjar un sindicalismo auténtico y combativo a nivel nacional para que sea la lucha obrera organizada la que obligue a patrones y Gobierno a dar mejores condiciones de trabajo y en última instancia, construir una gran fuerza política que incluya a los trabajadores formales, informales y demás sectores pobres del país para hacer un cambio de raíz del actual régimen por otro nuevo, dirigido científicamente por las clases trabajadoras y para las clases trabajadoras.

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