MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La realidad no miente, solo falta aprender a leerla

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México y el mundo viven una recesión económica. El problema de occidente ha apresurado a los amantes de la pluma a mojar el tintero y plasmar sobre el papel el asunto que tiene al mundo pendiente de un hilo, pero la decadencia de esta economía estaba escrita desde su nacimiento. 

Terry Eagleton, académico británico, en su libro ¿Por qué Marx tiene razón?, publicado en 2011, dice: “nos enfrentamos a un futuro probable de Estados nuclearizados en guerra por el control de unos recursos escasos, escasez que es consecuencia en buena medida del propio capitalismo…Las espectaculares desigualdades de riqueza y poder, las guerras imperiales, la intensificación de la explotación, el creciente carácter represor del Estado: si todas estas son características del mundo actual, no lo fueron menos de la realidad sobre la que el marxismo ha reflexionado tradicionalmente y contra la que lleva actuando desde hace casi dos siglos”. Marx tenía razón y por lo mismo conquistó, y sigue conquistando, a miles de corazones que se apropian de la verdad, pues las crisis que identificaba Marx existen tal y como él lo planteó. La de 1825 en Reino Unido, o las de los años siguientes de 1837, 1847, 1857, 1866, 1873, 1882, 1890, o la de 1932 que provocó que 34 millones de personas en EE. UU. apenas sobrevivieran por no poder mantener sus medios se subsistencia. Estas primeras no fueron tan desastrosas como las que vinieron después en 1929 en EE. UU., que hizo tambalear al sistema capitalista a nivel global, las de 1948, 1953, 1957, 1973, 1980, 1990 y 2008 siendo esta última una de las más duraderas. Lo que actualmente acontece, no es exactamente lo mismo que en las crisis antes mencionadas y cuyas causas varían, pero si es un problema cuya base es la misma: el hambre de poder que produce el modelo económico neoliberal imperialista.

Desgraciadamente, la problemática de nuestro país es ya bastante aguda, que el ensimismamiento, los problemas y las necesidades nacionales, nos obliga a mirar al interior de nuestro país y relegar la problemática internacional que necesariamente es cómplice, sin que se lo proponga, de la realidad mexicana. Y es que el funcionamiento de nuestro sistema económico, que es la base donde descansan los asuntos concernientes a la política e ideología del edificio social, no tiene límites territoriales, y por lo tanto para comprenderlo y transformarlo, no pueden establecerse estas fronteras. 

Lo que alcanza a ver el pueblo mexicano, de inicio, es que necesita trabajar más horas de las que antes para obtener un poco más de salario que, aunque oficialmente aumentó de 141.70 a 172.87 el salario mínimo, le alcanza para lo mismo que antes o inclusive para menos. Luego, debido a que es más importante comer y sobrevivir, ven en los hijos, debido a que tienen más habilidad y por el mismo hecho de que son jóvenes, un integrante que puede y debe aportar a la economía familiar, en el trabajo informal por supuesto, en lugar de desperdiciar el dinero en una preparación académica que no aporta en nada al cambio urgente que es el de tener más ingresos para poder sobrevivir. Posteriormente, y debido al trabajo temporal del que dependen, no obtienen los recursos necesarios, buscan más y más trabajos pequeños que lo mantienen en la misma miseria, pero más ocupado.

De esta forma, además de ver al trabajo como una obligación en lugar de verla como necesidad, tener tiempo para leer, distraerse, ver noticias, estudiar, ir al cine o pasar un rato con la familia, son placeres para los que ellos no vinieron a este mundo. Es decir, estos problemas inmediatos que son bastante urgentes y por los que ningún nivel de gobierno da ni un peso por cambiar, mantienen al pueblo ocupado y preocupado mientras que, a sus gobiernos, los limita a pensar también dentro de sus fronteras. Y por supuesto que no es por que tengan las mismas preocupaciones que el resto de los mexicanos, sino porque de mantenerlos contentos y preocupados, depende su permanencia en el poder. 

López Obrador, como todo gobernador que trabaja para que su pueblo permanezca en peores condiciones para tenerlos más ocupados en sobrevivir, y a quienes les quita todo tipo de apoyos y le prohíbe todo tipo de organización para que así los tenga a todos comiendo de su mano, no ha dejado de sorprendernos con las muestras incontables de incapacidad gubernamental y el día 1° de mayo no fue la excepción. Cortó el listón como acto de inauguración de una obra que le ha costado a México dinero y tiempo. A tres años y después de una inversión de 9,800 mdd, cuando la promesa fue de un sexenio y 8,000 mdp al arranque de la obra, el presidente de la república inauguró la Refinería de Dos Bocas que, según sus cálculos y la promesa de su política fallida, “ayudaría a la creación de empleos” y más recientemente, “a la crisis internacional de inflación que se desencadenó por el conflicto de Ucrania y Rusia”. Según palabras del señor Obrador, para 2023 estaría en funcionamiento, pero, por otro lado, analistas que si conocen sobre el tema, dicen que la refinería entraría en función a partir de 2026. 

Es decir, nuevamente su falta de conocimiento y de análisis de la realidad económica y social brilla con todo su esplendor. La creciente pobreza, la violencia, el narcotráfico, los desaparecidos, la creciente migración, las muertes, etc., son producto de la decadencia del sistema económico, sí, pero también de un gobierno fallido e incompetente. Economía y gobierno pueden trabajar juntos para sacar a los pueblos de la pobreza como lo ha demostrado China, pero siempre y cuando los gobiernos tengan la capacidad de lograrlo. El gobierno actual no lo está y quien diga lo contrario, miente. Por lo tanto, López Obrador miente, nuevamente. 
 

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