A estas alturas es bien sabido por los economistas que la base económica determina la superestructura, mediante ella se justifica teóricamente la situación económica de un sistema, y es esa misma base, la que determina la forma de pensamiento de una sociedad y el conocimiento o divulgación de los sucesos históricos. Es por ello que no nos sorprende que los actuales gobernantes traten de modificar la historia a su conveniencia, ya que la historia, según la definición de la Real Academia, es “el conjunto de sucesos o hechos, políticos, sociales, económicos y culturales de un pueblo”. Y es ese conocimiento el que nos servirá, por un lado, aprender de los errores, y por otro, para saber de lo que han sido capaces nuestros antepasados e imitarlos. Por eso ya hubo otro presidente (Vicente Fox en el 2002) que quiso eliminar la materia de Historia en la secundaria, por el riesgo que implica para los poderosos que el pueblo sepa que otros pueblos antes que ellos han sufrido también y cómo en un momento dado han podido superar sus dificultades.
Pero para que la lección histórica a los pueblos sea realmente útil, debe ser real y objetiva. No como ahora lo pretende hacer el gobierno por medio de su “flamante” Secretaría de Educación la maestra Delfina Gómez Álvarez, que dicho sea de paso, resultó ser un obediente peón de la voluntad de AMLO, quien pretende reconstruir la historia de México de acuerdo a la versión de la 4T y ya empezó a distribuir a lo largo y ancho del país dos materiales: “Historia del pueblo mexicano” (que incluye un texto de presentación de Andrés Manuel López Obrador como si se tratara de un mesías aclamado y respaldado por todos los mexicanos), diseñado desde la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México, con un tiraje de 100 mil ejemplares para profesores y estudiantes de las 266 normales, y “México, grandeza y diversidad”, con un tiraje de 120 mil ejemplares, editados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), destinados a profesores de historia, civismo y ciencias sociales de secundaria. Esos materiales son parte de la nueva estrategia educativa que promueve el gobierno del presidente López Obrador para adoctrinar a los estudiantes para que apoyen su gobierno.
Pero esta forma de retratar los últimos acontecimientos está totalmente fuera de la realidad; a México no llegó el mesías que resolverá los graves problemas del pueblo trabajador, lo que ha llegado es un lobo con piel de oveja que se ha dedicado a mentir desde el primer momento. Hasta septiembre del año pasado había dicho más de 61 mil mentiras en sólo mil 5 días de gobierno según el portal Expansión Política.
Bajo la bandera de combate a la corrupción ha dejado a miles de madres sin guarderías, a científicos sin recursos, a los damnificados sin el Fonden, a los mexicanos sin la atención medica mínima, etc. Estamos pasando por una pandemia y nos encontramos totalmente indefensos, la economía no se recupera ni siquiera a los niveles anteriores (que ya eran malos), el desempleo está elevado, la educación ha retrocedido, etc., y para que las futuras generaciones olviden o no conozcan esta lamentable realidad ahora se están distorsionando los hechos reales empleando recursos públicos para ensalzar al personaje responsable de nuestros males, recursos que bien pudieran usarse en vacunar a los niños para no exponerlos a los contagios.
Cuando se hacen bien las cosas no hay necesidad de manipular la historia de los pueblos, solo basta el tiempo y los hechos son reconocidos y aplaudidos. Pero como este no es el caso hay que manipularlos y adoctrinar para engañar. Yo levanto mi modesta voz y apoyo a los jóvenes de la FNERRR que han salido a protestar y denunciar este adoctrinamiento, su voz crítica debe ser escuchada.
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