Iluminar con alumbrado público una colonia humilde es algo positivo, y en ocasiones lograrlo es resultado de largas luchas sociales que tienen que vencer la resistencia de funcionarios insensibles, pero eso nunca nos garantizará la seguridad y, mucho menos, bajo un Gobierno federal que nos tiene olvidados y que ha demostrado ser ineficaz, no solo para disminuir la inseguridad y delincuencia, sino para evitar que crezca más.
Luego de que mis compañeros consiguieran la iluminación con nueve luminarias en las entradas de las colonias La Antorcha, Manuel Serrano, Humberto Gutiérrez, Cajeme y Loreto Gastélum, en el norponiente de Hermosillo, Sonora, les hago llegar una felicitación por su persistencia para lograrlo, al tiempo que les recuerdo lo que ya bien saben, que en la zona nuestra gente necesita trabajo bien remunerado, estable y seguro y con todas las garantías laborales que han conquistado las luchas obreras de nuestros antepasados.
La población también necesita empleo digno desde la edad que se requiera y muchos recursos públicos destinados a casas de cultura y centros deportivos, con suficientes maestros y entrenadores, que a su vez cuenten con buenos salarios; además, la promoción de talleres y concursos de artes diversas, premios importantes y la promoción de sana competencia son cosas que encausarían a una vida sana a nuestra niñez y juventud, y ayudarían a darnos más seguridad, al tener a nuestra juventud enfocada en el progreso, el arte y el deporte.
Pero estas cosas son impensables hoy día con Morena, que nos gobierna con la anuencia y complicidad de otros partidos que representan a las clases gobernantes de siempre y que entre todos nos dan siempre la misma respuesta: “no hay”.
Los gobernantes emanados de Morena, encabezados por Andrés Manuel López Obrador, y sus aliados de otros partidos políticos, creen que con unos cuantos pesitos a la semana nos van a convencer de que debemos conformarnos y… la verdad lo logran. Aunque nos duela admitirlo, la caridad alivia por un instante fugaz, pero no cura; sin embargo, el breve alivio a veces pesa más en la memoria que el dolor constante.
El demagogo tiene por virtud aprovecharse de la fugacidad del alivio para atribuirse un crédito de mucho tiempo que le garantiza quedar en posición social para seguir engañando y sacando ganancia personal. Tenemos que aprender eso para desengañarnos y quitarnos de encima la tutela de esos indignos.
La falta de empleo, el bajísimo salario, las largas jornadas laborales, la falta de medicamentos y los precios inaccesibles de los que sí hay, la insuficiencia de servicios médicos públicos y los elevados precios de los privados, y un larguísimo etcétera, generan que por muy bien iluminadas que tengamos nuestras calles y accesos, muchos prefieran delinquir a vivir esta vida miserable a la que nos han condenado López Obrador y su grupo, a que aun así, la muerte ronde nuestros alrededores.
La muerte no tiene pudor; muchas de nuestras hijas y familiares han desaparecido a plena luz del día y en la noche en calles perfectamente iluminadas, como Debanhi.
Comparto la satisfacción de mis compañeros por el logro obtenido a través de la fuerza social, y los invito a pensar, cada vez más, en la necesidad de lograr dos cosas por el bien de los humildes de Sonora; la primera, seguir fortaleciendo su unidad, no desunirse, sino apegarse más al Movimiento Antorchista para conseguir más servicios públicos que, si bien no acaban con las causas de la pobreza, sí nos ayudan a disminuir nuestros males, aunque sea de manera temporal (mientras no se vaya la luz, no se fundan los focos o no los rompan a propósito los delincuentes y sus cómplices).
Y la segunda, pensar, muy seriamente, en sacar del poder a quienes nos gobiernan actualmente y han demostrado la ineficacia de la que hemos hablado líneas y artículos atrás.
El tiempo de Morena, López Obrador y sus aliados ya se agotó y no hay signos de que el país se recupere, al contrario, nos hundimos más y más.
Hoy ya no basta con luchar por sólo unos cuantos satisfactores para nuestras comunidades o para nuestras familias, hoy se impone quitar del poder a quienes han demostrado una total incapacidad para sacar al país adelante. Hoy se nos impone el deber de darnos una oportunidad y decidirnos por gobernar nosotros mismos este país y decir, como una vez resolvieron los comuneros de París, en la pluma de Bertolt Brecht:
“Considerando que no confiamos
en lo que siempre promete el gobierno,
hemos acordado, bajo nuestra propia dirección,
hacer feliz nuestra vida desde este momento”.
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