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La muerte de Príamo

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La muerte de Príamo, el valiente rey troyano, fue un momento trágico que marcó el fin de una era. Todo guardado en la Mitología que, en nuestra organización nos hemos encargado de leer y difundir. La guerra entre troyanos y aqueos había llegado a su punto culminante, y Príamo se encontraba en una situación desesperada. El gran héroe troyano, Héctor, había sido asesinado por el poderoso Aquiles, y la ciudad de Troya estaba al borde del colapso.

Príamo, un rey anciano pero todavía valiente, decidió enfrentarse a Aquiles en un intento desesperado de salvar a su ciudad. Con la ayuda de su hijo, Paris, Príamo se abrió paso a través de las líneas enemigas y llegó al campamento griego. Allí, se encontró con Aquiles y suplicó por la devolución del cuerpo de su amado hijo. Sin embargo, Aquiles, consumido por la ira y el dolor por la muerte de Patroclo, se negó a escuchar las súplicas de Príamo. Hasta aquí, podemos observar cómo este evento fue inspiración para tantas obras artísticas, desde el propio mito, hasta la pintura y algunas obras de teatro que han tenido también, foro en nuestros teatros populares.

En un acto de valentía y desesperación, Príamo se arrodilló ante Aquiles y besó sus manos, rogándole que mostrara piedad. Pero Aquiles, en un arrebato de furia, se negó una vez más y expulsó a Príamo del campamento. Desconsolado, Príamo regresó a Troya, sabiendo que el destino de su ciudad estaba sellado.

El trágico final llegó cuando la astucia de Odiseo permitió que el famoso caballo de madera entrara en la ciudad de Troya. Mientras los troyanos celebraban la aparente victoria sobre los aqueos, las fuerzas griegas salieron del caballo y desencadenaron la destrucción de la ciudad. Príamo, que había perdido a muchos de sus hijos en la guerra, vio cómo su amado reino era consumido por las llamas.
En medio del caos y la destrucción, Príamo se aferró a su destino y decidió enfrentarse a su muerte con dignidad. Mientras la ciudad ardía a su alrededor, Príamo buscó refugio en el templo de Zeus, donde esperó el final con resignación. Fue entonces cuando Neoptólemo, el joven hijo de Aquiles, lo encontró y, desafiando las costumbres, lo asesinó en el altar del templo.

Así, la muerte de Príamo marcó el trágico final de la ciudad de Troya. Su valentía y su determinación en los momentos finales fueron un testamento de la grandeza de su espíritu, incluso en la derrota. La historia de Príamo y su trágico destino perdurarán como un recordatorio de los horrores de la guerra y la fragilidad de la grandeza humana.

Queridos compañeros, espero que esté breve texto pueda acercarnos más a la lectura de las grandes tragedias y que, al mismo tiempo, cultive su curiosidad por más textos semejantes. Así, lo demandan los tiempos modernos.
 

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