MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La lucha de clases y las últimas eventualidades

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A finales de enero, nos enteramos, a través de las redes sociales, de las movilizaciones de la clase trabajadora en Francia que inundaron las calles parisinas; como era de esperarse, no hubo difusión en los medios masivos de comunicación comunes. El motivo es la instauración del plan de pensiones antipopular de Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, que supone aumentar la edad de edad de jubilación de 62 a 64 años.

“La pensión es un derecho que tienen todas y todos los trabajadores, la cual garantiza que los empleados y sus familias cuenten con protección a lo largo de su vida laboral y, cuando lleguen a la edad de jubilación, puedan tener una vejez digna y tranquila”, publicó El Financiero, el 11 de agosto de 2022. Entendidas así las cosas, el plan de Macron para el pueblo francés quiere decir que para tener una vejez digna y tranquila hay que trabajar dos años más. En condiciones donde el costo de vida ha ido en aumento, con una tasa de desempleo del 7.2%, aunque no es el peor en la zona del euro, no es de asombrarse que la clase trabajadora inunde las calles parisinas a la voz de: “Macrón, Macrón, destitución”.


Si bien, el pueblo francés ha tenido una larga data como luchador, no olvidemos que fue el pueblo francés, dirigido por la burguesía naciente, el que se deshizo de la caduca sociedad feudal para dar paso a la república; no creo que estas manifestaciones sean producto de la pura reacción, sino la consecuencia lógica de las condiciones materiales de vida y de trabajo a las que vive.


En la sociedad hay relaciones sociales, es decir, relaciones entre los hombres, derivadas de su relación con los medios de producción. Marx, en El Capital dice que “las máquinas revolucionan también radicalmente la base formal sobre la que descansa el régimen capitalista, el contrato entre el patrono y el obrero.” A renglón seguido, se explica por qué uno está en el puesto contrario del otro: “Sobre el plano del cambio de mercancías era condición primordial que el capitalista y el obrero se enfrentasen como personas libres, como poseedores independientes de mercancías: el uno como poseedor de dinero y medios de producción, el otro como poseedor de fuerza de trabajo”, y nada más. En lo fundamental pues, hay burgueses y obreros, explotadores y explotados. Así, como clase dominante, la burguesía ha puesto en marcha una economía política para sus intereses, y esto que pasa en Francia, no es otra cosa que la manifestación práctica de estas relaciones sociales de producción.  


Hace unos 10 años, aproximadamente, circuló en redes sociales una cita supuestamente de Christine Lagarde, gerente del Fondo Monetario Internacional, que en ese entonces decía: “Los ancianos viven demasiado, y eso es un riesgo para la economía global, hay que hacer algo ya”. Digo supuestamente, porque la prensa que en su mayoría está al servicio de la clase dominante, como vimos antes, salió a decir que la cita era falsa, que lo que el FMI sí había advertido, es que “vivir hoy más años es un hecho muy positivo que ha mejorado el bienestar individual”, a renglón seguido dice, “la prolongación de la esperanza de vida acarrea costos financieros” tanto para el gobierno, para las empresas como para las compañías de seguros.

Así que, “para neutralizar los efectos financieros del riesgo de longevidad, es necesario combinar aumentos de la edad de jubilacio?n (obligatoria o voluntaria) y de las contribuciones a los planes de jubilacio?n con recortes de las prestaciones futuras”. Todo esto se lee en El impacto financiero del riesgo de longevidad: Informe sobre la estabilidad financiera mundial (GFSR), abril de 2012. La aclaración pues, fue para deslindar a Lagarde de esta política, pero para el caso que nos ocupa es lo mismo.

En otras palabras, el hecho de que el trabajador viva más años, significa quitarle otro pedacito a la cuota de ganancia, lo que Marx llamó plusvalía, de las clases poseedoras de los medios de producción; que un obrero viva más es un gasto más para el gobierno, las empresas y las compañías de seguro y, aunque Macrón no lo diga, su plan de pensiones para este año, dice eso y más.

Ahora, ¿las movilizaciones del pueblo francés están orientadas a la libertad, igualdad y fraternidad proletaria? Eso el pueblo francés y el tiempo lo dirán.

Pero como la historia de los franceses es la historia de los mexicanos y de cada pueblo del mundo, habrá que preguntarnos cuánto más esperaremos los mexicanos para cobrar unidad y lucha frente a los problemas de nuestro cotidiano vivir. Los franceses no han perdido una sola vida por el plan de pensiones de Macrón e inundaron las calles, nosotros, con el régimen cuatrotransfomista, sí y muchos y no pasa nada. No hace mucho ocurrió la tragedia del metro dejando un muerto y cien heridos y como si nada pasara. Nos asola la violencia y la inseguridad, navegan en el mar de la zozobra los que ganan apenas para vivir al día y no pasa nada.

Sin exagerar, los programas de entrega de dinero que tiene unos 20 años funcionando en México, han servido para compensar la falta de ingresos o su insuficiencia y conformar al pueblo de su precaria forma de vida. Han servido para aplacar la inconformidad del pueblo trabajador y con el agravante de que cada día tras el púlpito mañanero se le martilla la idea de que es el presidente el dador de las ayudas y merecedor por tanto de pleitesía, cuando todos sabemos que el origen del dinero de tales ayudas es de los contribuyentes. Pero nada dura para siempre, esas ayudas tampoco; las condiciones objetivas madurarán, la inconformidad se agudizará, la organización y lucha se logrará y un mundo mejor, mas justo para las mayorías se construirá. La consigna ha sido lanzada: ¡Unión, Fraternidad y Lucha!

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