MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La lucha de clases, presente

image

Carlos Marx dijo: “la historia de la humanidad ha sido siempre la lucha de clases”.

Cuando hablamos de lucha de clases, ya de por sí se acepta la existencia de clases sociales y su antagonismo. Al escuchar la palabra “lucha”, uno tiende inmediatamente a pensar en una guerra de cuerpo a cuerpo, ensangrentada, con balas o con bombas. Pero no sólo es así.

La lucha de clases está dándose en todo momento entre dos clases antagónicas: por un lado, la clase, el grupo de personas dueñas de casi todo; del dinero, del poder y por tanto de las ideas. Por el otro lado, los que generan la riqueza, los trabajadores, la clase proletaria.

Es de imaginarse que su antagonismo es propio de la diferencia de intereses que ambos tienen: mientras los primeros están interesados en explotar más y de mejor manera a todo aquel que se deje, y con ello, generar sus riquezas, los otros anhelan por siempre dejar de ser los sometidos, trabajar menos y ganar más; es esto lo que las convierte en contrarias. 

Pero es preciso decir que no siempre hubo clases sociales; en la época del comunismo primitivo, eso no existía. Fue con la aparición de la propiedad privada, el modelo de producción, que surgieron las clases sociales.

El capitalismo, modelo económico actual que domina casi todo el mundo, es el modelo basado en el libre mercado, la propiedad privada de los medios de producción y el aumento de capital. Es el mercado el mecanismo encargado de asignar de forma eficiente los recursos escasos y el capital es la fuente utilizada para generar riqueza, es decir, todo lo convierte en mercancía, su fin último y sin importar las consecuencias es obtener más capital. 

Este modelo ha generado riqueza extrema contra pobreza extrema; ha acentuado las dos clases sociales existentes de las que hablo. Las consecuencias de ello, todos las conocemos: conflictos bélicos, países pobres que prácticamente viven en la inmundicia donde hay muertes lamentables y trágicas, como las que hoy vemos en las imágenes desgarradoras del conflicto en Palestina. 

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los promedios nacionales son: el 56.6 % está en la clase baja, el 42.2 % de los mexicanos estarían en la clase media y sólo el 1.2 % en la clase alta.

El dato que el Inegi  ofrece parece confiable, aunque en la realidad cada vez menos se distingue una clase media, pues lo que realmente otorga el inmenso poder a la clase dominante es ser dueña de los medios con que se produce todo, poniéndola en la cúpula de los estratos sociales, y convirtiéndola en dueña del dinero, del poder y de las ideas. 

La clase dominante necesita que la clase proletaria se deje explotar; que trabaje duro y que no se canse, y que además se sienta satisfecha de ser explotada. Para ello, mantiene una campaña permanente de ideologización que lleva a cabo a través de los medios de comunicación más novedosos y eficientes, y nunca para. Son tan sutiles, que son casi imperceptibles.

Hoy en día, poco nos damos cuenta del maltrato que recibimos en el ámbito laboral, en el familiar, y en el social; nos hemos acostumbrado y hemos normalizado este maltrato, incluso aceptando argumentos divinos para soportarlo.

Pero es una realidad que a la clase proletaria le toca padecer todas las desgracias habidas y por haber. Es históricamente la protagonista de todos los cuentos de terror que puedan existir en el mundo, pero es obstinada, es aguantadora y lucha siempre por defender sus ideas; sólo que no se da cuenta de que sus ideas no son genuinas, sino una réplica de las de la clase dominante. 

Por ejemplo, a propósito del Día de Muertos, cabe preguntarnos, ¿quién decidió que el 2 de noviembre fuera el Día de Muertos y por qué? ¿Quién decidió cómo celebrar ese día, y cómo honrar a nuestros muertos?

Si ponemos atención, advertiremos que hay una campaña gigantesca y muy bien hecha, para que este Día de Muertos se compre, compre y compre; es decir se usa la “tradición” para vender, y el pobre, aunque no tenga, va a comprar y gastar sus pocos pesos, pues es una tradición bastante “arraigada” que no se atreverá a ignorar. 

Los expertos dicen que una visita típica al panteón cuesta mil 387 pesos a las familias mexicanas. Este precio incluye alimentos, adornos, flores, veladoras, agua, una botella de tequila, calaveritas de azúcar y gastos en transporte.

Según Infobae, poner un altar u ofrenda para el Día de Muertos cuesta entre mil 435 y 2 mil 822 pesos por familia, para dar cumplimiento a esta tradición, lo que significa casi el 35 % por ciento de sus ingresos quincenales. ¿De dónde va a reponer ese gasto? ¡El trabajo es la salvación! Trabajar más arduamente.

Y ahí viene la Navidad, Día de Reyes, San Valentín, Día de las Madres, del padre, del amigo, etcétera.

A la clase proletaria le toca padecer todas las desgracias, pero es aguantadora y lucha siempre por sus ideas; sólo no se da cuenta de que estas no son genuinas, sino una réplica de las de la clase dominante. 

La clase que nos domina no descansa, y siempre nos atrapa con ideas nuevas que perseguir y convertir en acción, para darles seguimiento puntual a su conveniencia. 

Como antídoto a esta manipulación ideológica permanente, sólo el estudio consciente de la realidad para entender el porqué de las cosas. La educación y la organización de la clase proletaria, es decir, el 98.8 % de la población mexicana, (que el inegi dice que es la clase media y baja) para mejorar nuestras condiciones económicas, sociales y políticas.

Nos puede ir mejor, y nos tiene que ir mejor, pues somos mayoría, y divididos como actualmente estamos, no será posible. Pero todos sentimos la urgente necesidad de un cambio.

¡Súmense al Movimiento Antorchista Nacional, la organización de los pobres de México!

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más