MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La izquierda ante un nuevo reto en Perú 

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El pasado 6 de junio se llevó a cabo la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Perú, donde resultó ganador el profesor rural Pedro Castillo, del partido izquierdista Perú Libre, quien se impuso por alrededor de 48 mil votos (menos de medio punto porcentual) a Keiko Fujimori, abanderada de la agrupación política Fuerza Popular e hija del ex presidente Alberto Fujimori, condenado por delitos de corrupción. A pesar de los intentos desesperados de la derecha y sus aliados, como el escritor Mario Vargas Llosa, que van desde impugnar el resultado en los tribunales hasta llamados a golpe de Estado, todo parece indicar que Castillo será el próximo presidente de la nación inca por los próximos cinco años.  

Castillo, un maestro rural del norte del país y dirigente sindical, se convirtió en figura en 2017, cuando encabezó una huelga magisterial nacional, cuyas principales demandas eran: aumento de remuneraciones, el pago de la deuda social, derogatoria de la Ley de la Carrera Pública Magisterial y el incremento del presupuesto en el sector educativo. Posteriormente, en 2020, anunció que se postularía a la presidencia de la República por Perú Libre; logró pasar la primera vuelta en unas elecciones atomizadas con apenas el 18.92 por ciento y, pese a tener a todo el sistema en contra, su discurso marcadamente antineoliberal convenció a la mayoría del electorado. Dentro de sus propuestas destacan vacunar contra la covid-19 a toda la población mayor de 18 años a más tardar en diciembre próximo, la fundación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología, establecer una nueva Constitución que impulse la igualdad de oportunidades para todos y la creación de nuevos programas sociales, así como ampliar los ya existentes.  

La victoria del maestro rural es el corolario de una crisis política que derivó en crisis constitucional. Todo empezó en 2016, cuando Pedro Pablo Kuczynski derrotó en las elecciones presidenciales a la misma Keiko Fujimori por escaso margen, pero obtuvo una minoría en la Asamblea. Esto fue el preludio de una disputa entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo que, en el mediano plazo, derivó en la renuncia del propio Kuczynski, en medio de acusaciones de corrupción, a la que siguieron las destituciones sucesivas de los también mandatarios Martín Vizcarra y Manuel Merino, lo que posibilitó la llegada al poder del actual presidente Francisco Sagasti. 

Además de eso, la situación económica también explica el arribo de Castillo al poder. Y es que, tras décadas de neoliberalismo, Perú tiene todos los males de los países latinoamericanos que han seguido dicha política. De acuerdo con los resultados de la encuesta de hogares del Banco Mundial 2020, aplicada en territorio peruano el año pasado, el 30 por ciento de los entrevistados declaró haber perdido su empleo en mayo y el 15 por ciento en julio; asimismo, en mayo el 80 por ciento de los hogares encuestados redujo sus ingresos familiares; y, en el ámbito educativo, una buena parte de los encuestados señaló que la falta de acceso al internet les impidió que sus hijos se conectaran a la educación a distancia. 

El reto del izquierdista Pedro Castillo no es fácil. Tendrá que cohabitar con un Congreso donde no tendrá mayoría para llevar adelante algunos de los cambios prometidos, deberá dejar atrás todas las estelas de la crisis política y superar los estragos de la crisis económica y sanitaria en la que está inmerso su país. No sólo eso. Tiene la tarea de demostrar que un gobierno diferente al neoliberalismo es posible y que es viable política y económicamente, toda vez que los peruanos tienen fresco el recuerdo del gobierno de Ollanta Humala, que también llegó al poder con un discurso de izquierda y salió por la puerta trasera de la historia. Nada más, pero nada menos. 

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