En días pasados, los antorchistas de Baja California Sur nos hemos reunido con el secretario de Gobierno, Saúl González Núñez, quien una vez más comprometió a su Gobierno a concretar algunos acuerdos relativos a electrificaciones para gente que lleva décadas sin ella, pisos y techos de cemento para apoyar el mejoramiento de la vivienda de algunas familias humildes, lotes de terreno en Los Cabos y La Paz, igualmente para quienes los precios comerciales son inalcanzables, y apoyos educativos para la escuela preparatoria “Moctezuma Ilhuicamina” de Cabo San Lucas, tales como un aula móvil, conexión a corriente eléctrica y al servicio de agua y su regularización, así como la de algunas colonias que, por hallarse en esa situación, no pueden conseguir servicios públicos, ya no digamos certeza jurídica.
Estos y otros asuntos planteados, así como los acuerdos tomados en dicha reunión, dan muestra de la inquietud exigente que caracteriza la lucha antorchista, pero al mismo tiempo, la paciencia y serenidad de su lucha organizada. Una bella contradicción.
Tenemos que vigilar que los funcionarios realmente cumplan sus promesas y los deberes de su cargo. “Serenidad y paciencia”, le decía Kalimán a Solín, mientras nunca dejaba de combatir en sus peligrosas aventuras.
La reunión con el funcionario, respecto al trato que nos dio, fue “de diez”, como acostumbramos decir los antorchistas, como las anteriores, pero lo cierto es que hasta el momento nada se ha concretado aún y los funcionarios se dieron un periodo de quince días para empezar a dar resultados palpables. Esperamos que así sea.
Sin embargo, por ese trato de diez no podemos echar las campanas al vuelo hasta que los novios estén bien casados, o como decía un mosaico de talavera en la cocina de mi casa: “Hechos son amores, no besos ni apachurrones”.
Tenemos que vigilar que los funcionarios realmente cumplan sus promesas y los deberes de su cargo. “Serenidad y paciencia”, le decía Kalimán a Solín, mientras nunca dejaba de combatir en sus peligrosas aventuras. Inquietud, vehemencia para resolver organizadamente, serenamente.
Una primera cosa que deben tener clara los ciudadanos que sepan de nuestra lucha es que ninguna de las demandas planteadas por los antorchistas ha sido cuestionada por los funcionarios gubernamentales porque sea excesiva, irracional o injusta, sino que han aceptado claramente que se trata de planteamientos sensatos, tanto por su cantidad como por su calidad, cuya solución es viable y por ello han mostrado buena disposición, pero, por ahora, hasta allí.
Antes al contrario, los grupos antorchistas sabemos que hemos reducido mucho nuestras exigencias para dar prioridad a algunas, sin que eso signifique que hayamos renunciado a las muchas necesidades aún insatisfechas. Inquietud, vehemencia para resolver organizadamente, serenamente.
Otra cosa que ha quedado clara en esas reuniones es que ningún funcionario ha acusado a los antorchistas de intermediarios o de que transan con los fondos que obtienen los beneficiarios por una sencilla razón: ni los grupos antorchistas de base ni sus dirigentes, activistas y plenistas administran ningún recurso público: son los funcionarios de Gobierno los que, bajo sus propios reglamentos y normas, entregan directamente las ayudas oficiales.
Antorcha se conduce siempre bajo el amparo de la ley; jamás nadie ha probado ni ante juez ni ante la opinión pública lo contrario, ni el propio presidente de la república… ni lo hará: en sus seis años de gobierno solo nos acusó, pero nunca probó sus calumnias. Inquietud, vehemencia para resolver organizadamente, serenamente.
También ha quedado claro en el caso de terrenos para vivienda que los antorchistas no hemos promovido nunca ninguna invasión, sino que hemos buscado el camino de la legalidad, aunque sea más tardado y complicado.
Nosotros no estamos de acuerdo con aprovecharse de las necesidades de la gente y empujarla a tomar terrenos que luego van a convertirse en un verdadero calvario de irregularidad durante décadas y quizá toda la vida.
Más bien, promovemos algunas regularizaciones porque la propia gente que tiene de por sí esos problemas ha pedido la ayuda de la fuerza organizada del pueblo. Y promovemos la adquisición legal de lotes de terreno para gente con graves carencias con la ayuda pública, porque no se les debe abandonar insensiblemente. Inquietud, vehemencia para resolver organizadamente, serenamente.
Más cosas se podrían decir de las solicitudes pendientes, pero a fin de terminar estas reflexiones, solo hay que agregar que las actividades antorchistas en pro de la educación son humildes, pero son.
La preparatoria que Antorcha ha impulsado en la colonia Gastélum, en Cabo San Lucas, está dando un servicio educativo a jóvenes que no tuvieron acceso a escuelas regulares. Son miles de muchachos y muchachas que se quedan sin continuar sus estudios o que después de desertar de la escuela, deciden regresar, pero ya no encuentran cupo y la prepa de la Gastélum da alternativa a algunos de ellos.
Así pues, con grandes dificultades, la prepa “Moctezuma Ilhuicamina” ha hecho el esfuerzo de cubrir ese gran hueco que tiene nuestra patria, hueco que el sistema educativo no ha podido llenar en estos seis años.
Para esa prepa clamamos ayuda oficial; no es que les estemos haciendo la chamba, sino que queremos realmente contribuir a superar añejos problemas educativos que ni la 4T ha logrado vencer.mLa juventud proletaria de esa prepa y sus maestros requieren urgentemente la fraternidad de todos, no se les debe abandonar. Inquietud, vehemencia para resolver organizadamente, serenamente.
Sigamos unidos, reuniéndonos, estudiando, leyendo de política y de todo lo que podamos, cuestionando con sano espíritu crítico. Si lo que nos acaban de prometer se cumple, no habrá sido más que resultado de nuestra lucha y un paso adelante más en las enormes y múltiples tareas que el pueblo organizado tiene que resolver; la anhelada solución no habrá sido más que el resultado necesario de la inquieta, pero serena lucha organizada, y no deberá de parar nunca porque la realidad nunca se detiene. Si no nos cumplen, también, con mayor razón.
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