El martes 4 de abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio a conocer en su mañanera una carta que escribió a su homólogo chino, Xi Jinping para solicitarle, por “razones humanitarias”, apoyo para controlar los envíos de fentalino que llegan a México desde el país asiático.
Esta carta fue expuesta hasta el 4 de abril, pero fue enviada el 22 de marzo a través de la embajada. En dicho documento se dirige a su homólogo, para pedirle le ayude al control de envíos de dicha sustancia, solicitándole para ello información sobre “quienes importan esta sustancia, en qué cantidad, en qué embarcaciones, cuándo sale de los puertos chinos a qué puertos mexicanos llega y el tipo específico de sustancia”.
Dicho sea de antemano que, según lo que plantea el mandatario en el mismo documento, con esto el país tendría un mayor control sobre el ingreso de esta droga que en México sólo está autorizada para fines médicos. El mismo día que se expide el documento, López Obrador había expuesto una serie de declaraciones en contra de Lisdsey Graham, senador republicano estadounidense que llegó a dirigirse al mandatario pidiéndole que cerrara unos supuestos laboratorios de fentalino en nuestra nación, acusación que López Obrador negó, negativa que llevó a Graham a decir que, de continuar así, Estados Unidos tomará medidas dentro de nuestra nación.
La respuesta a tal documento la brindó Mao Ning, en la conferencia de prensa ordinaria que proporcionó la directora adjunta del Ministerio de Relaciones Exteriores y portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, quien negó que existiera el tráfico ilegal de fentalino entre China y México y quien argumentó que “los dos países tenemos un canal fluido de cooperación antinarcóticos y las autoridades competentes de los dos países mantienen una buena comunicación. China no ha sido notificada por México sobre la incautación de precursores de fentanilo catalogados de China”.
Agregó que el Gobierno chino adopta una postura firme en la lucha contra las drogas y que está lista para mejorar la cooperación internacional en materia de aplicación de la ley antinarcóticos en el marco de las convenciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el control de drogas, y fortalecer la cooperación bilateral antinarcóticos con otros países, incluido México, para contribuir a gobernanza global antinarcóticos.
He de decir que hay tres cosas claras en el acto del mandatario nacional, tanto en el hecho de exponer la carta como en el contenido mismo del documento, que dejan mal parado a nuestro representante nacional y al mismo tiempo él deja a toda la nación en una situación complicada.
En primer lugar, y esto hablando de las medidas que toman las autoridades para atacar el consumo y tráfico de drogas, está el total desconocimiento y poco dominio del tema histórico y contemporáneo del narcotráfico y consumo de estas sustancias en nuestro país, tema que abarca perfectamente el Ing. Aquiles Córdova Morán en su artículo de opinión del 18 de agosto titulado ¿Realmente sabemos todo sobre el narcotráfico?, y al cual no he de agregar ni un ápice, pero lo cito debido a que menciona precisamente el origen de este problema y los actores principales.
En segundo lugar, está la falta de tacto ante las amenazas de nuestro vecino del norte, mandar una carta a un homólogo no está mal, pero dejar de lado la investigación profunda del tema para saber bien a quien dirigir estas peticiones, es una metida de pata difícil de desatorar por dos razones: deja en evidencia el descontrol en las aduanas, el nulo conocimiento de la distribución de estas sustancias, no solo el fentalino por supuesto, y finalmente, la ignorancia sobre el papel de Estados Unidos (EE. UU.) en esta historia.
Ante este último asunto la misma portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores dijo que “si bien EE. UU. tiene el desafío de fentanilo más agudo del mundo, aún tiene que catalogar oficialmente las sustancias relacionadas con el fentanilo como clase. El abuso de fentanilo en los EE. UU. ha empeorado aún más y ha provocado más muertes. La causa raíz de la sobredosis se encuentra en los propios Estados Unidos. El problema es completamente "made in USA". Estados Unidos necesita enfrentar sus propios problemas, tomar medidas más sustanciales para fortalecer la regulación interna y reducir la demanda. No puede recaer en la enfermedad de “dejar que otros tomen la píldora cuando está enfermo”.
Y en tercer lugar, está en clara evidencia la falta de medidas precisas para evitar la ilegalidad del uso, importación y exportación del fentalino y demás sustancias semejantes, pues después de exponer esta carta el mandatario dijo que iba a pedir a los médicos y científicos mexicanos que analizaran la posibilidad de sustituir el fentalino con fines médicos por otros analgésicos y así dejar de utilizarlo.
Esta determinación por supuesto que no influye en la eficacia de combatir la adicción a los opioides que golpea en la región y que mantiene el asunto en ascendente preocupación y problemáticas. Como dice Raúl Martín del Campo, director adscrito en el instituto Nacional de Psiquiatra y miembro de la junta Internacional de Fiscalización de estupefacientes: “la intención del presidente no es mala, pero o lo asesoraron mal o se confundió porque el problema es complejo.
No es el primer acto del mandatario que deja en duda sus conocimiento y capacidad para tratar asuntos nacionales e internacionales, pero con el paso del tiempo el problema que conllevan sus decisiones quita puntos al desarrollo y desenvolvimiento del país. Todos los mexicanos que queremos llevar a nuestro país a mejores terrenos apoyamos firmemente a en la defensa de la independencia y la autonomía de nuestra nación y nos oponemos a la interferencia extranjera del norte, tanto ideológica, como política y económica. Pero al mismo tiempo, necesitan nuestras autoridades tomar medidas antinarcóticas más fuertes y que incidan verdaderamente en la solución de este gran problema.
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