Para nadie sensato es evidente que el problema de la educación en México es cada vez más agudo, no solo porque somos un país en vías de desarrollo que, dicho sea de paso, así les llaman a los países marginados económicamente, sino porque es un problema viejo, que ningún gobierno ha querido intervenir para obtener mejoras significativas en este rubro, también se conoce que desde la supuesta globalización, la educación da un giro hacía la tecnificación y la creación de un sistema de educación moderno. Esta acción tiene un fin: crear escuelas que egresen obreros calificados para introducirlos a la vida laboral, eliminando o por lo menos limitando la posibilidad de que se estudien carreras que no se ajusten a este propósito.
Por otro lado, el problema de la pobreza es un limitante creciente. Según datos del Coneval, el 12.3% de la población entre tres y 17 años presentaban rezago educativo en 2020, cifra equivalente a que cuatro millones de niños y adolescentes no asistían a la escuela, además de esto, según datos del mismo sistema educativo nacional 2020-2021, que publica la Secretaría de Educación Pública (SEP), la tasa de abandono escolar se elevó 11.6% en educación media superior, 2.9% en secundarias y 0.5% en primarias, cifras cuestionables y preocupantes sabiendo que somos una población de casi 130 millones de mexicanos. Esto se debe claramente a que las posibilidades económicas de los sectores más desprotegidos no alcanzan para solventar el gasto corriente que genera mandar a sus hijos a la escuela.
Ya no hablemos de la disminución al presupuesto destinado a cultura, del diseño curricular implementado en las escuelas que también sufre estragos, o que los modelos educativos son copiados de otros países, y no se adaptan al contexto económico y social mexicano. Así pues, en el ámbito artístico el problema se agrava cuando es notable que los planes educativos existen en papel, pero no se aplican, que hay muy pocas escuelas de artes, y que por ende los maestros que imparten estas asignaturas por lo menos en nivel básico y medio no cuentan con el perfil y en su formación no obtuvieron estos conocimientos.
Por tanto, si el problema de la educación en México es grave, lo es aún más si analizamos la enseñanza de la educación artística, donde conviene subrayar que no solo pelea con lo mencionado anteriormente, sino que tiene que existir y desarrollarse compitiendo con el arte comercial, que un día sí y el otro también, sigue deformándose. Para muestra la música de reguetón con su máximo exponente Bad Buny, pero ese tema lo dejamos para un siguiente análisis.
Por el contrario, para el movimiento antorchista la importancia de la educación cultural es una tarea fundamental; y quiero permitirme citar al líder nacional estudiantil antorchista, Jassón Celis, quien en su discurso dedicado a los recién egresados del Instituto Macuil Xóchitl, el sábado 28 de enero, dijo: “nosotros estamos seguros que la cultura y la preparación en todos los niveles educativos de las nuevas generaciones es uno de los elementos, de las armas indispensables si nosotros pensamos en futuro para conseguir un país mejor, si creemos que al país le puede ir mejor en su formación de su tejido social, en su preparación de la creación de la vida social, inevitablemente todos los niños y todos los jóvenes, tienen que pasar por la preparación y formación cultural”.
Para mostrar que esta afirmación es verdadera, habrá que recordar que el Movimiento Antorchista tiene más de 48 años de existencia y, desde su fundación, ha creado escuelas en los lugares más marginados a lo largo y ancho del país, procurando siempre la implementación de las artes, gastando recursos propios para el pago de sus maestros y organizando concursos como la Espartaqueada Cultural Nacional que se realiza en Tecomatlán, el Festival de Teatro “Víctor Puebla”, el Encuentro Nacional de Voces, el Concurso Nacional de Pintura, el Concurso de Folclor Internacional, el Concurso Nacional de Declamación, por mencionar algunos. En resumen, es la única organización política que se ha preocupado verdaderamente por la enseñanza, práctica y difusión de las artes en México y principalmente con el pueblo trabajador.
En definitiva, hace falta mucho por hacer, pero el trabajo realizado hasta ahora cimienta las bases para seguir creciendo. Para lograr esta tarea, necesitamos profesionales que estén dispuestos a desarrollarse en las artes. Los invitamos a que se acerquen a las escuelas que pertenezcan a Antorcha, a que formen parte de sus grupos culturales y, si así lo deciden, estudien en algunas de las escuelas de nivel superior que cada vez son más y de mejor calidad educativa, como el Instituto Macuil Xóchitl en la ciudad de Puebla, la Escuela de Bellas Artes de Ixtapaluca, la Escuela de Bellas Artes de Chimalhuacán “Víctor Puebla”, la Escuela de Bellas Artes de Texcoco “Humberto Vidal Mendoza”, en el Estado de México, o la de reciente creación Escuela de Artes y Ciencias de la Frontera, en Tijuana, Baja California.
Así de importante es para nosotros la cultura en las escuelas antorchistas. La cultura forma una sociedad buena, sensible, capaz de sentir los problemas y las injusticias de nuestro país, para luchar contra ellos.
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