MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La historia se repite y el pueblo mexicano debe reaccionar

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El desarrollo de la humanidad, según los filósofos materialistas de la antigüedad, sigue una trayectoria circular, razón por la cual los fenómenos “se repiten” cada determinado período. Por su parte, el marxismo-leninismo, conjunto de conocimientos científicos acerca de la realidad, ha demostrado que la humanidad se mueve sí en sentido circular, pero en forma de espiral.

La idea del desarrollo, de la evolución en Marx y Engels, según Lenin, es la más avanzada: “Es un desarrollo que parece repetir las etapas ya recorridas, pero de otro modo, sobre una base más alta (la ‘negación de la negación’); un desarrollo que no discurre en línea recta, sino en espiral, por decirlo así; un desarrollo a saltos, a través de catástrofes y de revoluciones, que son otras tantas ‘interrupciones en el proceso gradual’, otras tantas transformaciones de la cantidad en calidad; impulsos internos de desarrollo originados por la contradicción, por el choque de las diversas fuerzas y tendencias que actúan sobre un determinado cuerpo o en los límites de un fenómeno concreto, o en el seno de una sociedad dada…”

La manipulación que consiste en hacerle creer al pueblo que ahora sí se le apoya es el mecanismo que permite a la “izquierda” monopolizar el poder político en México y, con ello, veremos de nueva cuenta los peores abusos de poder.

Recurro a esta tesis del marxismo-leninismo para poder explicar los hechos políticos que acontecieron en nuestro país en las últimas décadas del siglo pasado y lo que ocurre ahora. Me refiero a los años 70, 80, cuando el poder político estaba monopolizado por el PRI, monopolio que desembocó, entre otras cosas, en la gran ruptura dentro del PRI con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 para fundar el PRD, aglutinando a la gran mayoría de los grupos de “izquierda”. A partir de ese momento, muchos movimientos sociales se adhirieron como organizaciones filiales y otros simpatizaron con cierta ambigüedad con algunas de las corrientes o tribus del perredismo.

Dos caminos elementalmente siguió a partir de entonces la “izquierda mexicana”: el primero, la lucha democrática-reformista por más espacios públicos en las cámaras federales y locales, en estados y municipios. Estas reformas político-electorales finalmente le permitieron a la “izquierda” llegar al poder de la nación con Andrés Manuel López Obrador en 2018. El segundo camino fue el de organizaciones y grupos de izquierda que, aunque no participaban directamente por espacios políticos, se erigieron en movimientos como el EZLN en Chiapas y la sección 22 en Oaxaca, usando la “crítica” y la “denuncia” como justificación de sus manifestaciones y luchas sindicales contra el sistema político monopolista que les negaba espacios en el poder.

Ambas formas de “la izquierda” se distinguieron por señalar la falta de democracia y la manipulación de la que era objeto el pueblo mexicano por parte del PRI, quien, en contubernio con los medios de comunicación más poderosos, compraba la conciencia del pueblo con el dinero del erario, mientras se perpetuaba en el poder.

Paradójicamente, con el triunfo de López Obrador, la historia se repite. Ahora son los partidos de izquierda (con la integración de algunos priistas y panistas) quienes, recurriendo al antiguo método de utilizar a las dependencias del gobierno, los sindicatos, los concesionarios del transporte, los medios de comunicación y el dinero de los programas sociales, operan para ganar las elecciones. Fue esto lo que le permitió a la coalición de partidos encabezada por Claudia Sheinbaum alcanzar la presidencia del país el pasado mes de junio.

Sin embargo, la realidad y los datos extraídos de ella por Aquiles Córdova Morán, mostrados en su reciente libro Intenciones y resultados, demuestran que el neoliberalismo mexicano encabezado por el presidente actual aplica una política que solo beneficia a los grandes monopolios económicos nacionales y norteamericanos, a pesar del discurso en favor de los pobres de México. 

Como lo demuestra la entrega de tarjetas con dinero a la gente, haciéndoles creer que con ello tendrán alimentación segura y servicios básicos, además de educación y salud, mientras se aplican recortes a programas para defender a los mexicanos de los desastres naturales y para mantenimiento de la infraestructura básica del país. 

Además de ello, se han aprobado leyes que van en contra de la libertad y la presunción de inocencia de los indiciados y se ha eliminado la autonomía de las instituciones como el Instituto Nacional Electoral (INE), el poder legislativo y se está a punto de tomar control del poder de la SCJN.

Esta manipulación, que consiste en hacerle creer al pueblo que ahora sí se le apoya, que se acabó la corrupción y el saqueo al país, es en los hechos el mecanismo que permite a la “izquierda” ahora monopolizar el poder político en México y, con ello, veremos de nueva cuenta los peores abusos de poder, la represión a los movimientos sociales, la manipulación de la justicia, la corrupción legalizada y demás tropelías de las que ya fue testigo el país cuando estuvo el PRI en el poder.

Es en esta repetición donde se demuestra el recorrido en espiral del desarrollo. Ahora se vuelve a mantener el monopolio del poder político por parte de sectores cada vez más ricos de las clases altas del país.

Pero si bien es cierto que se monopoliza de nueva cuenta el poder en contra de la tan cacareada democracia occidental, también es cierto que, para ello, se tiene que quitar la careta de respetar la voluntad popular.

Además, los programas de transferencia directa que van al consumo y no a la producción empobrecerán más a los sectores populares, incrementando escandalosamente la cantidad de mexicanos con carencias. Esto traerá inevitablemente un incremento de la inconformidad social, la que a su vez sólo podrá contenerse con represión. Estamos, pues, en la antesala de convulsiones sociales, y los poderosos cada vez tendrán menos oportunidad de esconder su verdadero rostro.

El Movimiento Antorchista Nacional hizo un análisis científico de la realidad del país y ha explicado a fondo las causas de nuestros males. Anticipó a tiempo adónde nos llevaba y nos llevará la política del nuevo grupo en el poder; que este no es el camino; que los mexicanos deben abrir los ojos.

A diferencia de los años del PRI, la represión a los movimientos sociales era más disimulada, ya que estaban presentes los principios constitucionales de 1917, producto de la Revolución mexicana.

Entonces, se reconocía el derecho a la manifestación y organización; en cambio, ahora se reprime a los movimientos sociales desde el púlpito de la presidencia, acusándolos de intermediarios y protegiendo a los sectores económicamente poderosos para que sigan acrecentando su riqueza con un estado mexicano monopolizado por Morena y sus partidos satélites, sin que el pueblo pueda reclamar y exigir nada. 

Por eso, llamo una vez más al pueblo mexicano a darse cuenta de que la historia del PRI de los años 70 se repite, y ahora con más agresividad. El pueblo debe despertar y evitar a tiempo las consecuencias, que mañana será tarde.

Se ha llegado la hora de formar una gran fuerza social que impida este monopolio del poder, pero para formarla todos los ciudadanos conscientes debemos unirnos y participar activamente.

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